En los años 60 y 70 del siglo pasado el éxodo masivo de los españoles hacia las ciudades provocó que cientos de pueblos de toda España fueran perdiendo progresivamente a sus vecinos. Muchos de ellos desaparecieron, sobre todo en zonas esteparias o de montaña alejadas de los servicios básicos en ambas castillas. Pero otros sobreviven con su censo poblacional reducido a la mínima expresión, y ya en el nuevo milenio han buscado fórmulas para atraer, no solo al turista, sino también al residente. En este desolador panorama se encuentra el caso de Olmeda de la Cuesta, en la provincia de Cuenca, uno de los municipios más envejecidos del país, que cuenta con solo 10 vecinos en invierno, alcanzando los 230 en verano.
Su alcalde, José Luis Regacho, se ha convertido en todo un emprendedor cultural con el apoyo y ayuda de los vecinos. Hace cinco años, y ante una situación de posible derribo de inmuebles abandonados, el Ayuntamiento se puso en contacto con las familias propietarias para que les cedieran estas casas a cambio de limpiarlas y rehabilitarlas, sacándolas después a subasta.
En 2013 se realizó el primer procedimiento y se vendieron cinco casas y en 2014 otras diez. La respuesta fue “sorprendente”, en palabras del alcalde. Llegaron solicitudes desde varias partes del mundo, uno de los inmuebles ya está construido, otros están pendiente del inicio de las obras y además sigue habiendo proyectos encima de la mesa para futuras licencias de obra. Entre los que ya son propietarios se encuentra una escultora inglesa y otra venezolana residente actualmente en Copenhague.
“Solo con eso el cambio ya ha sido radical”, apunta el regidor. Pero no se ha quedado ahí. Este impulso ha venido acompañado de la recuperación del entorno del pueblo a través de Fondos Europeos: la última actuación ha sido la construcción de tres paseos escultóricos, uno de ellos con relojes de sol, que ya han atraído turistas al pueblo incluso sin estar terminados. Son obra del artista Vicente García, y el objetivo ha sido darle un “aire artístico” al municipio.
En ese cuidado del entorno se encuadra también la plantación masiva de 80 olmos negros cedidos por el Ministerio de Medio Ambiente (una especie que se secó en el pueblo en los años 80). Las familias encargadas de reponerlos contarán además con una placa con su nombre al pie de cada árbol.
También aúna entorno y medio ambiente la iniciativa del Ayuntamiento de adquirir un invernadero, no solo para repoblar los alrededores con las plantas autóctonas de la zona, sino también para ofrecer a los vecinos cuidar de las suyas cuando se vayan después del verano, con la condición de que cuando regresen al año siguiente las saquen a las calles y adornen el pueblo.
“Sumando iniciativas se va consiguiendo darle vida al pueblo”, apunta José Luis Regacho. “Es algo que están haciendo muchos pueblos pero nosotros le estamos dando ese carácter artístico”. Se trata de un objetivo muy complicado porque Olmeda de la Cuesta no puede ofrecer puestos de trabajo. La agricultura es extensiva y está muy explotada, y las únicas opciones es que el municipio sea atrayente para pasar los fines de semana, o se convierta en residencia para personas autónomas que puedan trabajar vía telemática o sean artistas y artesanos. “Por eso hemos tratado de buscar otra potencialidad, para animar a la gente a que nos visite, que encuentre cosas que hacer y que el pueblo reviva”, concluye el alcalde.