En veinte años de trayectoria, Dreamworks Animation se ha consolidado como uno de los estudios más importantes dentro del mundo de la animación. Una carrera avalada por películas notables (“Shrek”, “Megamind”) y por contundentes éxitos (“Madagascar”, “Kung Fu Panda”) que sitúan a la compañía en un eterno tercer puesto tras las hegemónicas Disney y Pixar. Este orden en el escalafón persistirá mientras Dreamworks no abandone la irregularidad en la calidad de sus proyectos y las concesiones al público infantil, lo que limita un alcance más amplio.
A pesar de todo, en el año 2010 Dreamworks fue capaz de concitar el entusiasmo unánime de críticos y espectadores gracias a “Cómo entrenar a tu dragón”, adaptación libre de la serie de libros de Cressida Cowell que supuso una bocanada de aire fresco en el panorama de la animación. Cuatro años después, el mismo equipo técnico y artístico se hace cargo de la secuela con un presupuesto mayor y el doble de ambiciones.
En esta segunda parte se multiplica el número de dragones y de vikingos, las escenas de acción crecen en impacto y el espectáculo arrasa con la trama. Lo que no significa que la película sea mejor que su antecesora. “Cómo entrenar a tu dragón 2” infla hasta tal extremo sus propuestas que es difícil no sentirse apabullado por cuanto sucede en la pantalla. A los consabidos vuelos y combates épicos se añade una historia en la que el pasado de los personajes regresa con aliento dramático. Sin embargo, queda la sensación de que el argumento está supeditado a los logros técnicos, que el guión es un vehículo para lucir la portentosa habilidad de los animadores.
El mensaje pacifista y ecológico de la primera película se ve también aquí potenciado mediante una moraleja que consigue aunar la diversión con la lección pedagógica. Los niños salen del cine con los ojos en blanco, y sus padres reconfortados por la enseñanza moral. Hay una intención por parte del director Jean DeBlois de construir un film grande, enorme, que no tenga parangón en su género. Y para ello no duda en recurrir a la fórmula de cuanto más, mejor. Pero la línea entre el exceso y el abatimiento en ocasiones es muy fina, y DeBlois está a punto de cruzarla varias veces. El guión apenas deja resquicios para tomar aliento, lo que puede provocar el desinterés de los espectadores menos cómplices.
“Cómo entrenar a tu dragón 2” exhibe una técnica virtuosa y un diseño de decorados y personajes de gran atractivo visual. Contiene buenas dosis de comedia y garantiza el entretenimiento; no obstante, un poco menos de impaciencia y de hipertensión hubiese redondeado el conjunto. Con esta película prosigue la franquicia que tiene ya en marcha una serie de televisión y el proyecto de un tercer largometraje, lo que demuestra que Dreamworks ha encontrado carne en el hueso, y que no va a soltarlo fácilmente.