Pablo De Francisco, de 22 años, estudió durante un tiempo Ingeniería Forestal hasta que decidió dar un giro a su vida para cumplir su ilusión: montar un restaurante en su pueblo, La Cabrera, una pedanía de Sigüenza, en la Sierra Norte de Guadalajara, donde habitan ocho vecinos de forma continua. “Abrir mi propio restaurante en el pueblo de mi abuelo, donde he disfrutado desde niño era mi sueño”. Un deseo que se hizo realidad, en agosto de 2017, cuando inauguró con el apoyo incondicional de su padre Manuel el Balcón del Dulce, un restaurante enclavado en el Parque Natural del Río Dulce, escenario de la mítica serie documental ‘El Hombre y la Tierra’ del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.
En este entorno excepcional, Pablo despliega cada fin de semana su habilidad culinaria con los fogones “dando un trato familiar a la gente” y ofreciéndoles “platos tradicionales con otros toques” como patatas con carabineros o rabo de toro al Oporto. Una experiencia profesional que afronta con ilusión, aunque, reconoce, que emprender en el medio rural para la gente joven no es fácil: “Es un negocio sacrificado, necesitas mucho respaldo económico y la ayuda de un adulto hasta para reclamar una factura, porque si no, no te toman en serio”. Pero, añade, “recomiendo que más jóvenes sigan mis pasos, si les gusta la vida en un pueblo, porque la hostelería es un trabajo que se valora, con el que conoces a mucha gente y aprendes algo nuevo cada día”.
La merma de población es una constante no sólo en Guadalajara sino en el conjunto de la España interior, que ha visto desde los años 60 del siglo XX cómo su principal capital, el humano, iba extinguiéndose a medida que la industrialización hacía despuntar la población en los corredores urbanos.
La evolución demográfica de Guadalajara acredita la sangría en el medio rural de Castilla-La Mancha. Según un estudio elaborado por la Diputación de Guadalajara, enmarcado dentro de la iniciativa Dipuemplea Joven -un programa cofinanciado con fondos europeos y orientado a la formación y mejora de la empleabilidad para jóvenes-, Guadalajara es la provincia española con mayor número de municipios de menos de 100 habitantes. En concreto, 173 localidades de un total de 288 no logran sobrepasar esta cifra. Y en estos 173 pueblos residen 616 jóvenes con edades que oscilan entre los 16 y los 29 años, apenas el 1,74% de los jóvenes que viven en la provincia de Guadalajara. Por su parte, el 4,2% de los jóvenes habitan en localidades que cuentan entre 101 y 500 habitantes y el 2,6% en los que cuentan entre 500 y 1.000 habitantes.
Llama la atención que el 72,1% de los jóvenes de Guadalajara residen en sólo ocho localidades: Guadalajara capital, Azuqueca de Henares, Alovera, Cabanillas del Campo, El Casar, Marchamalo, Torrejón del Rey y Villanueva de la Torre. De hecho, sólo la capital y Azuqueca concentran más de la mitad (51,5%) de la población joven de esta provincia. El estudio de la Diputación comprende la categoría de joven a las personas entre los 16 y 29 años.
Rafael Relaño es un joven de 26 años que trabaja en el antiguo taller de carpintería que la familia regenta en Sigüenza desde hace más de un siglo. “Soy la cuarta generación que trabaja en la carpintería que fundó mi tatarabuelo allá por 1870 y me apasiona este oficio, porque puedes hacer algo con tus manos y sientes que al cliente le satisface”, asegura a este digital. Su abuelo le inculcó de pequeño el amor por la artesanía y, desde entonces, supo que se dedicaría a la carpintería en su querido pueblo, ya que, según asevera “en Sigüenza se han conservado los oficios y siempre se necesitará un carpintero”.
Desde sus inicios, la filosofía del antiguo taller seguntino se distinguió por crear cada pieza a mano, aunque, como reconoce Relaño “la mecanización en la carpintería te permite producir más rápido, venderte y competir mejor en el mercado”. En los ocho años que lleva entregado al oficio, solo echa de menos “no haber viajado más”, pero, tiene claro que su sitio está en Sigüenza. “No cambio esta calidad de vida, sin ruido, ni tráfico y respirando aire puro por nada del mundo, aunque entiendo que la gente joven se marche a trabajar fuera de los pueblos, porque para atraer población hacen falta servicios como Internet o disponer de carreteras arregladas”, sostiene Rafael.
La densidad de población de Guadalajara se sitúa en 18,3 habitantes por kilómetro cuadrado, aunque la cifra desciende vertiginosamente en la Sierra Norte, la Alcarria y en la comarca de Molina de Aragón, los tres territorios más afectados por la despoblación. Con todo, lo más preocupante es que las cifras del padrón revelan que sigue sin frenarse la pérdida de población. Entre 2012 y 2016, la población de la provincia descendió un 2,5%, porcentaje que se dispara hasta casi el 15% en el caso de los jóvenes. La cifra es aún peor en los municipios de hasta 2.000 habitantes, en los que la población joven se ha reducido la mitad durante los últimos cuatro años.
Roberto Capilla, de 29 años hunde sus raíces en la pequeña localidad serrana de Somolinos. Durante la crisis se replanteó su futuro y cambió su empleo de solador de la construcción en Alcalá de Henares por el de ganadero en las dehesas de la Sierra Norte. “No te haces rico con la ganadería, es un trabajo duro y constante, pero se puede vivir de ello, explica a eldiarioclm.es. Todo empezó en el verano de 2015, cuando Roberto se hizo cargo de forma temporal de la cabaña de vacas de un familiar que se encontraba de baja laboral. ”Siempre me ha llamado la atención el campo, empecé a aprender este mundo gracias a mi suegro y, aunque, al principio, tuve que desembolsar mucho dinero para comprar los animales y la maquinaria, me gusta la ganadería“.
Uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan en la actualidad los ganaderos de esta zona de Guadalajara es a un brote de tuberculosis, que obliga a sacrificar muchas vacas enfermas: “Es mi mayor miedo, porque ahora que voy afianzando mi negocio, si me sale algún animal mal, sería una ruina”. En cuanto a la relación que, en su opinión ha de darse entre las personas y la ganadería extensiva en la sierra, aboga por “un entendimiento entre los ganaderos y los vecinos, ya que es un riesgo que el ganado paste en las carreteras”. Asimismo considera que “la ganadería ha sido una válvula de escape durante la crisis para chicos que se quedaron sin empleo” y, por ello, les anima a seguir su camino, “porque he ganado en calidad de vida”.
Precisamente, el informe elaborado por la Diputación aborda, además de la demografía, los datos referidos al empleo y la educación. Así, el número de parados en la provincia de Guadalajara se ha contraído en todos los tramos de edad durante el último lustro, excepto en el colectivo que aglutina a los mayores de 55 años. El número de jóvenes menores de 25 años adscritos a las oficinas comarcales de empleo de ámbito rural –Cifuentes, Molina de Aragón, Pastrana y Sigüenza- no alcanza el 14%, lo que refleja la asimetría que arrastra una provincia en la que, mientras sus comarcas rurales se quedan sin vecinos, la capital y el Corredor del Henares lideran las estadísticas de crecimiento demográfico.
Para Juan Pedro Sánchez, diputado de Promoción y Bienestar Social la situación demográfica en Guadalajara “es compleja, porque existe un área muy despoblada en la que viven pocos jóvenes y una mayoría de población envejecida”. Además, afirma que “si queremos salvar al medio rural, debemos de actuar de forma inmediata entre todas las administraciones” y considera que “estos programas de formación de jóvenes son una buena vía para que puedan emprender una pequeña empresa en una población rural y se revierta así el despoblamiento”. Otras medidas necesarias para frenar la despoblación son, en su opinión, “implantar una fiscalidad rural y mejorar las comunicaciones”, unos servicios con los que “estoy convencido de que más gente se asentaría en estos pueblos”, concluye.
Guadalajara es la provincia de Castilla-La Mancha que registra el mayor porcentaje de desempleo juvenil entre las mujeres, excepto en el tramo de edad de 20 a 24 años. Finalmente, en el ámbito educativo, a finales de 2014, sólo el 64,3% de los menores de 25 años y el 56,4% de los menores de 30 años había completado la Educación Obligatoria Secundaria (ESO) en Guadalajara.