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“La destrucción de la naturaleza es el más extremo machismo supremacista”

Joaquín Araújo

Raquel Gamo

Joaquín Araujo (Madrid, 1947) es un naturalista de referencia. Defensor incansable del ecologismo y la sostenibilidad como respuesta al modelo de consumo actual “superfluo y que apisona la vida”, es autor de centenares de obras y artículos medioambientales; guionista de documentales como ‘El Hombre y la Tierra’; y presentador de series de naturaleza. Una profusa labor que le ha hecho valedor, entre otras muchas distinciones, del Premio Nacional de Medio Ambiente y del premio Global 500 de la ONU. En una entrevista con eldiarioclm.es desde ‘su bosque’, enclavado en la comarca extremeña de Las Villuercas, reflexiona sobre la economía circular y la vinculación entre el machismo y el maltrato a la naturaleza. Rechaza el trasvase del Tajo y las macrogranjas como alternativas de desarrollo para los pueblos. Se muestra partidario de no prohibir la caza y defiende la necesidad de evolucionar hacia un tipo de consumo que dignifique la cultura rural, la agricultura ecológica y la ganadería tradicional.

En las últimas décadas se han reducido de forma notable los individuos de las diferentes especies, ¿cuáles son las consecuencias de la pérdida de biodiversidad?

La pérdida de biodiversidad es lo más irreparable porque no se puede reconstruir ni queda ningún registro de los ejemplares. En los últimos 50 años se ha perdido alrededor de un 15% de las especies, especialmente de vertebrados. Y debemos tener en cuenta que en la biodiversidad del planeta reside la solución a los mayores problemas de los humanos y de ella depende la curación de las enfermedades, la correcta y sana alimentación e incluso la energía que necesitamos. Es descomunalmente absurdo.

Usted es crítico con el concepto de economía de la sostenibilidad. ¿Por qué?

Soy crítico con el término de sostenibilidad porque ha sido maltratado, robado y desgastado. Los poderes económicos, políticos y mediáticos se han adueñado del término de sostenibilidad hasta convertirlo en un concepto ‘publicitario’ y hay que explorar mucho detrás del concepto para saber qué significa. Vivimos en una época de permanente falsificación de las marcas y los conceptos y hay una tendencia desde las grandes empresas a las compañías energéticas o los gobiernos municipales en la que parece que por poner como apellido ‘sostenible’ a las cosas ya se ha hecho algo. Pero una economía verdaderamente circular o verde debe estar basada en el sector primario; en la dignificación y recuperación de la cultura rural.  Y en un cambio absoluto del modelo energético y de nuestro modo de consumir.

Un consumo superfluo, desconsiderado y acumulativo con una capacidad extraordinaria de generación de residuos. Sin embargo, han de primar los planteamientos de ser capaces de consumir lo sano, cercano y aquello que deje vivir a las poblaciones de los campos y de entender que la mitad de la energía que gastamos lo contamina todo. Porque o es una economía de la vida o no es nada o destrucción, que es lo que está causando el modelo económico actual.

¿En qué coinciden ecologismo, pacifismo y feminismo?

Son indistintamente válidos, sinónimos, equivalentes e intercambiables. Si eres ecologista no puedes ser machista, al igual que si eres feminista no puedes dejar de ser ecologista. No entiendo mi pensamiento sin la erradicación absoluta de la violencia ni la inclusión de la mujer y todo lo que le acompaña. Mi relación con la naturaleza es como con mi chica. La mayor parte de la gente no tiene la suerte de vivir un amor con las arboledas, con las aguas corrientes o los amaneceres, pero yo vivo una pasión sentimental con esta realidad.

Durante su mensaje en la XXI Gala de Ecologistas en Acción Guadalajara hizo referencia a la idea del resurgir de una ‘supremacía machista’.

Un machista supremacista es un hombre grande, blanco y violento que considera a las otras razas inferiores y que puede tener un derecho ilimitado sobre la mujer que le acompaña. Es el mismo comportamiento que ejerce nuestro modelo económico sobre la naturaleza que es la mujer más grande. Nuestra civilización se considera absolutamente superior a todo lo que le da la vida, pero, en realidad es mutuamente dependiente de ella. La destrucción de la naturaleza es el más extremo machismo supremacista.

Ha manifestado en varias ocasiones que está más en riesgo la cultura rural que el clima o el lince. Ahora que la despoblación rural está en el debate público. ¿Cree que estamos a tiempo de salvar al mundo rural?

Es francamente difícil. La verdadera cultura rural no es el agricultor de hoy que paga letras por un tractor. Es la cultura del intercambio y del manejo; la que conoce cómo funciona un ciclo, la fertilidad de la tierra y tiene tanta sabiduría como cualquier universidad. Es casi imposible de recuperar, pero si fuéramos capaces de alcanzar el 10% de agricultura ecológica, acompañada de una interacción con la naturaleza de forma instintiva como antes, estaríamos en la senda de la recuperación de la salud del planeta. La despoblación es la consecuencia del desnutrir de autoestima. A la gente del campo se le convenció realmente de que eran ignorantes y despreciables si no abandonaban sus aldeas y se iban a la ciudad. El 80% de la gente que vivía en los pueblos se desplazó a las ciudades. Es un vuelco ideológico que vino como resultado del desprecio a lo que ellos mismos eran. Lo ideal sería un poblamiento equilibrado de esa ‘España Vacía’ con una selvicultura sostenible, un pastoreo y un cultivo extensivo e intensivo sin métodos torturadores. El problema es que la capacidad de reclutamiento de personas que se animen a poner en marcha ese modelo es mínima. 

En zonas semidespobladas de nuestra geografía se produce un conflicto entre los usos tradicionales como la ganadería y el turismo. ¿De qué manera se pueden compatibilizar estas dos formas de desarrollo para un territorio?

Es el mal llamado turismo de naturaleza. Si es turismo no es natural y si a una persona le gusta ir por la naturaleza no es un turista. La cantidad de gente que cree que su descanso tiene que ver con estos entornos no masificados es tan pequeño que no entran en conflicto con nada. Sí puede haber una incompatibilidad si se visitan ciertos espacios naturales muy conocidos y se producen avalanchas. Pero con la ganadería no lo hay. Sin embargo, sí que existe esa incompatibilidad con las macrogranjas superintensivas, porque es como construir un Manhattan. Tener una macrogranja de 5.000 cerdos en medio del campo es una bomba atómica incompatible con la naturaleza.  El ecologismo es la gran alternativa a la civilización machista y supremacista, porque es lo diametralmente opuesto. No vale todo. Ninguna contaminación está justificada porque nos quita la salud. Es la gran réplica a un modelo consumista y desarrollista que es una apisonadora de la vida en su conjunto. Somos atalantadores y queremos cuidar de lo que nos cuida.

El colectivo de repoblación de Fraguas Revive ha sido condenado a un año y seis meses de prisión por ocupar una antigua aldea de la Serranía de Guadalajara que hoy es monte público. ¿Es viable la repoblación  de zonas integradas en parques naturales con proyectos que no agreden al medio ambiente?

Es algo esporádico con lo que estoy totalmente de acuerdo. Las personas que pueblan estas zonas abandonadas van a vivir y están convencidas de que soportarán esa forma de vida. Esta realidad está ligada al movimiento okupa. Es una denuncia al catastrófico panorama del mercado inmobiliario y considero que no debería haber ocurrido lo que ha sucedido en Fraguas. Es compatible revitalizar un pueblo abandonado como una ecoaldea.

Se han cumplido 100 años de la creación de los Parques Nacionales en España. ¿La gestión política que se ha hecho sobre estos espacios protegidos es acertada?

Los parques naturales son imprescindibles, aunque este modelo de protección ambicioso no es el más acertado. Estos territorios están muchas veces desaprovechados y cuentan también con multitud de problemas medioambientales. Le damos un aprobado a la gestión, pero debe alcanzar un sobresaliente.

La actividad ganadera es la responsable de la emisión del 14% de los gases de efecto invernadero a la atmósfera. ¿La solución pasa por reducir o dejar de consumir alimentos de origen animal como defiende el veganismo?

El cambio del modelo alimentario de la población debería ser una prioridad como ocurre con el modelo energético. Si redujésemos en un 10% el consumo de carne, sería bueno para la salud individual e impactaríamos menos sobre el planeta. No se trata de que todos acabemos siendo veganos, pero tenemos que considerar que una dieta básicamente carnívora supone 1500 veces más de gasto energético que una dieta herbívora. El veganismo tiene poca capacidad. La sociedad está distante, influida por la publicidad y unos hábitos de consumo. Una de las mayores aberraciones es haber relacionado el consumo de carne con un determinado nivel social, de riqueza y bienestar. El veganismo y el animalismo son un necesario contrapeso a esta realidad.

“Si algo es negocio, no está a favor de la vida”

En España hay 50 millones de cerdos. ¿La proliferación de la industria porcina es la gran amenaza que afronta el medio rural?

Sí, el problema está en la gestión que se hace de las granjas. Es un disparate, porque casi todo es intensivo, se concentra en muchos puntos, genera un consumo de agua desmedido, serios problemas con la gestión de los purines de los cerdos y los piensos son importados. Volvemos al tema de la cultura rural. La figura del cerdo ibérico de bellota y la ganadería trashumante deberían ser la norma. Y desde luego si la vara de medir es la rentabilidad, el mundo caerá. Si algo es negocio, no está a favor de la vida.

¿Es partidario de prohibir la caza?

No y es contradictorio, porque soy pacífico, nunca he matado un animal y me repugna que alguien pueda divertirse quitándole la vida a algo. Hay que intentar que el colectivo de los cazadores se autolimite y se autoeduque. Es una cuestión política. Los cazadores están rabiosos y se comportan de una forma demagoga y lo ideal sería que cada vez más personas defiendan que en su dehesa no se caza para limitar el ejercicio de la caza. Soy muy de 68, de la idea de prohibido, prohibir y si la caza se prohibiera con un decreto, atención a las consecuencias. 

La presencia del lobo representa una vieja batalla entre naturalistas y ganaderos en el hábitat rural. ¿Cree que donde más lobos se matan, más daños sufre el ganado?

La erradicación de algunos elementos de la naturaleza y no saber cómo se comportan socialmente algunas especies crea problemas. Está acreditado por los científicos que una manada de lobos con suficientes individuos y bien estructurada ataca menos al ganado doméstico que un lobo solitario que tiene más dificultades y va a la presa fácil. El lobo está dignificado por los urbanitas y encierra una mitología. Es la expresión máxima de una naturaleza completa. La mirada del lobo resume la belleza natural de este país. Es difícil que alguien que sufre pérdidas económicas entienda este planteamiento, pero compensar totalmente las pérdidas que el lobo ocasiona a la ganadería es sencillo. La verdadera dentellada no la da el lobo. Es de la PAC, que da un 500% menos al ganadero de lo que yo pago cuando voy a comprar el producto a la tienda. El lobo se convierte en un chivo expiatorio y un desahogo para agricultores y ganaderos cuando el problema reside en la economía.

El río Tajo ha sido maltratado en su ecología para justificar la necesidad de llevar el agua allá donde la naturaleza no la genera. ¿Cuál es la alternativa a una política hidráulica  que sobrexplota los recursos naturales y daña el ecosistema de ribera?

El Tajo es según los expertos y por las multas que nos pone la Unión Europea es el río peor tratado de Europa. Tiene procesos gravísimos de contaminación, degradación de la ribera y parte importante de su agua se la llevan. La agricultura del Levante tiene que depender de otros acuíferos y realidades. Nunca he apoyado el trasvase ni siquiera cuando comenzó hace 40 años. El Tajo está lamentablemente dañado y necesita un plan de regeneración integral que lo rescate.

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