Espacio creado para apoyar y promover el espíritu emprendedor en Castilla-La Mancha.
Creando Oportunidades
Vita Profesionales surgió como cualquier pequeña o mediana empresa: a partir de “un concepto idealista”. La carrera empezó en 2013, cuando el equipo detectó que los servicios dentro del ámbito socioasistencial que se hacía en los domicilios “no estaba muy profesionalizados” y además sufrían “mucho intrusismo”. Así lo explica su director, Juan Ignacio Casanova, que lo resume en que el cuidado que se lleva a cabo era más una “idea de mantenimiento” o de cuidados básicos que de una real intervención con las personas dependientes. En 2017, fueron uno de los proyectos elegidos por BBVA Momentum.
Empezaron sin siquiera una oficina, sin financiación y sólo con los ahorros. “De a poco lo que tuvimos que ir haciendo fue ir por las residencias, buscando clientes, ofreciendo servicios. Todo ha sido poco a poco, por el boca a boca”, explica. Su concepto sociasistencial “parecía muy idealista”, al buscar intervenciones que “cubrieran necesidades” y poder entrar no sólo en el área de los cuidados básicos, sino para evitar que el dependiente pasase a un “estado de mantenimiento”. “Parece que es lo que tiene que pasar en España cuando alguien enferma o pasa una edad”, afirma.
“Intentamos utilizar mucha tecnología para potenciar la autonomía de los usuarios”, explica Casanova. En este sentido, utilizan los recursos que les ofrece la realidad virtual y aumentada para poder estimular a las personas y detectar las reacciones de los usuarios. Así, señalan, pueden ver que es lo que “más les gusta”. En el caso de una persona con demencia, explica, a través de la tecnología se puede influenciar sus recuerdos y así encontrar datos que pueda ayudar al dependiente. “Es una vía de intervención que nos da muchas posibilidades”, explica.
Como ejemplo, expone la situación de un paciente con enfermedad de Parkinson. “El trabajo que hacían con él, apenas le ayudaba. Cada vez temblaba más y no lograban encontrar una estimulación para controlarlo”, explica Casanova. A través de una simulación virtual, con la cual podía construir unas pirámides con sus propias manos, “pudimos ver cómo las manos se le quedaron completamente quietas. Porque hizo ese esfuerzo por él mismo”. No es una cura, advierte, pero se encontró un estímulo que le permitió dar un paso hacia adelante dentro de su enfermedad.
“Para nosotros estos recursos son fundamentales, a pesar de que son caros y, a veces, parecen estar al alcance. Sí pueden beneficiar al sector”, asegura. Y es que recuerda que la tecnología puede servir para “mucho más que para jugar” y sirven para reemplazar las rutinas de cuidados que no siempre se adaptan a las necesidades que muestran los pacientes. “Si llevas a una persona todos los veranos a la playa, pero a él o a ella le gusta el campo, entonces no trabajas con lo que le gusta”, explicó. Así, decidieron que era necesario investigar lo que les ofrecía más información de él y su vida “y vimos que a través de la realidad virtual y con los vídeos 360º sí que podíamos obtenerla”, afirma.
“Nosotros tenemos intervenciones personales con realidad virtual, pero también se hacen con otros recursos. El objetivo es lograr que el trabajo sea más eficiente”, explica Casanova. En el caso de los talleres grupales, señala, se van captando datos a través del uso de la tecnología, para ver qué pasa con las personas. Si observan reacciones específicas en los usuarios, pueden volver atrás para ver cuál es efectivamente la razón de ésta. “Así es mucho más efectiva la terapia, es mucho más productivo”, explica.
Los profesionales que han elegido son de todas las edades y tienen en común su “ambición” en mejorar el sector. “Buscábamos que quisieran llevar todo lo aprendido no al método más conservador, sino que realmente quisieran trabajar y aportar ideas de cómo podíamos cambiarlo”, explica Casanova. Por eso, también han buscado profesionales críticos, que buscaran la perfección en su desempeño laboral. En el caso de los auxiliares, buscan a quienes se entreguen a la terapia entera y no sólo a los cuidados básicos que suelen corresponder a estos profesionales.
Casanova destaca que el apoyo de BBVA Momentum ha sido fundamental, no sólo por el reconocimiento que supone haber sido elegido en la iniciativa, sino por toda la ayuda que el mentor pudo ofrecer a la empresa. “Los especialistas son capaces de hacerte ver que es un error y sí te vas a equivocar, te lo dicen”, señala. Por eso, ha supuesto una mejora “radical” del proyecto, porque se han implicado a la hora de estructurar la empresa y ayudarlos a ver cosas que no “se paraban a atender”. “Ha habido mucho cambio en muy poco tiempo”, explica.
Por ejemplo, la expansión a otras provincias, cuentan con profesionales en Madrid, Alicante y en Almería, fue una de las cosas que hacían “mal” y que el mentor de BBVA Momentum pudo identificar. “Tuvimos que dar pasos atrás para poder dar pasos adelante”, explica. Gracias a esta ayuda pudieron entender que habí que estructurar primero todo en Madrid para luego seguir adelante con otras provincias, con las ideas “mucho mejor consensuadas” y “mejor establecidas”.
Vita Profesionales surgió como cualquier pequeña o mediana empresa: a partir de “un concepto idealista”. La carrera empezó en 2013, cuando el equipo detectó que los servicios dentro del ámbito socioasistencial que se hacía en los domicilios “no estaba muy profesionalizados” y además sufrían “mucho intrusismo”. Así lo explica su director, Juan Ignacio Casanova, que lo resume en que el cuidado que se lleva a cabo era más una “idea de mantenimiento” o de cuidados básicos que de una real intervención con las personas dependientes. En 2017, fueron uno de los proyectos elegidos por BBVA Momentum.
Empezaron sin siquiera una oficina, sin financiación y sólo con los ahorros. “De a poco lo que tuvimos que ir haciendo fue ir por las residencias, buscando clientes, ofreciendo servicios. Todo ha sido poco a poco, por el boca a boca”, explica. Su concepto sociasistencial “parecía muy idealista”, al buscar intervenciones que “cubrieran necesidades” y poder entrar no sólo en el área de los cuidados básicos, sino para evitar que el dependiente pasase a un “estado de mantenimiento”. “Parece que es lo que tiene que pasar en España cuando alguien enferma o pasa una edad”, afirma.