Hoy en día existen muchas formas de obtener energía, algunas de las cuales ya hemos analizado. Hoy quiero centrarme en las centrales nucleares. Todos hemos oído a hablar de esto alguna vez e incluso cuando alguien lo nombra se nos viene a la cabeza, por ejemplo, la icónica imagen de los Simpsons con la central nuclear de fondo emitiendo un humo verde o negro. Pero, ¿sabemos realmente cómo funciona? ¿Qué residuos produce y qué se hace con ellos? ¿Es tal y como nos lo pintan en los dibujos animados o no tiene nada que ver? Vamos enfocarnos en la situación en la que está España.
Una central nuclear es una instalación industrial que genera electricidad por medio de energía térmica que se ha producido por medio de reacciones de fisión en la vasija de un reactor nuclear, donde está el combustible. Esta energía térmica liberada por dicho combustible (que generalmente es uranio) se transforma en energía mecánica, y esta se transforma a su vez en en energía eléctrica.
Actualmente existen unos 447 reactores en todo el mundo, siendo Estados Unidos el primer país, con unos 96 reactores nucleares, seguido de Francia con 58. España se encuentra algo más abajo en la lista, con 7 reactores nucleares en todo el país, y es que aquí únicamente un 22,2% de la energía viene de dichas centrales, seguidas muy de cerca de las centrales térmicas de carbón, gas o fueloil (21,8%). En tercer lugar se encuentra la energía eólica (20,1%) y en último lugar, las centrales de ciclo combinado en las que se utiliza gas (12,3%), según datos de 2017.
Las centrales nucleares no emiten gases de efecto invernadero ni cenizas como lo pueden hacer las centrales térmicas, por lo que aquellas ‘emisiones’ que emanan de las torres de refrigeración que se dibujan en los Simpsons y que todos vemos por la ventanilla del coche como perjudiciales y contaminantes, tan solo es vapor de agua (aunque este también influye en el medio ambiente). De momento, la única energía que no contribuye al cambio climático es la nuclear, sin tener en cuenta las renovables, claro, las cuales son bastante más beneficiosas. Pero desde luego, son otros los motivos que han puesto a la energía nuclear en el punto de mira.
Emiten de forma constante sustancias radiactivas en forma de gas, sólidos y aerosoles, cuyas cantidades están reguladas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Algunos ejemplos de estas sustancias son: Kr-85, Xe-133, partículas con Rb-89, Cs-137 y Cs-134 y tritio, entre otras. Además utilizan uranio como combustible (el cual también es radiactivo), lo que incluye la extracción de dicho material y su procesamiento para ser propiamente utilizado, además de los residuos que produce, los cuales habrá que tratar correctamente para no causar daño al medio ambiente, pero ¿cómo se hace eso en nuestro país?
Una vez que los residuos son generados, estos son almacenados hasta que su actividad radiológica disminuya un poco (aunque luego tardan más de un siglo en desaparecer y hay que tener un control continuo de su estado). Dependiendo de si los residuos son de baja, media o alta actividad, el almacén será de una forma u otra. En España la mayoría de los residuos son de baja y media actividad de origen hospitalario o de equipos de investigación, entre otros. Estos se almacenan en el almacén centralizado del Cabril (Córdoba), gestionado por la empresa ENRESA.
Los residuos pueden ser almacenados en piscinas en las centrales nucleares que los generan. Si estos almacenes están saturados, se pasa a un almacén temporal individualizado de la central, los cuales están en Trillo, José Cabrera y está pendiente en la central de Ascó. También existen los almacenes temporales centralizados, que el Gobierno español quiso instalar en Villar de Cañas hace un tiempo atrás, lo que causó gran polémica hasta su paralización en 2018. Hasta que esto se decide, estos residuos son temporalmente almacenados en las piscinas de las centrales y posteriormente llevados al país vecino, Francia, al que se debía de pagar unos 60.000 euros diarios en 2010 por dicha gestión, cifra que hoy ha aumentado en 75.000 euros diarios.
Por último está el almacenamiento definitivo o almacenamiento geológico profundo, donde se procede a la gestión final de los residuos. Este tipo de almacenes aún no existen en España.
En nuestro país, existe aún mucho miedo por las consecuencias que podría conllevar un accidente nuclear como el sucedido en Chernóbil o Fukushima, y, aunque actualmente está todo muy vigilado y controlado, aún existe tal reticencia hacia la construcción de almacenes y hacia las centrales nucleares en general. Cada día, miles de residuos viajan por nuestra Península hacia el ATC de El Cabril y hacia Francia, donde se almacenan definitivamente, puesto que ellos sí poseen infraestructuras para ello.
Para concluir, cabe destacar que se debería de proporcionar más información sobre las ventajas e inconvenientes de las centrales nucleares, o empezar a apostar por las renovables (aunque queda mucho por investigar aún para que esto sea eficiente), ya que las centrales térmicas suponen un gran daño medioambiental para el planeta además de contribuir a los gases de efecto invernadero.
¿Y tú, qué piensas?
Sobre este blog
La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
0