Indignación por una conferencia sobre la División Azul: “Es una vejación a los 93 albaceteños muertos en campos nazis”

elDiarioclm.es

11 de octubre de 2021 11:44 h

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Una conferencia sobre la División Azul prevista en Albacete para este martes 12 de octubre que abordará “la historia de los voluntarios españoles de Hitler desde 1941 a la actualidad” y que lleva por título 'El eco de la División Azul: novedades bibliográficas sobre la campaña española contra el comunismo“ ha provocado la indignación de IU, el PCE y el Foro por la Memoria en esta provincia.

El acto que se celebrará en los salones del Casino Primitivo de Albacete ha sido organizado por la Hermandad de la División Azul de Albacete con motivo del 80 aniversario de su llegada al frente ruso, y contará con el autor del libro 'La División Azul' (Esfera de los Libros, 2019), Carlos Caballero Jurado, y también con la intervención del historiador Francisco Torres García en cuyos libros es habitual la temática relativa al franquismo. El último de ellos es un ensayo histórico sobre lo que califica de “producto cultural” y se titula 'Raza', en alusión a la novela escrita por Francisco Franco y llevada posteriormente al cine, para “desmontar las tesis de la vulgata antifranquista”.

Tanto IU, como el PCE y el Foro por la Memoria en Albacete exigen al Casino Primitivo de Albacete “la inmediata retirada de dicho acto, por considerarlo una vejación a las víctimas del nazismo y concretamente a los albaceteños muertos en los campos nazis”. Y es que, aseveran, “no se puede estar orgulloso de una división de la Wehrmacht que sometió a Europa bajo la bota del tercer Reich, olvidar a las víctimas de la deportación y al mismo tiempo no ser objeto de crítica democrática”.

También reclaman al alcalde de Albacete, el socialista Emilio Sáez, que “tome partido en estos hechos. Apelamos a su sensibilidad, pues es la dignidad democrática lo que está en juego. Le pedimos que no se muestre pasivo, condescendiente o indiferente ante este acto, pues supondría una falta de respeto a la dignidad democrática de los ciudadanos”. En este sentido, también le piden que se dirija al Casino para “que no se permita dicho coloquio”.

La ignorancia o la insensibilidad democrática, no pueden ser excusa para blanquear las ideas criminales que devastaron Europa

Los impulsores del evento aluden al escritor Arturo Pérez Reverte. “Ha dicho del libro de Caballero Jurado que es una obra documentadísima, rigurosa y monumental” y explica que la obra no sólo es “un análisis certero de las operaciones militares” sino que “se adentra también en los entresijos diplomáticos, propagandísticos, políticos y, de manera especial, en las vivencias más íntimas de los combatientes y prisioneros gracias a décadas de investigación y a las entrevistas con los protagonistas de una de las mayores aventuras bélicas de la historia contemporánea de España”.

A esta explicación, las formaciones políticas y el colectivo memorialista contraponen los hechos: 93 albaceteños muertos en la deportación nazi. “Cualquier unidad de el ejército alemán era el símbolo de dolor y de esclavitud de millones de hombres, mujeres y niños”.

Recuerdan que las personas asesinadas procedían tanto de la capital como de pueblos como Caudete, Munera, Yeste, La Gineta, Villarrobledo, La Roda, Casas de Juan Núñez, Tobarra, Villalgordo del Júcar, Hellín, Almansa, Salobre, Fuentealbilla, Casas de Ves, Navas de Jorquera, Ontur, Mahora, Alcalá de Júcar, El Bonillo, Molinicos, Casas Ibáñez, Elche de la Sierra, Cenizate o Letur.

“Exigimos a los miembros de la hermandad que defiende a la División 250 que pidan perdón a las víctimas de la represión nazi. Agitar la actuación de la URSS en su política internacional o el anticomunismo para defender una guerra de agresión es un acto de cinismo insoportable, y no es excusa para justificar actos criminales, como la ejecución a partisanos españoles ―y rusos― que combatieron en las filas soviéticas”, aseguran en un comunicado conjunto.

Recuerdan que los miembros de la División 250 de la Wehrmacht, más conocida como División Azul, “hicieron un juramento de lealtad a Adolf Hitler al igual que el resto de soldados y cargos del ejército alemán que ayudaron a esclavizar a Europa bajo la bota del nazismo. Muchos de ellos, claro, ya estaban acostumbrados a romper juramentos de lealtad, pues ya se habían sublevado contra el gobierno elegido democráticamente en febrero de 1936. Las mismas esvásticas adornaban su uniforme, y servían a la misma maquinaria bélica que asesinó a millones de personas entre 1939 y 1945. Vistieron el mismo uniforme (feldgrau)”.

Además, abundan, “la División Azul participó en lo que está tipificado como un 'Crimen contra la Paz', la guerra de agresión, algo perseguido en la legislación internacional, y lo hizo voluntariamente fuera de toda duda”. Una vez en combate, recuerdan, “la unidad tuvo la responsabilidad de todas las acciones cometidas en su jurisdicción, participó en el bloqueo por hambre al que se sometió a Leningrado y fue parte necesaria y actor activo en las agresiones a la población civil de la ciudad en la que murieron cientos de miles de personas, muchos de ellos cristianos, sin duda”.

La División Azul no perteneció nunca orgánicamente al ejército español, aseveran, “debía lealtad al Führer de Alemania, y a diferencia de los soldados alemanes, los españoles que participaron en la División Azul lo hicieron voluntariamente, es decir, participaron voluntariamente en una guerra criminal de agresión en la que murieron millones de personas. Participaran directamente en sus crímenes o no, formaron parte de la misma maquinaria bélica”, afean.

Insisten en que “estos crímenes han sido condenados y perseguidos por las leyes y tribunales internacionales, y la exaltación pública de los símbolos militares que sirvieron a esa maquinaria militar ha sido prohibida y perseguida en toda la Europa democrática” y por eso, señalan, “la posible participación de militares en activo del Ejército Español en la exhibición de este estandarte, constituye por sí mismo un acto de humillación colectiva para la dignidad de todos los españoles, su Estado democrático y su ejército y desde luego, no debería ser motivo de orgullo, y menos orgullo exhibido en un acto público”, concluyen.