La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
Una de maquinitas de reciclaje y costes
Estos días está saltando a la opinión pública un modelo de recogida de envases denominado Sistema de Devolución y Recompensa (SDR), para el que sería necesario un despliegue tecnológico que haría posible un sistema de puntos: quien comprase productos envasados recibiría puntos en una aplicación al escanear el código de barras del envase.
A partir de aquí surge un problema para el SDR: ¿qué pasa si el residuo escaneado, por el que el usuario ha recibido puntos en la aplicación, no acaba en el contenedor adecuado? Para evitar esto se requiere de una nueva infraestructura de recogida basada en máquinas que reciben esos residuos y asignan los puntos.
Hace tiempo que se empezó a generar ruido mediático sobre esta opción. Ecoembalajes España S.A., la promotora de la idea, dedica decenas de millones de euros a comunicación, con lo que consigue crear corriente de opinión a favor de sus ocurrencias. En su momento el invento –los “reciclos”- me parecieró una estrategia de publicidad verde engañosa. Y consulté con distintas administraciones públicas que aparecían como candidatas a implantar esta curiosa forma de recoger residuos de envases en sus territorios.
Las respuestas estaban todas en la misma línea:
- La Comunidad de Madrid contestaba a mi pregunta sobre “reciclos” diciendo que: Se trata de una iniciativa de la entidad Ecoembes y no de una medida que debiera estar incluida en los documentos de planificación o legislación autonómicas o de otro orden. Por tanto, la Comunidad de Madrid no tiene previsto asumir ningún coste que esta iniciativa, si se llevase a cabo en algún municipio de la misma, pudiese generar.
- Desde Castilla La Mancha me explicaban que: En primer lugar, hay que aclarar que es una medida adoptada por Ecoembes en el marco de su responsabilidad ampliada (la de sus empresas adheridas) … La realización del proyecto “Reciclos” no supone coste económico alguno para la administración regional.
- Desde País Vasco: La campaña que cita se está llevando a cabo en Cataluña. No se tienen noticias de que se vaya a implantar en la CAPV en un futuro próximo. Al ser una campaña, no son necesarios estudios técnicos o jurídicos que la avalen. Se desconocen los costes que pueden tener dado que no es una campaña en la que participan Entidades Locales de la CAPV. Respecto a su comparación respecto a un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno, si los envases así recogidos son destinados a su reciclado, no supone ninguna mejora ambiental relevante respecto al sistema de recogida separada mediante contenedores.
Pero ahora resulta que Ecoembes pretende que su nuevo sistema de devolución de envases Reciclos se pague con dinero público. Saltan las alarmas porque, según ecologistas en acción: Una iniciativa legislativa en la Comunitat Valenciana propone que Ecoembes, junto con las marcas de alimentación y los grandes supermercados, siga trasladando su responsabilidad legal como productores a las personas contribuyentes.
Medios especializados en el sector del envasado hablan de ello en términos inquietantes: Devolución y recompensa: el futuro del reciclaje de envases. Las principales organizaciones que reúnen a la industria y la distribución del gran consumo (Anged, Aecoc, Asedas, Fiab, Stanpa, Aces y Adelma) han manifestado su compromiso con el impulso de modelos de colaboración público-privada que, desde esa visión, permitan impulsar el reciclaje de envases en nuestro país.
Para entender la magnitud del despropósito sería necesario hacer un poco de historia y recordar que, hace tan solo un par de años, esas mismas empresas y organizaciones de la industria y la distribución del gran consumo echaban pestes de las “maquinitas” para la recogida de residuos de envases que ahora promocionan. Las mismas máquinas ¿Por qué ahora sí les gustan? Empecemos por analizar el marco legal.
La, todavía vigente, «Ley 11/1997, de 24 de abril, de Envases y Residuos de Envases» En su artículo 6 del Capítulo, IV Sección 1.ª “Sistema de depósito, devolución y retorno”, establecía las siguientes obligaciones:
Los envasadores y los comerciantes de productos envasados o, cuando no sea posible identificar a los anteriores, los responsables de la primera puesta en el mercado de los productos envasados, estarán obligados a:
- Cobrar a sus clientes, hasta el consumidor final, una cantidad individualizada por cada envase que sea objeto de transacción. Esta cantidad no tendrá la consideración de precio ni estará sujeta, por tanto, a tributación alguna.-
- Aceptar la devolución o retorno de los residuos de envases y envases usados cuyo tipo, formato o marca comercialicen, devolviendo la misma cantidad que haya correspondido cobrar de acuerdo con lo establecido en el apartado anterior.
No obstante lo señalado en el párrafo anterior, los envasadores sólo estarán obligados a aceptar la devolución y retorno de los envases de aquellos productos puestos por ellos en el mercado. Asimismo, los comerciantes sólo estarán obligados a aceptar la devolución y retorno de los residuos de envases y envases usados de los productos que ellos hubieran distribuido si los hubiesen distinguido o acreditado de forma que puedan ser claramente identificados.
Responsabilidad ampliada del productor desde 1997
Es decir, ya en 1997 la legislación estatal incorporaba los Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) como forma de aplicar la responsabilidad ampliada del productor –un principio que obliga a quien pone en el mercado un producto (cualquier producto) que con su uso se convierte en residuo a asumir los costes de gestionar ese residuo evitando que acabe en un vertedero-. Tal y como se definen en la normativa los SDDR pueden aplicarse a cualquier residuo (qué se yo colillas de cigarros). Y no se especifica cómo. La ley no habla de maquinitas.
Quizá es un buen momento para recordar que los SDDR tienen dos ventajas fundamentales:
- Por un lado permitirían la reutilización del producto devuelto en tanto que si, por ejemplo, recogemos botellas de vidrio enteras podemos limpiarlas y rellenarlas, frente a la recogida en contenedor que impide esa reutilización.
- La otra ventaja es una mejora significativa en la transparencia. Al recoger los envases uno a uno y tener que devolver el importe del depósito entregado en la primera compra se lleva un control mucho más exhaustivo de la cantidad de envases en el mercado y de la cantidad de ellos que se recuperan. La participación de varios agentes en ese proceso (el envasador, el sistema de gestión, el establecimiento, el consumidor) también hace mejora la transparencia frente al sistema de caja negra que es el contenedor amarillo.
A pesar de la previsión en la legislación de 1997 en España no solo no se implantaron sistemas de depósito, devolución y retorno, sino que poco a poco han ido desapareciendo los pocos envases retornables que se utilizaban masivamente. ¿A qué responden, por ejemplo, las crecientes cifras de vidrio reciclado? ¡Bingo! Cada vez reciclamos más toneladas de vidrio porque cada vez quedan menos envases de vidrio retornable. Se impone el modelo de usar y tirar. El motivo es sencillo: competir con el modelo centralizado y lineal que permiten las latas de usar y tirar, por ejemplo en el caso de Red Bull, es difícil para las envasadoras locales que asumen el coste de recoger los cascos devueltos, los higienizan y los rellenan.
Llenar latas o plásticos de usar y tirar en una megainstalación centralizada donde alguno de los elementos de producción (materia prima, mano de obra, legislaciones laxas en lo ambiental o en lo laboral…) sea especialmente barato y mandarlos al resto del mundo es más rentable en términos monetarios que apostar por la producción distribuida, generando empleos de calidad, respetando las variedades locales… Y lo es porque el envase de usar y tirar no asume los impactos económicos, ambientales y sociales que genera.
Pero el impacto de la contaminación por plásticos es cada vez más evidente. Perdemos biodiversidad donde debería conservarse, tenemos sustancias del plástico en la sangre y la orina…
Ante el impacto por el abuso del plástico de usar y tirar cada vez más personas y organizaciones empezaron a quejarse públicamente de productos absurdamente envasados. Isa, por ejemplo, colgó una foto de una cebolla retractilada que recorrió redes sociales y medios de comunicación dando origen a la campaña #desnudalafruta.
Cuando la campaña empezó a llegar a los medios tradicionales la industria contraatacó en dos frentes:
- Por un lado el Proyecto Libera, donde quienes causan el problema se disfrazan de salvadores del mundo (abusando de la buena conciencia ambiental de voluntarios).
- Por otro lado la industria del material más denostado creó contenidos cuestionando a quienes evidencian el problema de la contaminación causada por los plásticos de un solo uso, dibujando a su material como aliado del medio ambiente.
De este modo la creciente inquietud social por el problema de los envases de plástico de usar y tirar tiene respuesta: ahora la industria difunde desinformación, falsas noticias y hace un greenwashing cada vez más intenso.
De la mano de estas campañas aparecieron espacios patrocinados en televisión, prensa, medios digitales. Si, qué se yo, un medio se hacía eco del informe de Greenpeace “Maldito plástico” al poco aparecía una sección patrocinada por Ecoembes en ese medio. Por supuesto, patrocinios para controlar lo que se publica y se deja de publicar.
Afortunadamente existen medios independientes y medios públicos. Donde la crítica al modelo de gestión y el análisis de la necesidad de mejora han seguido apareciendo. Podría citar varios ejemplos pero me vais a permitir quedarme con el Repor, emitido en el 24 horas de Televisión Española, titulado “Residuo en venta”. O la serie que ha ido emitiendo el programa Escarabajo Verde sobre la basura, empezando por el contenedor amarillo.
“Seguir controlando el discurso”
Pero la industria tiene sus recursos para seguir controlando el discurso: ir a por el mensajero. Es evidente que algo no funciona en el contenedor amarillo. Y para taparlo… van a por quien lo pone de manifiesto. Personalmente fui tan inocente de caer en la trampa que permitió a Ecoembes construir un relato falso sobre mi motivación para escribir sobre las estadísticas de gestión de residuos. Pero habría dado igual, como esta historia y su cronología es fácil de contrastar, buscaron una forma de insultar y descalificar desde perfiles anónimos cuyo objetivo no es otro que minar la credibilidad de quien contrasta información pública y publicada.
A pesar de la estrategia de desinformación, los datos sobre recuperación de residuos de envases y su reciclaje siguen lejos de estar a la altura de los compromisos adquiridos. Desde Europa se suceden las recomendaciones a nuestro país para que profundice en la implantación de mecanismos de responsabilidad ampliada del productor y sistemas de devolución y retorno (no solo para envases).
Tampoco podemos olvidar que (quizá en un intento de evitar el avance medidas para ampliar la reutilización y mantener su estrategia comercial basada en envases de usar y tirar) la propia industria europea de refrescos y agua embotellada apoya los sistemas de depósito de envases.
Para silenciar la evidente necesidad de mejora en los modelos de recogida y gestión en España, la industria del envase de usar y tirar y los grandes distribuidores de producto envasado han hecho una fuerte campaña contra la implantación de sistemas de depósito, devolución y retorno. Para muestra el botón que puso el Grupo Día en su blog corporativo: ¿Quién se encarga de la fabricación de las más de 90.000 máquinas que se pretenden implantar? ¿A dónde va este beneficio? No parece que sea el medio ambiente. El ataque, como puedes leer en el enlace anterior, se centra en las máquinas y en el coste de su adquisición.
En la misma línea se pronunciaba Ecoembes, cuestionando una máquina de retorno que está valorada en 23.000€ y reduciendo el modelo de devolución y retorno de envases a un negocio en la venta de máquinas de aproximadamente 475 millones de euros.
Tratando de asegurar el argumento dedicaron bastante dinero a financiar chapuzas con las que lanzar titulares y manipular a la opinión pública. Tratan de pervertir el proceso de toma de decisiones en materia de gestión de residuos con estudios que carecen del rigor necesario para asumir sus conclusiones.
Como resultado de esa inversión en falsas noticias, en vez de avanzar en la línea de las recomendaciones europeas, en España hemos ido modificando la normativa estatal para dificultar la incorporación de los sistemas de retorno (aplicables a cualquier tipo de producto que con su uso se convierte en residuos) ¿Cómo y porqué? Veamos…
Lo primero y más importante era buscar aliados. El discurso de la industria del envase de usar y tirar estaba claro y alineado con sus intereses: nada de SDDR es muy malo, sobre todo para nuestras cuentas de resultados… maquinitas, recogida, de las maquinitas… ni de broma.
¿Cómo conseguimos que esto no se implante? Creando una corriente de opinión favorable a los intereses de la industria del envase de usar y tirar ¿Cómo? Financiando al tocado mundo de la comunicación: publicidad en prensa, televisión, radio… ejemplos hay muchos. Vamos con uno. Internet, en contra de lo que puedas creer, tampoco es un paraíso para la libertad de información. Las grandes corporaciones lo saben bien y hacen todo lo que pueden por imponer su discurso, también en la red. Por ejemplo gastando dinero (de todos los consumidores en este caso) para evitar que Google liste entre los resultados de búsqueda los contenidos que cuestionan su modelo.
Iniciativas legislativas
Por si esto no era suficiente Ecoembes abortó los experimentos y las iniciativas legislativas para la implantación de Sistemas de Devolución y Retorno de Envases. Entre otras maniobras quizá destaca la llamativa oferta de 17 millones de euros que acabó con la destitución de Julià Àlvaro como secretario autonómico de Medio Ambiente del gobierno valenciano.
En todo este camino Ecoembes ha tenido la genialidad de «inventar» un sistema de recogida de residuos con maquinitas. Las mismas del SDDR, igual de caras. Pero se llama Sistema de Devolución y Recompensa (SDR) y tiene puntos, los Reciclos. Así sí que mola ¿verdad?
Menudo viaje ¿no? De gastarse el dinero de todos para pagar estudios, cátedras universitarias, programas de radio y televisión donde se dijese que las maquinitas eran carísimas y malísimas para el medio ambiente a empezar a poner las maquinitas por todo el país… ¿qué cambia?
Pues que estamos en proceso de revisión de la legislación sobre gestión de residuos. Y en la tramitación de un nuevo reglamento de envases y residuos de envases. Y la oportunidad la pintan calva. Ante la evidencia de que antes o después tendrá que pasar por un SDDR para los residuos de envases adheridos a su sistema integrado de gestión, Ecoembes se ha anticipado para conseguir que los medios necesarios para su modelo de negocio se paguen con dinero público. Sí que tú y yo le paguemos las máquinas a Ecoembalajes España, S.A.
¿El problema? Que el sistema de responsabilidad ampliada del productor debería cubrir los costes de la recogida separada y gestión de los residuos. Lo haga con contenedores de colores, con maquinitas tragaperras o como quiera hacerlo. ¿Pretenden comprar esas maquinitas con los fondos europeos de qué? Vamos bien.
Por cierto (que igual no es tan evidente como parece), la diferencia entre SDDR y SDR radica en el que el primero traslada los costes de la gestión de residuos a quienes distribuyen productos envasados, mientras que el segundo premia el consumo de esos productos, fomentando su venta frente a alternativas con menor impacto, como los productos a granel. Sin olvidar que el retorno de envases no requiere de máquinas y se puede hacer de forma completamente manual, especialmente si el recipiente se destina a reutilización.
Una obligación de las empresas
La responsabilidad ampliada del productor es una obligación de las empresas que ponen en el mercado productos que con su uso se convierte en residuos. Podemos municipalizar la recogida de envases, pero los costes tienen que asumirlos y pagarlos envasadores y distribuidores de productos envasados. Porque la forma de reducir el impacto de los residuos de usar y tirar es que la cadena de valor de los productos incorpore los costes ambientales, sociales y económicos que actualmente traslada al conjunto de la sociedad con el modelo basado en contenedores de colores.
Y no me lo invento yo. Lo piden desde Europa, por ejemplo, en una directiva sobre los plásticos de un solo uso en la que se pide, entre otras cosas, que los productores de productos de plástico de un solo uso sufraguen los costes de la limpieza de los vertidos de basura dispersa generada por dichos productos y su posterior transporte y tratamiento.
En pleno proceso de transposición de esta directiva los Reciclos son una bomba de humo para tratar de despistar a los responsables de tomar decisiones y de distribuir adecuadamente los costes de la gestión de residuos. Cabe recordar que actualmente en ciudades como Madrid el contenedor amarillo apenas asume el coste de la gestión de un 30% de todos los residuos de envases adheridos a su modelo.
Así pues, gracias a algunos de los pocos medios independientes que quedan hemos sabido que “Ecoembes pretende que su iniciativa para frenar un sistema de retorno de envases SDDR se pague con dinero público”. Y se recoge que una iniciativa legislativa en el País Valencià plantea el uso de fondos públicos para sufragar el coste del programa Reciclos. Alucinante. El mismo modelo que hace unos años era una forma de propaganda de Ecoembes sobre la que las administraciones públicas no sabían o no querían saber nada podría ir camino de convertirse en la forma de recoger residuos de envases.
En fin, cosas veredes, cosas tenedes, como más te guste. Pero el caso es que lo que debería ser un escándalo, puesta en evidencia la torpe estrategia de Ecoembes y la industria del envase de usar y tirar, quizá pasará como un despropósito más en la constante socialización de pérdidas y privatización de beneficios a la que nos tienen acostumbrados quienes en vez de velar por el interés general se dedican a engrasar las puertas giratorias. Esta vez tenemos todos los ingredientes necesarios para demostrar la prevaricación. Espero que, llegado el momento, se utilicen como deben.
Estos días está saltando a la opinión pública un modelo de recogida de envases denominado Sistema de Devolución y Recompensa (SDR), para el que sería necesario un despliegue tecnológico que haría posible un sistema de puntos: quien comprase productos envasados recibiría puntos en una aplicación al escanear el código de barras del envase.
A partir de aquí surge un problema para el SDR: ¿qué pasa si el residuo escaneado, por el que el usuario ha recibido puntos en la aplicación, no acaba en el contenedor adecuado? Para evitar esto se requiere de una nueva infraestructura de recogida basada en máquinas que reciben esos residuos y asignan los puntos.