No hay “medidas estructurales” contra el ozono pese a su impacto en el 75% del país

Hay un “serio retraso” en la lucha de las administraciones y del sector privado español contra el ‘ozono malo’ o troposférico, es decir, el contaminante secundario producido por la reacción entre el dióxido de nitrógeno y los hidrocarburos emitidos por los automóviles y algunas industrias, en presencia de radiación solar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por inhalación, provoca irritación de los ojos y vías respiratorias superiores, reducción de la función pulmonar, un incremento del riesgo de enfermedades respiratorias agudas (asma, EPOC) y el agravamiento de patologías cardiovasculares. Sin embargo, no hay medidas estructurales en nuestro país para hacer frente a los altos niveles que existen en el 75% del territorio.

Así lo ha afirmado el profesor e investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, perteneciente al CSIC, Xavier Querol, con motivo de su participación en las I Jornadas de Calidad del Aire celebradas en Puertollano (Ciudad Real). El experto ha remarcado en una entrevista con eldiarioclm.es que la formación de este ozono es un “proceso complejo” que además no es lineal. Es decir, que reduciendo el óxido de nitrógeno no se produce un descenso proporcional. “Por eso es una de las cuestiones más difíciles en calidad del aire”.

Con ello resalta los estudios elaborados al respecto por Millán Millán Muñoz, investigador que creó en los años 90 el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, cuyos grupos de trabajo han hecho avanzar la ciencia para analizar cómo son los episodios de ozono troposférico en España. Desde el CSIC ahora se centran en vislumbrar las medidas para su posible reducción, partiendo del hecho de que “si el problema científicamente es complejo, la reducción es proporcionalmente compleja”.

Para este investigador, una premisa básica es que si el óxido de nitrógeno genera problemas en invierno por contaminación (sobre todo Madrid, Barcelona, Valencia, Granada, Córdoba y Murcia) y en verano es el ozono el que hace su acto de presencia, no es lógico que el problema se aborde “por episodios”. Rechaza que se tomen unas medidas en verano en un sitio y otras en invierno en otras zonas, cuando “lo que hace falta son medidas estructurales todo el año”.

Además, también tumba el discurso de que no se puede hacer nada a escala local porque “todo viene de fuera”. Xavier Querol  relata que, efectivamente, hay un “transporte hemisférico” de ozono que llega de Estados Unidos, pero la mayor parte del producido en España es “ozono regional y local”, producido por emisiones industriales de óxido de nitrógeno que quedan atrapadas en una capa de inmersión térmica.

Señala así siete zonas en España donde los niveles son mayores. Es lo que denomina un “mar rojo”:  el norte de Barcelona, Madrid, Puertollano, la zona de Cáceres y Monfragüe, el valle del Guadalquivir, Santander (una excepción dentro de la cornisa cantábrica) y Zaragoza. También hay episodios de gran impacto de este contaminante en la zona del interior de la Comunitat Valenciana. Por eso no duda en afirmar que es el ozono “regional” del que existe un mayor volumen.

Sin 'desnitrificación' en España

“Esto quiere decir que podríamos reducir nuestra parte con medidas estructurales, que se apliquen siempre y no por contaminación”. Así, si entre junio y julio se produce un mayor impacto, lo conveniente sería reducir el tráfico en esos meses, y añadir a ello una tecnología de ‘desnitrificación’ (reducción de nitratos) de los óxidos de nitrógeno en la industria y en las centrales térmicas. Esta última técnica ya se aplica, por obligación, en los países del centro y norte de Europa, pero el Gobierno español ha pedido una moratoria a la Comisión Europea.  

“Aquí el tema se ralentiza, pero terminará por ser obligatorio y a la larga algunas centrales térmicas no querrán asumir los costes de la 'desnitrificación' y acabarán cerrando”, alerta el profesor, quien también apuesta por cambiar la conciencia ciudadana para que haya una mejor climatización de las viviendas. De esta forma, las centrales térmicas no funcionarían “a todo gas” y se reducirían sus emisiones. Reconoce que es un tema complicado y de falta de concienciación “pero es así como funciona ya en muchos países europeos”.

Concluye afirmando que pese a todas las dificultades, España no puede seguir “a la cola” en este sentido sobre ante un diagnóstico que considera “malo”, con el 75% de su territorio excediendo el valor objetivo de protección a la salud humana, según el propio Ministerio de Medio Ambiente.