En los últimos años, ha aumentado el número de nuevos alimentos, y entre ellos, destacan los insectos y harinas a base de insecto, un alimento muy consumido en Asia y otras partes del mundo que está irrumpiendo ahora en Europa. El pasado 1 de enero de 2018 entró en vigor el Reglamento 2283/2015 relativo a los nuevos alimentos (Novel Foods), cuyo objetivo es facilitar la comercialización tanto de alimentos nuevos e innovadores, como de alimentos tradicionales procedentes de otros países fuera de la Unión Europea.
Para poder comercializarlos, deben estar autorizados y avalados por una evaluación científica, por lo que las empresas deberán asegurarse de que estos se encuentran en la lista de nuevos alimentos establecidos por la Comisión Europea. Entre este tipo de alimentos, el Reglamento introduce la categoría de insectos enteros y sus partes destinados al consumo humano.
Según informes publicados por la EFSA sobre los riesgos asociados con la producción de insectos para uso alimentario, los riesgos microbiológicos y químicos asociados a los insectos dependerán de distintos factores como los métodos de producción, el sustrato utilizado para la alimentación de los insectos, la especie utilizada, los métodos de procesado… El documento concluye que alimentando a los insectos con productos autorizados, la posible aparición de peligros microbiológicos sería comparable a otras fuentes de proteína de origen animal.
Fundamentalmente, los insectos aportan grandes cantidades de proteína y otros nutrientes como el cinc, calcio, hierro, cromo o magnesio entre otros. Según la nutricionista Daniela Arias, los insectos son el alimento del futuro. Es la especie más común en el mundo, consumen 2.000 veces menos agua, ocupan 25 veces menos espacio, necesitan 12 veces menos alimentos y generan 100 veces menos gases de efecto invernadero que la industria ganadera; coincidiendo con las declaraciones de la FAO.
Bajo el lema “salvemos el mundo, comamos insectos”, Daniela y su socio, Ortega, lograron registrar oficialmente a los grillos como “materia prima”, lo que les permite situar este alimento en otros países desde Costa Rica, donde está una de las mayores variedades de insectos en el mundo porque tiene “todo lo que necesitan2: clima, agua, sol, plantas. Aunque en Europa se tengan que ceñir a la normativa de nuevos alimentos.
En nuestro país, empresas como Proteinsecta, también se han sumado al innovador proyecto alimentario. Tenemos el placer de entrevistar al CEO de esta empresa, Manuel Lucena:
¿Cómo se os ocurrió la idea de obtener proteína a partir de los insectos?
Estando becados por el ITAP con una beca llamada “Nuevas fuentes de proteína”, tras investigar, hongos, bacterias e insectos, vimos que eran los más resistentes y fáciles de reproducir.
¿Crees que tendrá buena aceptación en el consumidor europeo la harina de insecto?
Sí, mediante la harina que enriquece el producto final conseguimos salvaguardar la barrera cultural de ver el bicho entero, beneficiándonos de las propiedades de nutricionales de los insectos.
¿Qué líneas de producción, o mejor dicho, qué nichos de mercado crees que son los más interesantes para empresas como la vuestra?
El crecimiento de este sector tiene que ir de la mano con el sector agrícola y ganadero, así que son estos los mercados “target”.
Nutricionalmente, tienen un perfil muy bueno, especialmente en cuanto a proteínas, pero el coste de producción también debe ser elevado ¿es más caro que producir proteína de soja?
Por supuesto, es más caro debido a que no se ha alcanzado la escalabilidad en los procesos, aunque a sabemos que el impacto de la soja y las harinas de pescado (principales fuentes de proteína para piensos), no son sostenibles.
¿Dónde se ubica la empresa? ¿Cuántas granjas tenéis actualmente?
Tenemos seis plantas repartidas entre Madrid, Córdoba, Alicante, Villarrobledo, Albacete y Valladolid. Juntas tienen una superficie productiva de 480m2 y una producción potencial de 68 Tn/año.
Algunos autores han propuesto que se puede tratar de la proteína del futuro ¿crees que se puede comercializar y llegar a consumir con normalidad, igual que consumimos tortilla de patata? ¿Podría tener cabida incluso en productos gourmet o exóticos?
De hecho a día de hoy es un producto gourmet, consumido por deportistas de élite, influencers y celebrities, el precio de 1 kg de harina de primera calidad alcanza los 300 € en el mercado europeo, y todo lo producido está vendido.
Es posible, que en un futuro próximo, se normalice el consumo de insectos y nuevos alimentos derivados, ya que el consumidor cada vez está más abierto a probar nuevos sabores, y la ciencia culinaria también exige un avance y le influye un mestizaje de culturas inevitable. Además, como nos cuenta Manuel Lucena, el hecho de presentar el alimento en forma de harina, puede romper la barrera cultural, o el impacto visual de comer insectos enteros.
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