La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
Las mascarillas y los guantes tampoco se reciclan
Desde el punto de vista de la conciencia ambiental y la gestión de residuos, una de las imágenes más tristes de estos días son las mascarillas y los guantes de un solo uso abandonadas por las calles de nuestras ciudades. Distintos agentes llaman la atención sobre un problema que viene a sumar evidencias sobre la necesidad de mejorar los sistemas de recogida y tratamiento de residuos.
La pandemia está evidenciando muchas deficiencias de nuestro modelo de producción y consumo, en el que el plástico de usar y tirar juega un papel clave. También de los sistemas de gestión de residuos, que no priorizan la prevención, dificultan la reutilización y mezclan materiales cuya separación en instalaciones de tratamiento es difícil y costosa.
La mayor parte de los guantes y mascarillas que se desechan estos días, si bien son un producto clave en la prevención de la transmisión del virus, no suponen un riesgo sanitario por sí mismos. No más del que supone un pañuelo de papel que desechamos, un preservativo usado, un pañal que acabamos de cambiar, una compresa o un tampón. Y mucho menor que el que implica un excremento, el orín o el esputo que, desgraciadamente, corremos el riesgo de pisar a diario.
Cuando las mascarillas proceden de una persona enferma sí pueden suponer un riesgo y requieren de una gestión especial. Pero a las personas que presentan síntomas no se les permite ir por la calle alegremente: o bien están hospitalizadas o bien se les ha pedido que se queden en casa con todas las precauciones pertinentes para evitar la propagación del virus.
Así pues, utilizamos mascarillas de manera obligatoria para disminuir un riesgo potencial y guantes… ¿por qué utilizamos guantes? Es una buena pregunta cuando el propio Ministerio de Sanidad nos dice que no debemos utilizar guantes cuando salimos a la calle y nos recuerda que la limpieza adecuada y frecuente de manos es más eficaz que el uso de guantes para protegernos del coronavirus.
Nos falta mucha cultura de prevención de residuos. Parte del problema reside en que se gasta mucho dinero en propaganda sobre el reciclaje, que no resuelve el problema, y no se habla de prevención. Hay quien fabrica guantes de plástico y gana dinero si se venden. Pero si se informa claramente sobre su impacto o de que no son necesarios el balance monetario es que nadie gana y alguien pierde. Lo cierto es que ganaríamos todos: menos residuos, menos gastos de gestión de basuras y menos contaminación por plástico. Pero esa ecuación no interesa a quienes hacen las noticias.
Sí parecen necesarios los guantes de usar y tirar de las grandes superficies comerciales. En la infografía del Ministerio de Sanidad se recoge que “es conveniente usar guantes de usar y tirar en los comercios para elegir frutas y verduras como se venía haciendo hasta ahora”. Y esto también es una cuestión cultural que se puede evitar con un gran beneficio para el conjunto de la sociedad.
En mi casa hace años que no gastamos guantes de plástico a la hora de comprar frutas y verduras. Hay un truco muy sencillo para prevenir este despilfarro de recursos materiales y este residuo absurdo: comprar en una frutería. En el mercado municipal o en la frutería de la esquina no hacen falta guantes de plástico para todos los clientes: la única que toda la fruta es la persona que despacha. Frente a los cientos de guantes que se gastan al día en cada establecimiento de una cadena de supermercados, las fruterías sólo requieren de uno o dos pares de guantes. Que pueden ser de usar y tirar o pueden ser reutilizables.
Así pues, el problema no está en el material, la clave para resolver la contaminación por plásticos está en el modelo de consumo. Y cada modelo de consumo genera distintos impactos ambientales, sociales y económicos. El reto está en visibilidad el daño que hacen las grandes cadenas comerciales, responsables con su modelo de negocio de los guantes de plástico de usar y tirar, al conjunto de la sociedad. Empezando por los pequeños establecimientos donde se vende producto a granel, sin envases y reduciendo dramáticamente la cantidad de plástico de usar y tirar que hace falta para resolver la misma necesidad. Si seguimos analizando impactos podríamos hablar de distribución de riqueza, apoyo a la producción local y de proximidad o de condiciones laborales en la cadena de valor de las frutas y las verduras.
“Grandes corporaciones los necesitan para ahorrarse material”
Los guantes de plástico de usar y tirar acaban abandonados porque grandes corporaciones de distribución los necesitan para ahorrarse personal. Venden fruta barata porque trasladan costes de su modelo de negocio a los consumidores y al conjunto del planeta. Y, volviendo al tema que nos ocupa, contribuyen a crear cantidades ingentes de muchos residuos absurdos que no se reciclan. Uno los guantes. Otros los cientos de tipos de envases con los que dicen hacernos la vida más fácil. Si, por lo menos, cubriesen el coste de la recogida y el tratamiento de estos plásticos de usar y tirar reduciríamos el nivel de competencia desleal que hacen a los establecimientos que no utilizan tantos envases.
Lo bueno de esta pandemia es que está visibilizando que el reciclaje no funciona tan bien como promete. Solo llega a una pequeña parte de los productos que se ponen en el mercado y, cuando disminuyen las ventas, las cuentas no salen, tal y como le está ocurriendo al sector de los electrodomésticos. Es lo que tiene confundir recogida de residuos y reciclaje.
Para la mayoría de esos objetos que más pronto que tarde pasarán a ser basura no hay incentivos ni una infraestructura adecuada para su recuperación y conversión en nuevas materias primas ¿Pañales, cápsulas de café, envases monodosis? Pasan, en su inmensa mayoría, sin pena ni gloria por los sistemas de recogida camino de un vertedero o una incineradora.
No existen sistemas adecuados para recuperar y dar un tratamiento adecuado a la mayoría los residuos que generamos en nuestras casas. Así, productos de un solo uso, como los guantes y las mascarillas, podrían ser recuperados si se recogiesen de forma separada, por ejemplo en los lugares donde se ponen a la venta. Si juntásemos varias toneladas de guantes o mascarillas usados podríamos encontrar la forma de ponerlos en valor y fabricar nuevos objetos con ellos. Pero el esfuerzo de rescatar unos pocos guantes de un contenedor de basura donde van mezclados con otro montón de residuos de materiales diversos supone un coste que no compensa.
Actualmente el reciclaje se orienta a recuperar los materiales más valiosos, como metales y algunos plásticos, que por su tamaño o propiedades físicas se pueden recuperar, con más o menos éxito, en instalaciones de tratamiento y clasificación de residuos. Pero en el mejor de los casos esto sólo llega a un porcentaje limitado de todas las cosas que depositamos en esos contenedores de colores que ocupan nuestras calles y trasladan el problema a nuestros ayuntamientos.
¿Sirven para protegernos?
Así pues, antes de pensar si en el reciclaje habría que reflexionar sobre la necesidad que resuelven los guantes de plástico ¿Sirven para protegernos o evitar el contagio o su función es permitirnos cierta tranquilidad mientras hacemos la compra en grandes superficies? Quizá resulta que la mejor medida de evitar el contagio son las tiendas de barrio donde el único que toca las mercancías es el tendero. Donde no son posibles las grandes aglomeraciones de gente. Un modelo de consumo que no es posible en superficies comerciales en las que el cliente pasea libremente entre los lineales de productos envasados que, utilicemos guantes o no, pueden ser el vehículo de transporte del virus hasta nuestros hogares. Con más riesgo que las propias mascarillas o los guantes que los más incívicos tiran en cualquier parte antes de llegar a casa.
Sí es cierto que la eliminación es la opción más viable para residuos que puedan ser infecciosos. Una eliminación para la que también existen distintas alternativas. Puede hacerse mediante depósito en vertedero, en incineradoras o en sistemas de combustión con recuperación de energía. Todas ellas formas de dejar en nuestra época y trasladar a nuestra atmósfera el dióxido de carbono que estuvo secuestrado en la corteza terrestre durante cientos de miles de años en forma de petróleo.
Sí, los guantes de plástico también contribuyen a aumentar las emisiones de efecto invernadero, convirtiendo el fósil que fueron en un gas cuya creciente concentración en la atmósfera amenaza la supervivencia de nuestra especie.
Se reciclen o no, lo importante es que los deposites adecuadamente. Tirarlos por la calle solo aumenta los problemas. No van al contenedor amarillo, los guantes y las mascarillas no son envases adheridos a Ecoembes. Tampoco son, en principio y como explicaba más arriba, residuos peligrosos así que deberíamos tirarlos al contenedor de restos, o en el caso de que no quieras llegar a casa con ellos, en una papelera.
Lo importante es evitar que acaben abandonados en cualquier parte y pasen años dando vueltas por nuestras calles, parques, campos y playas hasta llegar al mar y acabar en el estómago de alguna ballena. O degenerando en microplásticos que volverán a tu casa y te comerás en la cena.
Desde el punto de vista de la conciencia ambiental y la gestión de residuos, una de las imágenes más tristes de estos días son las mascarillas y los guantes de un solo uso abandonadas por las calles de nuestras ciudades. Distintos agentes llaman la atención sobre un problema que viene a sumar evidencias sobre la necesidad de mejorar los sistemas de recogida y tratamiento de residuos.
La pandemia está evidenciando muchas deficiencias de nuestro modelo de producción y consumo, en el que el plástico de usar y tirar juega un papel clave. También de los sistemas de gestión de residuos, que no priorizan la prevención, dificultan la reutilización y mezclan materiales cuya separación en instalaciones de tratamiento es difícil y costosa.