Pocas personas responden con certeza cuándo se les pregunta por el guayule. Y lo cierto es que este desconocido arbusto nativo de zonas desérticas en Méjico y Estados Unidos puede provocar una pequeña revolución para sectores como el farmacéutico o el automovilístico.
Ángel Jesús García es agricultor y uno de esos pocos que lo saben casi todo de esta planta. Vive en un pueblo de Toledo con poco más de 4.000 habitantes. Cuando hace poco más de un año supo de la llegada a Santa Cruz de la Zarza de la empresa finlandesa Nokian Tyres para abrir un circuito de pruebas y un centro tecnológico para testar los neumáticos que fabrica pensó que se le abría una oportunidad. “Soy muy inquieto, leo mucho y se me ocurrió preguntarle al entonces alcalde (IU) por el proyecto. Poco después le avancé mi propuesta para tratar de investigar las posibilidades del guayule como materia prima para fabricar neumáticos”.
Al suelo “de mala calidad para el cereal” que caracteriza a Santa Cruz de la Zarza porque sus componentes principales son arenosos y calizos, él le vio otras posibilidades. “Era cuestión de unir los puntos…Si viene una empresa a probar sus neumáticos en un circuito, consume caucho y yo le puedo ofrecer una nueva alternativa…Pues, me dije, vamos a proponerlo”.
El razonamiento de este agricultor le gustó a la marca finlandesa. Antonio Lorente, representante de Nokian Tyres en España, le ‘compró’ la ocurrencia de probar con esta planta que crece en terrenos áridos. La empresa finlandesa correrá con los gastos de un campo experimental de guayule que acaba de ponerse en marcha en la localidad toledana.
Es un arbusto alcanza en su madurez un metro veinte de altura y su aspecto exterior es similar a la retama aunque con hojas como las de la salvia y una tonalidad parecida a la del olivo. Bajo la corteza está la valiosa resina que da origen al látex. “La calidad es altísima. Es un látex hipoalergénico con aplicaciones que van más allá de los neumáticos” y además su madera es ideal para procesos de biomasa e incluso para la fabricación de tableros de alta dureza.
Ángel García cree el guayule “será una alternativa para La Mancha muy importante. Vamos a probar con 27 variedades para agotar todas las posibilidades. No se trata de cubrir el expediente. Vamos a por todas aunque me llamen loco. Si no, en la vida no haríamos nunca nada”.
Un cultivo que no necesita apenas agua
El proyecto ha contado en los últimos meses con el apoyo científico de Manuel Carmona, doctor en Ciencia e Ingeniería Agraria e investigador de la Universidad Europea de Madrid y de Horacio López, ingeniero agrónomo y jefe de servicio de Investigación y Desarrollo del Instituto Técnico Agronómico de Albacete (ITAP). En un vivero en Fuensanta, en esta provincia es, precisamente, donde han germinado las semillas traídas por Carmona desde Estados Unidos y también se han cuidado plantones procedentes de Francia antes de su traslado al campo de experimentación.
Horario López explica que tanto Carmona como él mismo han prestado su apoyo en las técnicas de cultivo que necesita este tipo de planta. “No es fácil que germine bien por sus antecedentes silvestres, pero se ha conseguido”. A esta planta de origen desértico le va bien el calor y la falta de agua. “Esa es la clave, que cada vez tendremos menos agua”, explica Horario López, y hay que pensar en alternativas de cultivo.
El campo experimental ocupa apenas media hectárea bajo el sol de justicia que caracteriza esta época del año en esta parte de la provincia de Toledo. Algunas de las plantas ya se asoman desde la tierra hasta alcanzar los diez centímetros pero llegarán casi al metro veinte y serán expuestas a condiciones de secano y regadío para comprobar su evolución. Pasarán por pruebas extremas, casi tanto como los neumáticos a los que se espera pueda dar ‘vida’ esta particular especie vegetal.
El guayule sobrevive entre diez y quince años antes de que sea necesario eliminar la planta para poner una nueva y mejorar su productividad. “Creemos que no es necesaria la rotación del cultivo pero hay que confirmarlo”. Se aprovecha hasta la raíz, de la que también se extrae látex. El guayule se ‘poda’ cada año para que vuelva a brotar. “Es otro factor positivo en los gastos de las labores”, señala Ángel García quien elude dar cifras de productividad para “no generar falsas expectativas” aunque sí avanza que “la intención” es que el cultivo no necesite subvenciones procedentes de la Política Agraria Comunitaria (PAC). “Entiendo estas ayudas para cambiar un viñedo viejo pero no comparto que nos den dinero cada año por cultivar. Tenemos que producir lo que de verdad podamos rentabilizar. En nuestro caso, creemos que la producción anual estaría vendida con creces”.
Una alternativa al caucho cada vez más escaso y caro
Antonio Lorente, representante de Nokian Tyres en España explica que el objetivo de este proyecto es comprar “cuál es la viabilidad del guayule en Castilla-La Mancha y que Nokian utilice el látex que se obtiene de esa planta en sus productos porque su calidad está sobradamente contrastada”.
La idea no es nueva. Holandeses y franceses ya desarrollaron un proyecto de investigación entre 2008 y 2012. Llegó a crearse una pequeña plantación en Cartagena (Murcia) financiada con fondos de la Unión Europea. Pero se quedó en eso, en una investigación que no llegó a la fase industrial. “En Castilla-La Mancha tenemos la ventaja de que Nokian compraría el producto”.
La plantación experimental es la primera fase del proyecto y la financiará Nokian. Después, la intención es colaborar con la Universidad de Castilla-La Mancha “para que nos ayuden con la investigación sobre la extracción del látex y sus aplicaciones”, además de solicitar fondos a la Unión Europea. En su fase industrial, explica, “la idea es que se implique la industria y la sociedad de Castilla-La Mancha y la Junta eso lo tiene muy claro”.
El guayule se presenta como una alternativa al caucho. Ayudan las posibilidades de producción limitadas para la actual elevada demanda de países como China que, además, está encareciendo el producto. La producción ‘europea’ del guayule solventaría ese problema, asegura Lorente. “No dependeríamos de terceros ni del transporte”.