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Secadores automáticos de manos: ¿una ayuda o un impedimento en la higiene?

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Hace ya casi un año que toda esta locura de la COVID-19 llegó a nuestra vida para cambiarla y parece que por el momento va a quedarse un poco más. A raíz de esto, se han tomado miles de medidas sanitarias para combatir el virus y evitar su propagación, como el uso de mascarillas, desinfectantes, hidrogeles y una larga lista. Además, un lavado frecuente de manos es esencial para una mejor protección, ya sea en nuestra propia casa o en lugares públicos como bares y restaurantes. Nos hemos ido adaptando poco a poco a esta nueva vida, y el proceso es simple: jabón, agua y a secar. Pero, ¿alguna vez nos hemos parado a pensar en la forma de secarnos las manos? ¿Son realmente los secadores automáticos de manos la mejor solución para garantizar no solo una buena limpieza sino también una solución ecológica debido al ahorro de papel que conlleva o son un peligro para la salud?

Recientemente desde la Organización mundial de la salud (OMS) se ha recomendado no secarse las manos en los secadores automáticos que encontramos en cualquier lugar público, puesto que transmiten microorganismos que pueden ser perjudiciales para nosotros. En su lugar se recomienda utilizar toallas de papel desechables e individuales, para así disminuir el riesgo de contagio de enfermedades como es ahora la COVID. Esto es debido a que los secadores automáticos toman aire y generan calor que le calienta y que posteriormente sale expulsado a gran velocidad. Este aire se suele tomar generalmente del entorno en el que se encuentran los secadores (es decir, el baño) donde, como todos imaginamos, existen miles de microorganismos en el ambiente.

Algunos de estos secadores tienen filtros que limpian este aire que entra para evitar que los microorganismos salgan expulsados. Aquí es donde viene el problema: muchos de los secadores no poseen dichos filtros o estos no son lo suficientemente eficaces para depurar ese aire (o bien, no se realizan limpiezas periódicas, lo que acumula aún más los patógenos en este filtro). Por tanto, cuando vas a secarte las manos, el aire saliente está lleno de bacterias y demás microorganismos que van a parar a tus manos, haciendo la acción de lavarse las manos una acción prácticamente inútil.

Se han realizado varios estudios al respecto, probando la eficacia de las toallas de papel frente al secador de manos o incluso de secarse las manos al aire. En el laboratorio se observó un mayor número de bacterias en las manos que habían sido secadas con secador automático que secándose al aire libre, y que a su vez, este reunía más bacterias que al secarse las manos con toallas de papel. Sin embargo, otros estudios señalan que las toallas de papel reciclado dejan más bacterias que el papel de madera virgen y que por tanto sería mejor el secador de manos, no solo por este motivo sino también el ecológico (ya que con el secador de manos no se gasta papel). Además se destacó que, en el caso de las toallas de papel, debían ser individuales y no de rollo, donde las bacterias se irían acumulando.

Filtro y movimiento

Paralelamente se estudió si, frente al secador sería mejor frotarse las manos o dejarlas quietas, a lo que se concluyó que se eliminaban más bacterias cuando las manos no se movían. Y también aquellos secadores que tenían filtro, se reducían hasta 4 veces el número de bacterias, aunque aun así no es aconsejado para entornos como hospitales o laboratorios. Estos secadores existen pero son más caros, lo que a veces echa para atrás a las empresas a la hora de comprarlo y eligen el otro modelo.

Es cierto que aún se sigue haciendo varios estudios sobre las ventajas y desventajas de los secadores automáticos, por lo que la conclusión es que si tienes que elegir entre las toallas de papel, secarte las manos al aire o con secador, lo hagas con las toallas de papel en caso que sean individuales (aunque esto supone un problema para el medio ambiente, de ahí la problemática), o en el peor de los casos, al aire libre.

Sin embargo, si el secador tiene filtro incorporado, también es seguro de hacerlo ahí (al menos comparado con un secador sin filtro, ya que elimina el 99% de las bacterias del aire captado). Ahora os preguntaréis, ¿cómo sabemos si el secador posee filtro o no? Pues bien, si este lleva filtro y ha sido certificado con él, en el mismo secador deberá aparecer algún logo o símbolo de alguna entidad que lo reconozca, como HACCP (siglas en inglés de Análisis de Peligros y Puntos de Control Críticos) o NSF (Organización Para La Salud y Seguridad Pública). 

Por tanto, la próxima vez que vayas a un baño de un lugar público observa con atención, valora todas las opciones aquí comentadas y haz lo que creas conveniente, no solo para ti sino también para el medio ambiente.

Hace ya casi un año que toda esta locura de la COVID-19 llegó a nuestra vida para cambiarla y parece que por el momento va a quedarse un poco más. A raíz de esto, se han tomado miles de medidas sanitarias para combatir el virus y evitar su propagación, como el uso de mascarillas, desinfectantes, hidrogeles y una larga lista. Además, un lavado frecuente de manos es esencial para una mejor protección, ya sea en nuestra propia casa o en lugares públicos como bares y restaurantes. Nos hemos ido adaptando poco a poco a esta nueva vida, y el proceso es simple: jabón, agua y a secar. Pero, ¿alguna vez nos hemos parado a pensar en la forma de secarnos las manos? ¿Son realmente los secadores automáticos de manos la mejor solución para garantizar no solo una buena limpieza sino también una solución ecológica debido al ahorro de papel que conlleva o son un peligro para la salud?

Recientemente desde la Organización mundial de la salud (OMS) se ha recomendado no secarse las manos en los secadores automáticos que encontramos en cualquier lugar público, puesto que transmiten microorganismos que pueden ser perjudiciales para nosotros. En su lugar se recomienda utilizar toallas de papel desechables e individuales, para así disminuir el riesgo de contagio de enfermedades como es ahora la COVID. Esto es debido a que los secadores automáticos toman aire y generan calor que le calienta y que posteriormente sale expulsado a gran velocidad. Este aire se suele tomar generalmente del entorno en el que se encuentran los secadores (es decir, el baño) donde, como todos imaginamos, existen miles de microorganismos en el ambiente.