Ana Garrido Ramos trabajaba en el Ayuntamiento de Boadilla del Monte (Madrid) cuando, hace ahora 8 años, decidió dar el paso y denunciar la trama Gürtel. Una decisión que ha cambiado su vida “radicalmente” y que ha llevado a dirigentes del PP al banquillo de los acusados.
A partir del momento en el que, a través de Manos Limpias, lleva a la Fiscalía todos los datos que demostraban la corrupción en Boadilla del Monte, comenzó su pesadilla: acoso laboral que le llevó a tener que renunciar a su puesto de trabajo, amenazas de muerte y hasta “me han intentado echar con el coche de la carretera”, asegura. Ana Garrido pasó de ser una funcionaria, técnico municipal con 20 años de antigüedad, a perder su casa por no poder hace frente a los gastos, estar de okupa y “sobrevivir” vendiendo bisutería artesanal al mismo tiempo que lo compagina con el activismo.
Nadie la ayudó a enfrentarse contra políticos que tenían a su disposición las arcas públicas para llevarla a juicio, lo que la llevó a gastarse su patrimonio. Nadie la aconsejó, la protegió o le dio apoyo psicológico. Estuvo sola “como David contra Goliat”, dice. Aunque pese a todo por lo que ha tenido que pasar “volvería a hacerlo porque no podría vivir con esa losa”.
Su experiencia vital la dedica ahora a ayudar y apoyar a personas denunciantes de la corrupción. Creó la “Plataforma por la Honestidad”, en la que participan otros conocidos denunciantes de corrupción en España, como el exteniente Luis Gonzalo Segura, la exdirectora de Obra en Acuamed Azahara Peralta, o el ex trabajador de UGT Andalucía Roberto Macías.
Servir de ejemplo para evitar errores
Este jueves, de la mano de Podemos, ha estado contado su experiencia en Albacete, donde ha hablado de la necesidad de proteger al denunciante. Una protección que quiere que se haga a través de una ley que evite que les pase lo mismo “que a aquellos que ya hemos denunciado”.
Su error, dice, fue hacer la denuncia de manera equivocada: “Cuando yo quise dar el paso para denunciar busqué un intermediario y mi error fue la persona que escogí porque en aquella época era una ciudadana que no tenía conocimiento de cómo moverme en este campo”. Habla de Miguel Bernad, secretario general del sindicato Manos Limpias. “Me puse en manos de mi verdugo sin saberlo”. Y es que Bernad se reunió con Esperanza Aguirre para contar que se irían al juzgado con toda la documentación que Ana había conseguido aportar y en la que se demostraba la corrupción en el Ayuntamiento madrileño.
“Ella ya era conocedora de todo”, asegura Garrido refiriéndose a Esperanza Aguirre. “Sabía lo que pasaba en Boadilla del Monte porque dos años le habíamos mandado una carta contándoselo.” Es por eso que cuando oye a la expresidenta del PP de Madrid atribuirse la denuncia de la trama Gürtel se ríe y piensa que “tiene muy poca vergüenza”.
La de la Gürtel no es la única trama por corrupción en la que los más allegados de Aguirre han sido encausados. De hecho Ana Garrido la considera responsable de mucho de lo que tiene que ver con el también conocido como caso Correa “aunque sea por omisión”. “Creo que terminará imputada más tarde o más temprano. Yo no digo que haya robado pero lo que ocurrió en la Comunidad de Madrid mientras ella era presidenta era responsabilidad suya”, sentencia denunciante.