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Por una educación sostenible

Una parte muy importante de las creencias, comportamientos y aptitudes hacia la ecología, la sostenibilidad y el medio ambiente, pasan por la educación. Al igual que otras muchas cosas, valores y hábitos. Hoy vamos a hablar de cómo la educación nos afecta y nos influye en nuestro futuro dependiendo la deriva que escojamos, o la que elijan nuestros progenitores, si somos nosotros los educandos. Cabe preguntarnos pues ¿qué podemos hacer por mejorar la salud del medio ambiente? Que por cierto, en definitiva, es la nuestra.

En palabras de Nuria Atienzar, quizá no falte mucho para que se inicie una era de seres humanos libres de dogmas de cualquier clase, de personas autorrealizadas a las que sea imposible someter a órdenes hipócritas, conscientes por fin de la vida más allá de cualquier otra cuestión.

Y es que como seres humanos, tenemos la obligación y la responsabilidad de cuidar nuestro entorno, nuestro hogar y asegurarlo para próximas generaciones, y que puedan disfrutar de la naturaleza al igual que lo hemos hecho nosotros, y a ser posible con plena salud y realización personal. Así como transmitirlo a su vez a sus hijos y educarlos para que ellos,también lo transmitan a su descendencia. Este es uno de los ejes vertebrales del libro de Nuria, 'La esperanza calza un veintiséis'.

En el libro podemos encontrar una crítica al sistema, económico y educativo. Y especialmente, a las consecuencias de centrarnos en aspectos “poco relevantes” a la condición humana, al trabajo cooperativo, y al respeto por la naturaleza, como la mayoría de veces pretenden las leyes capitalistas y neoliberales que nos condicionan, queramos o no.

“¿Existe una evolución en nuestra vida más allá de las metas marcadas por el exterior?”

Como dice Nuria: ¿Nos habremos equivocado en el camino a seguir? Si nuestro modelo vital nos destruye mentalmente, ¿por qué lo perpetuamos? ¿Existe una evolución en nuestra vida más allá de las metas marcadas por el exterior? ¿La consecución de estas metas nos proporciona un verdadero bienestar?

Siguiendo con la autora. La educación, al encontrarse al servicio del sistema productivo, encuentra en la competencia entre sus miembros, la motivación perfecta para animarlos a continuar luchando por destacar, contando con la rentabilidad para el sistema que esa lucha conlleva. En este sentido, debemos darnos cuenta de lo importante que es comenzar a separar educación de producción. Una educación que estimula la pugna y la rivalidad no está cumpliendo su verdadera función como la guía del desarrollo humano que debería ser.

“En el mundo real, todo lo que contiene la prodigiosa y admirable naturaleza, está sometido al yugo de la destrucción de los seres humanos, porque nosotros, a través de nuestras culturas, de nuestras invenciones y aspiraciones insostenibles, nos hemos visto legitimados para maltratarlo a nuestra conveniencia”.

Esto es perverso, pero peor es no pararnos a pensar y reflexionar sobre el rumbo de nuestros actos, las consecuencias de nuestro ejemplo, y la forma de enseñar, educar y transmitir el conocimiento que estamos utilizando.

Para terminar, me gustaría acabar con otra reflexión de Nuria Atienzar:

Nuestras necesidades naturales inherentes pierden total importancia en medio del cúmulo de preocupaciones y continuas obligaciones que nos han sido marcadas. Y lo hacemos sin más, dócilmente nos negamos a atendernos como nos lo manda la parte natural y real de nosotros mismos, porque hemos aprendido que no somos, ni mucho menos, tan importantes como  los beneficios que debemos obtener mediante el sacrificio de esa porción de nuestro ser.

“Olvidar el mundo natural es también olvidar una parte muy importante de nosotros mismos y en este sentido el papel de la educación debería ser retardar, incluso impedir, dicho olvido. Este objetivo requiere contar con escenarios naturales y reales como recursos educativos de primer orden”.

Una parte muy importante de las creencias, comportamientos y aptitudes hacia la ecología, la sostenibilidad y el medio ambiente, pasan por la educación. Al igual que otras muchas cosas, valores y hábitos. Hoy vamos a hablar de cómo la educación nos afecta y nos influye en nuestro futuro dependiendo la deriva que escojamos, o la que elijan nuestros progenitores, si somos nosotros los educandos. Cabe preguntarnos pues ¿qué podemos hacer por mejorar la salud del medio ambiente? Que por cierto, en definitiva, es la nuestra.

En palabras de Nuria Atienzar, quizá no falte mucho para que se inicie una era de seres humanos libres de dogmas de cualquier clase, de personas autorrealizadas a las que sea imposible someter a órdenes hipócritas, conscientes por fin de la vida más allá de cualquier otra cuestión.