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Villarrobledo en la encrucijada de la cohesión y la contradicción territorial: el sentido de Castilla-La Mancha (Parte II)

Antonio Santos - Sociólogo y Técnico de programas de desarrollo local

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Dar sentido a una región para consolidar la comunidad autónom, precisa una reflexión colectiva que nos ayude a afrontar los retos y nuestra posición territorial comparativamente con otras comunidades y, por qué no, con el resto de las regiones de la Unión Europea.

La historia social y política autonómica castellanomanchega se puede escribir con un sentido conformador: “Las cosas son como son”. Así no aportaríamos nada. Una alternativa es fijarnos en aquello que no se ha hecho o ha sido apartado de las agendas políticas. En este sentido, nos fijaremos en las áreas funcionales como forma de cohesión del territorio, la definición estratégica de la intervención política así como la construcción del capital social como impulsor del desarrollo territorial. 

Sirvámonos del ejemplo de una población castellanomanchega, Villarrobledo, situada en el centro geográfico de esta región (más o menos, para no rivalizar con los amigos de Alcázar de San Juan o Tomelloso). No obstante, las problemáticas territoriales son muy similares en todas las poblaciones de Castilla-La Mancha de tamaño similar a estas.

Villarrobledo, con casi 25.000 habitantes (padrón de 31 de diciembre de 2022), es una de las 16 poblaciones de más de 20.000 habitantes que tiene la región y, si no contamos las capitales de provincia, una de las once ciudades de ese mismo ranking. Se encuentra situada en el eje centro-sur-levante peninsular articulado por la línea férrea y autovías que une dichos puntos geográficos. Estamos ante uno de los enclaves con mayor densidad de población de la región, la Mancha Centro.

Las ciudades castellanomanchegas situadas en dicho eje demográfico son las más dinámicas socioeconómicamente de la región y, al mismo tiempo, también las que sufren las mayores contradicciones como consecuencia de la estructura territorial y desarrollo político autonómico. Villarrobledo no es la excepción, más bien comparte las mismas virtudes y problemáticas.

El intento fallido

Se hizo un intento, a finales del mandato del presidente José María Barreda, de configurar las áreas funcionales como respuesta a la cohesión territorial, pero ni hubo voluntad política, ni se utilizaron los procedimientos adecuados para definir dichas áreas. Aquello fue una iniciativa institucional (de arriba a abajo) y metodología académica que dio como resultado la intrascendencia social; si a ello se le une la absoluta despreocupación por las cuestiones territoriales que demostró el Gobierno de Cospedal y siguientes, la iniciativa terminaría evaporándose.

La política territorial es ante todo una construcción social susceptible de ser interpretada como factor de desarrollo; de aquí que los recursos locales se puedan identificar y poner en valor, siempre dentro de un contexto social y político, fundamentales para obstaculizar o ejercer de catalizadores para el desarrollo. La articulación de lo local con lo global puede constituirse como un instrumento de innovación, siempre que se cuente con estrategias localmente definidas. En este sentido, el capital social ha sido, desde mediados de la década de los 90, un referente para el análisis de temas relacionados con la pobreza, la participación social, el desarrollo territorial, etc.

En Villarrobledo la programación estratégica entra por primera vez en la agenda política local con la elaboración del Plan de Desarrollo Rural, para solicitar, conjuntamente con otras poblaciones, un programa de desarrollo rural (PRODER, una ampliación del programa LEADER de la Unión Europea) elaborado con el fin de obtener recursos para la comarca, creada “exprofeso” (básicamente artificialmente pues no había/no hay objetivos territoriales, ya que la suma de las partes no es el conjunto). Actualmente, sigue existiendo tal estrategia “comarcal”.

Pasados los años, se elaboró una estrategia de desarrollo urbana sostenible e integrada (las conocidas como EDUSI) que ahora han evolucionado a Planes de Acción Local. Villarrobledo tiene elaborado uno y aprobado en pleno desde abril de 2023, plan que en los próximos meses se transformará en una Agenda Urbana (esto ya es la guinda del progreso territorial “lo más”, el cum laudem urbano).

El problema aparece cuando el contexto no ayuda, en este caso el regional

Con estas nuevas estrategias urbanas, nuestras ciudades están realizando un gran esfuerzo para situarse en el mapa de la innovación y la mejora de infraestructuras, muchas de ellas obsoletas tras más de 40 años de existencia: Villarrobledo pierde por su red de agua potable más del cincuenta por ciento de agua, debido a la obsolescencia de su canalización; en dotaciones culturales y deportivas (Villarrobledo no cuenta con programación cultural, carece de cine, apenas las obras de teatro que ellas mismas se ofrecen a cambio de la recaudación detaquilla…), etc. Y este objetivo de mejora de recursos e infraestructuras, se persigue conseguir mediante fórmulas de gobernanza y planificación débilmente estratégicas pero movilizando el capital social con el fin de lograr dotar y cohesionar a la población local. El problema aparece cuando el contexto no ayuda, en este caso el regional.

El marco regional está en otra cosa. La estructura política y administrativa continúa con los mismos criterios que hace 40 años, incluso peor en algunos casos, porque al no adecuarse las políticas regionales a las locales, los problemas derivados se han incrementado. Esto es, No por ser castellanomanchegos somos “españoles-mucho españoles”, y por tanto vacunados contra la desigualdad. Castilla-La Mancha no posee esencia, sino existencia, y para ello, necesita servicios y políticas que faciliten el bienestar y aseguren calidad de vida: la sanitaria con un área comarcal que comprende varios municipios (por cierto, insuficientemente atendidos por el Hospital, póngase como ejemplo la falta de médicos especialistas, pruebas médicas básicas que no se atienden…); la de empleo, también comarcal, no coincide con los municipios que conforman la sanitaria; otro tanto ocurre con la oficina comarcal agraria, así como con los que conforman la comarca de acción del LEADER… y así podríamos seguir hasta el infinito.

Los problemas son evidentes: pérdida de población (incluso en Villarrobledo), sobre todo de jóvenes e inmigrantes, masculinización del mercado de trabajo, enfermos que con “un uñero” tienen que ir a Albacete o Cuenca para ser atendidos… ¡Ah, pero eso sí!, nuestros dirigentes del PSOE y del PP, se rompen hasta el llanto por la unidad de España y la igualdad de todos los españoles, sin llegar a ver que la cohesión y la igualdad son también conceptos existenciales que por lo tanto atañen a la situación de nuestros jóvenes, nuestras mujeres, nuestros enfermos, nuestros emprendedores,… a los que se debería atender en pro de una mejora sustancial de sus condiciones vitales actuales.

No por ser castellanomanchegos somos “españoles-mucho españoles”, y por tanto vacunados contra la desigualdad. Castilla-La Mancha no posee esencia, sino existencia, y para ello, necesita servicios y políticas que faciliten el bienestar y aseguren calidad de vida. Se precisa, pues, la cooperación intermunicipal para desarrollar estrategias adecuadas a las necesidades y cualidades de nuestras poblaciones.

Dar sentido a una región para consolidar la comunidad autónom, precisa una reflexión colectiva que nos ayude a afrontar los retos y nuestra posición territorial comparativamente con otras comunidades y, por qué no, con el resto de las regiones de la Unión Europea.

La historia social y política autonómica castellanomanchega se puede escribir con un sentido conformador: “Las cosas son como son”. Así no aportaríamos nada. Una alternativa es fijarnos en aquello que no se ha hecho o ha sido apartado de las agendas políticas. En este sentido, nos fijaremos en las áreas funcionales como forma de cohesión del territorio, la definición estratégica de la intervención política así como la construcción del capital social como impulsor del desarrollo territorial.