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El patchwork, un emprendimiento que ha cambiado la vida de Blanca Berrio en la Sierra Norte de Guadalajara

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Hace diez años, Blanca Berrío, una madrileña estresada por su trabajo en una multinacional dedicada al marketing y los estudios de mercado, decidió que tenía que cambiar su vida. “Llevaba 24 años desempeñando diferentes tareas dentro de la compañía. Pero llegó un momento en que empezaron a reclamar todo mi tiempo. Me estresé tanto, que decidí que tenía que darle un giro a mi vida”, explica.

 Como terapia, precisamente para relajarse, Blanca ya se había apuntado unos años antes para recibir clases de Patchwork.  Y tenía casa en Bujarrabal, pedanía seguntina, y su paraíso personal.  “Así fue como decidí que podía cambiar mi vida orientándola en este lugar. Convertí mi afición en mi profesión. Me formé, y me vine a vivir al pueblo, donde no tenía que hacer ninguna inversión en vivienda, puesto que ya la tenía hecha desde 1997”, sigue Blanca. 

Dicho y hecho. Poco tiempo después de tomar la decisión, en 2012, abrió, 'A punto de Patch', una tiendecita especializada en este tipo de ocio creativo, en la calle Manuel García Atance, de Sigüenza. Pero… ¿Qué es el Patchwork? Blanca ha respondido cientos de veces a esta pregunta. “Al principio era economía doméstica. Hoy es ocio creativo. En resumen, se trata de ir construyendo nuevas telas con otros trocitos de tela. Es un ocio creativo de tipo textil con el que se puede hacer lo que tú quieras, desde un bolso hasta un vestido, unas cortinas, un cuadro, un gorro, unas zapatillas de estar en casa… Está enfocado hacia el hogar, pero también se pueden crear complementos de moda. Se puede crear cualquier cosa que la imaginación pueda concebir cosiendo unas telas”, explica.

 En pleno centro de Sigüenza vende muchos objetos, telas e hilos para hacer labores. “Mi objetivo era abrir una tienda de labores para impartir talleres tanto aquí como en los pueblos de alrededor”, cuenta. Inicialmente, a la sociedad local le sorprendió la apertura de un local tan específico. “Pensaban que era una mercería, cuando el producto de una mercería nada tiene que ver con el de patchwork, el punto de cruz o el de las labores en general”, sigue. Poco a poco, Blanca se ha ido dando a conocer en la ciudad del Doncel, y en otros muchos pueblos, y creando grupos, de manera que imparte talleres todas las mañanas en Sigüenza, e incluso el miércoles por la tarde. El resto de la semana recorre diferentes localidades de la provincia de Guadalajara, e incluso de Soria. “Me muevo por donde haga falta”, dice resuelta.

 Una vez al año, a finales de agosto, Blanca organiza una exposición, que en estos días se puede ver en el patio del Ayuntamiento de Sigüenza. Cuando concluye, da comienzo a una exposición itinerante, siempre temática, que luego  viaja a muchas otras ciudades y pueblos de España.

ADEL Sierra Norte

Blanca conoció ADEL Sierra Norte por las redes sociales, que la llevaron a su web. “Me interesó mucho. Todo lo que se pueda hacer de manera colaborativa, redunda en beneficio de la comunidad y es más fácil. Así que, contacté con el grupo. Estoy al día de las actividades que llevan a cabo, convocatorias de ayudas, cursos y otros, y así fue como empecé a involucrarme proyectos”, explica la emprendedora.

 Se define como gran defensora del proyecto de Identidad Comarcal de ADEL. “Siento que formo parte del entorno rural en el que he decidido vivir. Creo que, entre todos los que pertenecemos a él,  tenemos que ayudarnos, potenciar las fortalezas que tienen los productos y servicios de aquí. Y esto es algo importante tanto para la población de la comarca como para quienes vienen a visitarnos. Perciben que nos estamos preocupando de presentar nuestro entorno, de darlo a conocer, de aumentar la calidad de nuestro tejido empresarial”, afirma Blanca.

Ya son cientos las bolsas con el anagrama y el logotipo del compromiso rural que ha repartido Blanca. “El producto hay que meterlo en algún sitio. Yo les ofrezco gratuitamente las bolsas a mis clientes. Y cuando ven lo de compromiso rural, y lo de Guadalajara, tan cerca, les gusta. Y también a las alumnas de mis talleres en Campisábalos o Galve de Sorbe”, añade. A Blanca, la Sierra Norte le ha cambiado la vida para bien. “Sencillamente, soy feliz”, termina. 

Hace diez años, Blanca Berrío, una madrileña estresada por su trabajo en una multinacional dedicada al marketing y los estudios de mercado, decidió que tenía que cambiar su vida. “Llevaba 24 años desempeñando diferentes tareas dentro de la compañía. Pero llegó un momento en que empezaron a reclamar todo mi tiempo. Me estresé tanto, que decidí que tenía que darle un giro a mi vida”, explica.

 Como terapia, precisamente para relajarse, Blanca ya se había apuntado unos años antes para recibir clases de Patchwork.  Y tenía casa en Bujarrabal, pedanía seguntina, y su paraíso personal.  “Así fue como decidí que podía cambiar mi vida orientándola en este lugar. Convertí mi afición en mi profesión. Me formé, y me vine a vivir al pueblo, donde no tenía que hacer ninguna inversión en vivienda, puesto que ya la tenía hecha desde 1997”, sigue Blanca.