Muchos son los “contras” y daños al medioambiente que, a lo largo de los últimos meses, los colectivos vecinales y ecologistas han relacionado con la instalación de las macrogranjas. Desde la contaminación del suelo y el subsuelo por los purines, con gran concentración de nitratos, y la consiguiente contaminación de agua del subsuelo, por la filtración de estos nitratos, hasta el elevado consumo de agua que requieren las macrogranjas, o los malos olores que afectan al entorno. Pero, tal y como detalla la doctora Ángela Prado Mira, Médico Intensivista del Hospital General de Albacete, la instalación de naves para cría intensiva de porcino tiene también “riesgos para la salud pública”.
Lo dice en un documento que ha elaborado, a petición de la plataforma 'No a la macrogranja en Pozuelo y Argamasón', y al que ha tenido acceso AlbaceteCapital en el que se detallan las implicaciones para la salud como la 'resistencia a los antibióticos'. Dice la doctora Prado en el informe que “para acelerar la ganancia de peso en los animales y prevenir enfermedades, muchas granjas de cría intensiva suministran antibióticos a los animales”. Según los datos que aporta el documento, entre 2001 y 2009, el consumo de antibióticos en la producción animal aumentó un 45%, y más del 80% de los antibióticos recetados fueron utilizados en el sector porcino. Es ahí donde señala el riesgo.
Explica que si se administran antibióticos “de forma indiscriminada” a los animales destinados al consumo humano, estos animales desarrollarán cepas comensales resistentes a los antibióticos, “que posteriormente podrían pasar al ser humano a través de los diferentes productos alimentarios”. O lo que es lo mismo, el animal se vuelve resistente a los antibióticos de uso común, “y cuando el ser humano consume la carne, por diferentes mecanismos, estas bacterias multirresistentes podrían causar enfermedad en el individuo”. Y todo ello, advierte, a pesar de que, en 2006, la Unión Europea prohibió el uso de antibióticos como agentes promotores del crecimiento del ganado.
A la resistencia a los antibióticos, la doctora Ángela Prado suma también la 'zoonosis'. Dice en el informe que los cerdos son considerados potenciales reservorios para las nuevas enfermedades humanas y han sido implicados en la reciente aparición de la pandemia de gripe H1N1 entre otros. “La industria moderna de la cría del cerdo y el comercio internacional --dice Prado-- favorecen la transmisión y propagación de muchos agentes infecciosos. Existen un gran número de enfermedades del cerdo que pueden ser transmitidas a los humanos y en los últimos años se ha visto que algunos virus son capaces de saltar la barrera interespecie”.
Entre estas zoonosis relacionadas con el porcino están el virus de la encefalitis japones, que causa cefalitis al ser humano; la salmonella, causa mayoritaira de intoxicaciones alimentarias en España y que se asocia con gastroenteritis en el ser humano. También la Equinococosis-hidatidosis, (en humanos es endémica de España), y que convierte al cerdo en un hospedador en el que se desarrolla la larva que puede llegar al ser humano a través de la ingesta de carne, aguas contaminadas, etcétera.
Otra afección endémica de nuestro país y que está relacionada con la cría intensiva en macrogranjas es la Tenia Solium-cisticercosis, una infección intestinal causada por gusanos adultos y la cisticercosis es el nombre de la infección de tejidos (además de intestinal), causada por la larva del gusano. La parasitación ocurre por consumo de carne de cerdo cruda o parcialmente cocida. No son las únicas: la doctora enumera una quincena de enfermedades que llegan a los seres humanos a través del cerdo.
Moscas, mosquitos y roedores
Las moscas, mosquitos y roedores son denominados en este documento como “otros vectores de interés”. El motivo, que son portadores de enfermedades. Así, el informe advierte que cuando las poblaciones de moscas alcanzan proporciones de plaga en zonas próximas a núcleos humanos y rurales, sobre todo en presencia de un caldo de cultivo propicio como pueden ser los vertidos de purines, representan un serio riesgo sanitario y medioambiental importante para la comunidad.
Los purines también son “foco de proliferación” de mosquitos. “Se ha confirmado la presencia extendida del mosquito tigre asiático en las provincias del litoral oriental español (Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia). Este mosquito suele picar en las zonas más próximas al suelo, y es atraído entre otras cosas por el sudor y los olores fuertes, como el de estos desechos.
Y, por último, están los roedores que, aunque son eliminados del interior de las instalaciones porcinas, sistemas de saneamiento y otras estructuras interiores, se les puede encontrar en la red de alcantarillado o en las conducciones de purín. “Las ratas a menudo viven en las granjas porcinas porque ahí tienen fácil acceso a alimentos. Los roedores actúan también como vectores o reservorios de muchas enfermedades a través de sus ectoparásitos, como pulgas, garrapatas, piojos y ácaros, y de los mosquitos”
Más riesgos en el caso de los trabajadores
Capítulo aparte merecen los riesgos en la salud para los trabajadores de las macrogranjas que “están expuestos regularmente a las inhalación de partículas y gases, como el amonio y el sulfuro de hidrógeno, a concentraciones que pueden resultar peligrosas”. Dice la médico intensivista del Hospital General de Albacete que esas partículas en suspensión a las que están expuestos provienen de muchas fuentes, incluyendo materia fecal seca, alimentos, la caspa y células de piel de los animales, hongos, polvo, y endotoxinas bacterianas, y pueden ser inhaladas durante la respiración normal por los humanos.
Si bien es cierto, tal y como detalla en el informe, que la combinación de gases y partículas es distinta en cada granja y depende de la especie de animal que se cría, del tipo de alimentos que utilizan, del método de ventilación y de las prácticas de manejo y almacenamiento de estiércol, también destaca que es difícil negar ciertos efectos sobre la salud humana. “De hecho, un importante porcentaje de los trabajadores de las granjas porcinas sufren uno o más síntomas de irritación o enfermedad pulmonar crónica”.
Está relacionado el amonio, un gas que se produce en las grandes acumulaciones de orina y estiércol en las granjas de cría intensiva, y que puede producir irritación ocular y problemas respiratorios, además de dañar el sistema ciliar y facilitar así la inhalación de partículas en suspensión. El sulfuro de hidrógeno es un gas que se genera principalmente a partir del estiércol líquido. Según el informe, “la exposición repetida a bajas concentraciones de sulfuro de hidrógeno puede causar síntomas como resequedad de la piel, irritación de los ojos, náuseas, trastornos cardiovasculares, dolores de cabeza y tos crónica”.