A finales de año la Oficina de Cambio Climático de Castilla-La Mancha presentará el informe en el que se basará la nueva estrategia regional para hacer frente a lo que los científicos consideran un hecho: habrá menos lluvias y temperaturas más altas conforme avance el siglo.
Una de las novedades que incorporará la nueva estrategia de lucha contra el cambio climático será la reducción en un 10% de las emisiones de los llamados sectores difusos que en la región suponen el 75% de la actividad. “Son los del día a día, los que no tienen que ver con las grandes industrias cuyas emisiones de CO2 están reguladas por el protocolo de Kioto”, explica Alfonso Rodríguez, de la Oficina de Cambio Climático en Castilla-La Mancha.
Las comunidades autónomas trabajan sobre esos sectores difusos que están relacionados con el transporte, los sectores agrícola y ganadero o la gestión de residuos, entre otros. ¿Cuál es el objetivo? Castilla-La Mancha tendrá que reducir las emisiones en estos ámbitos en un 10% hasta el año 2020 y al menos en un 26% hasta el año 2030. Se trabajará para incorporar la llamada economía hipocarbónica y la economía circular porque, matiza este experto, “cuando se hace una estrategia de cambio climático no hablamos solo medio ambiente sino de desarrollo socioeconómico”.
La nueva estrategia, dirigida a toda la sociedad castellano-manchega, trabajará sobre siete sectores de actividad y lo más importante, dice, será “hacer pedagogía sobre el cambio climático”. Se estructurará en seis líneas de trabajo relacionadas con el ahorro y la eficiencia energética a través de las renovables, la economía circular, la nueva vida útil para subproductos porque lo que hasta ahora se tiraba hay que reutilizarlo (ya no se quiere hablar de residuos) además de la I+D+i.
Habrá 79 medidas marco y más de 400 acciones recomendadas en la nueva estrategia que actualmente se encuentra en fase de información pública. En 2020 la estrategia de cambio climático entrará en una nueva fase de revisión.
“Tenemos que lograr que la economía sea menos vulnerable a los impactos del cambio climático”, sostiene y en la elaboración del informe para saber hacia dónde debe caminar la región “se ha avanzado mucho en temas de estudio de impacto”, comenta Rodríguez. Se ha analizado cómo han cambiado la temperatura y las precipitaciones en la región con una proyección histórica de los últimos 36 años gracias a los datos facilitados por la Agencia Estatal de Meteorologia (AEMET).
“Es preocupante en tanto se confirma la disminución de precipitaciones en la región y el incremento de temperaturas. Pero no queremos ser alarmistas porque lo importante es saber adaptarse. No estamos en el peor de los escenarios pero podríamos ir a mucho peor si no se para de emitir”, señala Alfonso Rodríguez.
Castilla-La Mancha tendrá que contribuir para evitar que la temperatura media mundial suba más de dos grados, siguiendo las recomendaciones del Acuerdo de París. “Si eso no se consigue a nivel mundial puede significar que en Castilla-La Mancha tengamos aumentos de hasta tres grados de media en las temperaturas”. Desde la Oficina de Cambio Climático de Castilla-La Mancha se piensa que “estamos a tiempo para estabilizar la situación”. Y es que, explica, “en los escenarios de cambio climático ya no se habla de reversión sino de estabilización. La barrera de emisiones de 500 partes por millón no debemos sobrepasarla y estamos ya en 403 con picos de 420”.
10 años de la Oficina regional de Cambio Climático
La Oficina del Cambio Climático de Castilla-La Mancha se creó en 2007 y emana del Pacto Regional Contra el Cambio Climático en el que estuvieron representadas 16 organizaciones socioeconómicas. Hubo entonces una “extensa” fase de participación para elaborar la primera estrategia con vigor hasta 2012 aunque sus objetivos alcanzaban el horizonte 2020 que se encuentra actualmente en revisión.
Alfonso Rodríguez explica que la estrategia inicial buscaba cuatro objetivos. Por un lado, reducir las emisiones de gas con efecto invernadero “buscando mitigar sus efectos”, incrementar los sumideros naturales, “es decir absorciones de carbono en los montes o en la agricultura”, minimizar los impactos y reducir las vulnerabilidades, “ese es un objetivo de adaptación y fuimos la primera comunidad autónoma en incorporarlo”, además de cooperar con los países en vías de desarrollo.
En total se diseñaron 11 líneas de actuación en 12 sectores de actividad a través de 301 medidas como respuesta de Castilla-La Mancha al cambio climático. Se tomaba entonces como referencia el año 2007, en plena burbuja inmobiliaria y con una España “sobrepasada en emisiones”, explica Alfonso Rodríguez.
“Se calculó entonces que para 2012 en Castilla-La Mancha había que reducir más de tres millones de toneladas de emisiones que para el sector de grandes industrias se incrementaba hasta los cuatro millones”. Paradójicamente, la crisis económica facilitó las cosas.
Hoy emitimos 17,4 millones de gases con efecto invernadero y la región se ha situado incluso dentro de los compromisos que se marcaron en el protocolo de Kioto. El transporte, sobre todo el vehículo particular, es el principal sector emisor. Después la agricultura. Y por provincias, Toledo y Ciudad Real son las que más contaminan tanto por población como por su industria.
“Más del 70% de las emisiones de gases con efecto invernadero se deben a la transformación energética porque dependemos mucho de los combustibles fósiles. Y eso a pesar del esfuerzo inversor en energías renovables”, asegura Rodríguez. En Castilla-La Mancha las emisiones lo son sobre todo de C02 pero también de metano o nitrosos, relacionados con el sector agrario. En total, Castilla-La Mancha aporta el 5,2% de las emisiones nacionales.
“Nos situamos por debajo de la media”, según los datos del último inventario que corresponden a 2015. Los castellano-manchegos generamos emisiones de siete toneladas por habitante y año. Para Alfonso Rodríguez “no importa tanto si es mucho o poco sino la evolución. En 1990 esa cifra superaba las 10 toneladas por habitante y año”.
El proceso de descarbonización de la economía regional evoluciona más rápido que la media española a un ritmo del 5,4% frente al 4% nacional. “La brecha entre nuestro PIB y las emisiones de gases con efecto invernadero se ha ido cerrando.Se puede crecer de otra forma”. Hoy el 52% de la energía en Castilla-La Mancha se produce a través de renovables y la región es capaz de cubrir con ella el 99% de la demanda interna. Desde 2012 se han dejado de emitir más de 7.500 toneladas de CO2 a la atmósfera.
El clima y los escenarios climáticos para Castilla-La Mancha
Hay varios datos que caracterizan a Castilla-La Mancha en cuanto a su clima. Por ejemplo que las precipitaciones son muy inestables. Y en cuanto a las temperaturas, los escenarios que maneja la AEMET es que puedan verse incrementadas a lo largo del siglo XXI. Mientras, las precipitaciones irán disminuyendo sobre todo en la segunda parte del siglo. Ya se detectaron indicios en el primer informe de la Oficina de Cambio Climático y en una década se ha incrementado temperatura media en 1,6 grados y en todas las estaciones del año.
Otra de las cosas que ocurren es que aumenta el número de días por encima de 30 grados. Y cada vez hace menos frío porque también disminuyen los días en los que estamos por debajo de cero grados. Cada diez años se repiten los ciclos de sequía, a excepción de lo que ha ocurrido en 2015 y 2017, cuando se han registrado “dos ciclos duros seguidos de sequía”. En 80 años, las precipitaciones se han reducido en un 10% en Castilla-La Mancha en todas las estaciones del año. “Llueve menos y además lo hace de golpe”.