Almudena Grandes ha recibido el Premio 'Abogados de Atocha' que conceden cada año el sindicato de CCOO en Castilla-La Mancha y la Fundación Instituto de Estudios Sociales en un acto celebrado en el Palacio de Congresos 'El Greco' de Toledo.
La escritora “siempre se ha posicionado a favor de las personas más desfavorecidas y de las víctimas de la violencia de entonces y de ahora”, explica CCOO para justificar el galardón. “Cada vez que esta mujer escribe u opina sobre un tema es como un jarro de agua fresca”.
Almudena Grandes aprovechó su discurso de agradecimiento por el premio para criticar que España sea “uno de los pocos países del mundo en el que existe una corriente de opinión que permite hablar de enemigo de la memoria”. Desde su punto de vista “nuestro país es ejemplo perfecto de las anomalías que una convención política basada en la amnesia puede llegar a generar en un Estado democrático” y afeaba que España sea “el único país de Europa que carece de una política pública de memoria. Es la única democracia del continente que no se ha fundado sobre su propia tradición antifascista”.
Describía como “desinterés, pusilanimidad y hasta hostilidad” lo que “los sucesivos gobiernos de las últimas décadas han mostrado por nuestra tradición democrática”. Algo que ha “perpetuando” lo que calificó como la “gran mentira franquista” de “convertir a las víctimas en culpables”. Alertaba sobre los “tiempos oscuros en los que vivimos bajo la amenaza de nuevas versiones de peligros muy antiguos” entre los que citaba la explotación, la injusticia, la miseria, la discriminación, el machismo, el fascismo “y otros demonios”.
“Escribir es tomar postura frente a la realidad”. Ella lo hace y cree que aquellos autores que intentan “escurrir el bulto para esquivar los temas conflictivos que puedan perjudicar su relación con el poder”, también se posicionan y “sus libros son productos ideológicos”.
Almudena Grandes sostiene que el escritor “debe ponerse al servicio de las causas que ama” y “actuar de megáfono público de quienes no tienen la posibilidad de expresar sus reivindicaciones”. Algo bien distinto al “derecho que algunos se arrogan de conducir a la ciudadanía señalando con el dedo la dirección a seguir. Hasta se indignan cuando la gente toma sus propias decisiones. Esa actitud no me interesa”.
“Tenemos una democracia de mínimos que ha de ser más participativa”
“Entre el público estaba uno de los supervivientes de la matanza de aquel 24 de enero de 1977, Alejandro Ruiz-Huerta, abogado laboralista que hoy ejerce como profesor en la Universidad de Córdoba. También insistía en el mismo argumento. ”Hay una necesidad de memoria en este país“ pero, matizaba, ”eso exige un compromiso de realismo“ porque recordaba lo ”dificilísimo“ que fue conseguir ”esta democracia de mínimos que tenemos“ y abogaba por convertirla en ”más participativa“.
40 años después de la matanza de Atocha a Ruiz-Huerta se le sigue haciendo un nudo en la garganta al recordar como el bolígrafo que le prestó su compañero Ángel Rodríguez Leal, vecino de Casasimarro (Cuenca) le salvó la vida ese día cuando una bala rebotó en él.
Explicó que no quiso estar en el homenaje que se rendía en su pueblo natal a su colega de bufete -uno de los cinco asesinados en 1977- el pasado 28 de enero. “Me temía un conflicto y yo no quiero estar en conflictos sino en paz” después de que el alcalde ‘popular’ del municipio se negase a instalar una placa con el nombre de su compañero. “Preferí enviar una carta que allí se leyó para pedir también el respeto a la decisión del alcalde. Le dije que se había equivocado, y ya está”.
Alejandro Ruiz-Huerta citó un consejo que le había dado Manuela Carmena, hoy alcaldesa de Madrid y hace 40 años abogada en el mismo bufete laboralista que salvó la vida por un cambio en la agenda del día. “Hay que hablar de la vida y no de la muerte en Atocha, del entusiasmo que teníamos trabajando por la libertad en nuestro país”.
“Escribir la historia sin renglones torcidos”
El acto contó con numerosas alusiones a la memoria, con música y audiovisuales que dejaron mensajes como el del secretario regional de CCOO en Madrid, Jaime Cedrún, que aseguraba que este 40 aniversario está sirviendo para “romper los muros del olvido” o el del decano del Colegio de Abogados de Toledo, José Sánchez Recuero, que apeló a mantener en el tiempo este premio. “Es de justicia, a pesar del poco apoyo de las administraciones”.
El vicepresidente del Gobierno regional, José Luis Martínez Guijarro, presente en el acto se refería a lo ocurrido en Atocha como “un símbolo de lucha en favor de la libertad, de la democracia, de los avances sociales” y, añadía, “con las corrientes que circulan por el mundo, en estos momentos, creo que ese simbolismo merece más la pena que se ponga en valor”.
El propio secretario regional de CCOO en Castilla-La Mancha, José Luis Gil, que se despedirá del cargo en unas pocas semanas, cree que la fecha “es imborrable” y debe servir para “explicar lo que pasó a los jóvenes y no tan jóvenes”. “Fue el sacrificio de cinco personas que optaron por una manera de entender la vida muy generosa y que es patrimonio de toda la sociedad española”. Por eso, pidió “escribir la historia sin reglones torcidos, sino de verdad”.
En este 2017 se cumplen 40 años de la Matanza de Atocha en la que fueron asesinados los abogados Javier Sauquillo, Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez Leal a manos de un grupo de pistoleros de extrema derecha que irrumpieron en el despacho de los abogados laboralistas de CCOO y del PCE situado en la calle Atocha en Madrid. Un atentado en el que resultaron gravemente heridos María Dolores González, Luis Ramos, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz-Huerta, en este último caso es el único que hoy sigue vivo.