El verano se disfraza de invierno

“En agosto, frío en el rostro”. Una vez más, el refranero popular acierta: -10 ºC un 31 de agosto, y es que no es ni un error ni una exageración. Ayer, 31 de agosto del 2020, hubo dos puntos en la geografía peninsular donde se registraron estas temperaturas. Dos puntos, además, separados por más de 250 kilómetros y ubicados a apenas 1.500 metros de altitud. Uno de ellos en Ávila, en el curso alto del Alberche. El otro en nuestra tierra, en el paraje de “la Vasequilla”, en Checa (Guadalajara).             

¡Se supone que aún estamos en verano!

Y lo estamos, pero el interior de la Península Ibérica es una zona muy particular: un territorio de elevada altitud, alejado del mar y con una orografía muy compleja. Esto, unido a otros factores, favorece que el clima presente un marcado carácter continental, lo que hace que las temperaturas sean muy extremas. En las noches con viento en calma se da un fenómeno conocido como “inversión térmica”, por el cual el aire cercano al suelo pierde calor de forma muy rápida, y el aire frío se acumula en zonas bajas o aptas para ello, conocidas como “piscinas de aire frío”. Esta masa de aire fría, mientras no se vea alterada -especialmente por el viento-, seguirá enfriándose a lo largo de la noche en la medida en que le sea posible.

Durante la madrugada del 31 de agosto hubo una situación de calma casi plena, con vientos muy débiles o inexistentes en muchas zonas del interior peninsular. Esto, unido a la presencia de una masa de aire relativamente fría en altura, hizo que la pérdida de calor del suelo fuese muy marcada, derivando en heladas en muchas zonas del interior peninsular. En el caso de la Vasequilla, además, el paraje favorece la acumulación de aire frío, ya que el sensor se encuentra ubicado en un “poljé”, es decir, una depresión en una zona kárstica, cerrada y con sus laderas inclinadas. El lugar perfecto para acumular aire frío, lo que explica en parte esta mínima tan destacada.

Sin embargo, estas mínimas extremas no fueron las únicas destacables que se registraron ayer. Hubo más zonas con mínimas por debajo de -5 ºC en diversos puntos de la geografía peninsular, y, sin llegar a valores tan extremos, también hubo heladas en numerosos sitios habitados, algunos de ellos en Castilla-La Mancha. Este es el caso de Cantalojas, conocido pueblo de la Sierra Norte de Guadalajara, que registró hasta -3.9 ºC. Cerca de este municipio, en Campisábalos, se quedaron en apenas 0 ºC, siendo aun así también muy destacable. En la provincia de Cuenca, y cerca del hermoso nacimiento del río Cuervo, Vega del Codorno registró una mínima de -1.4 ºC.

Cabe destacar que muchos de estos datos, y en especial los extremos (que se ubican en zonas deshabitadas), quedan registrados gracias a la encomiable labor de los aficionados y asociaciones de meteorología de todo el país, que están realizando un despliegue muy importante de estaciones y sensores meteorológicos.

Lo último que cabe preguntarse es cómo de anómalas son estas heladas. No hay una serie histórica larga en la mayoría de los casos, pero en la red AEMET sí que hay series largas en muchas zonas. Tal y como se ve en este mapa elaborado por César Rodríguez Ballesteros, de la Agencia Estatal de Meteorología, las mínimas absolutas para el mes de agosto en España sólo alcanzan la helada en Molina de Aragón, con un registro de 0 ºC.              

Como se ve, el último día de este agosto de 2020 es histórico a nivel meteorológico y climático en la península, ya que nunca se habían medido temperaturas tan frías en sitios a tan escasa altitud y en verano. Esto nos recuerda cómo el clima de nuestra península es muy variado y complejo, lo que tiene repercusiones directas en el medio natural y en la interacción de los humanos con el mismo.