Carmen Bachiller

3 de noviembre de 2022 21:09 h

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Sara Aguilera nació en Cáceres en 1991 pero hoy vive en Sigüenza, al norte de Guadalajara. Este viernes participará en PRESURA 2022, la Feria Nacional para la Repoblación de la España Rural que este año sale de su Soria ‘natal’ para celebrarse en esta parte de la Guadalajara más despoblada. Abre sus puertas este viernes -hasta el domingo- con más de 50 expositores, 80 ponentes y la presentación de 82 proyectos de la España Rural.

Después de la inauguración oficial, los jóvenes tomarán la palabra para hablar de “nueva ruralidad”. Sara Aguilera contará su experiencia y tiene claro lo que significa el concepto que, en su caso, pasa por buscar alternativas a la “precariedad laboral”.

Auxiliar de Enfermería y también pintora (sus dos pasiones), esta extremeña de 31 años emigró primero a un pequeño pueblo de su comunidad autónoma, con 80 habitantes en la comarca de Las Hurdes. “Estaba muy a gusto, pero las condiciones no me permitían tener una vida”. Así que terminó en Sigüenza. “Me la jugué”. Lo hizo, dice, “por necesidad. Al final los jóvenes hemos encontrado en los pueblos una forma de ser independientes”. Ahora combina su profesión sanitaria con las clases de pintura y su propia producción artística, además de colaborar con un restaurador local. 

Se ha buscado la vida, pero el proceso no ha sido, y no es fácil. “Lo pasé muy mal con la vivienda. No encontraba alquiler y terminé viviendo en casa de mis jefes para poder trabajar en el pueblo. Después me topé con pisos lejos, o caros o sin calefacción”.

A ella le ha merecido la pena. “Hubo una emigración muy grande hacia las ciudades, pero ahora si vuelves tienes más oportunidades porque en las ciudades hay mucha competencia. Lo que yo veo en Sigüenza es que hace falta mucha gente”.

La pregunta que surge entonces es si los jóvenes ven el medio rural una salida laboral y personal. “Yo siempre he querido vivir en un pueblo, pero es cierto que cuando empecé la carrera, con 18 años, quería hacer grandes cosas. Y pensaba que eso en un pueblo no lo podría conseguir. Después te das cuenta de que lo importante son otras cosas y que los ideales que te venden las ‘pelis’ no las encuentras en la ciudad”, asegura Sara Aguilera.

Lo dice por experiencia propia, pero también de otros. “Mi compañera de estudios en Salamanca, escritora y guionista, ha vivido siempre en Madrid y Barcelona. En octubre del año pasado vino a visitarme y se quedó a vivir aquí. Otro amigo dejó su puesto en un hospital madrileño y se fue a vivir a Mandayona”. Es otro pequeño municipio cercano a Sigüenza.

Las historias se repiten. En distintos lugares, pero con relatos similares. Nazaret Mateos tiene 40 años y es de Zamora, de un pueblo en plena Sierra de la Culebra. “Allí se acaban pronto las oportunidades”. Como tantas jóvenes dejó el pueblo para estudiar “porque parecía que, si no te ibas del pueblo, no eras nada” y terminó trabajando en Palencia en una empresa de telecomunicaciones. Pero ha regresado al mundo rural y se ha establecido en el municipio palentino de Paredes de Nava. “Con 35 no quería seguir viviendo aquella vida”.

Allí ha montado su empresa, tras convencer a su marido y “firmar un pacto de no agresión”, bromea. Maestra de formación, ha puesto en marcha ‘EntreSetas’. “Siempre me ha gustado ir al monte a buscar setas. Es de lo que entiendo”.

Y es que lo tradicional puede funcionar con lo más innovador en el medio rural. De hecho, la “nueva ruralidad es una buena oportunidad para que las innovaciones científicas o tecnológicas puedan emplazarse en el medio rural generando actividad económica vinculada a la innovación”.

Así lo cree Mario Fernández técnico en Desarrollo Rural. Graduado en Antropología Social, forma parte del grupo G30 de La Rioja, “voluntariado en desarrollo social mediante innovación social”, explica. Un proyecto pionero en España. Varios de sus miembros -todos y todas tienen entre 18 y 35 años- participarán en PRESURA 2022. Se sienten protagonistas del reto demográfico en su territorio.

 “Paco Rivero, responsable del Instituto Riojano de la Juventud siempre dice el futuro son los jóvenes, que estamos en un presente continuo en el que co-creamos esa nueva ruralidad”, pero este joven matiza que el futuro hay que proyectarlo “retomando los aspectos tradicionales y hacer una simbiosis con la revolución tecnológica, mediante la digitalización para evitar la brecha entre lo urbano y lo rural. En la nueva ruralidad caben ambas cosas tanto a nivel profesional, social o ambiental”, señala este joven de 30 años, “criado a caballo entre Ortigosa de Cameros y El Rasillo de Cameros” que tuvo que marcharse a Logroño. “No encontré la oportunidad de quedarme en el pueblo, pero volver es algo que no descarto”.

“Creo que la auto-realización es más sencilla en los pueblos. De cosas pequeñas se puede llegar a cosas grandes”, añade Sara Aguilera. 

Sé lo que quiero. Que mi futuro esté unido a la escuela rural. Es un modelo y un referente para el resto de instituciones educativas

Para Lola Rubio, murciana de 23 años, una de las estudiantes de Educación que ha participado en la primera edición del programa ‘Generación docentes’ de la Fundación Princesa de Girona

Realizó sus prácticas en el Colegio Rural Agrupado ‘Sierra de San Pedro’ en un pueblo de 500 habitantes en Extremadura y se muestra encantada con la experiencia. “No estaba familiarizada con la escuela rural y quiero contar cómo las personas de ciudad pueden interesarse en trabajar y vivir en el medio rural. Es mi caso y ahora soy una activista de la escuela rural. Me embaucaron”, dice entre risas.

Ha tenido que volver a Murcia y lo ha hecho para dar clases en un colegio en San Pedro del Pinatar, una población de unos 25.000 habitantes, pero quiere regresar al medio rural. “Sé lo que quiero. Que mi futuro esté unido a la escuela rural. Es un modelo y un referente para el resto de instituciones educativas. Todos aprenden de todos. Todos cuidan a todos y las ratios permiten otras metodologías”. 

Jóvenes que optan por el activismo social o político contra la despoblación

En Sigüenza, un grupo de jóvenes está intentando organizar un Festival de Cortometrajes a través del crowdfunding. “Intentan traer gente al pueblo y también más actividad cultural. Yo misma les he sugerido abrir un coworking en el que podamos retroalimentarnos”. Es una forma de activismo social, explica Sara Aguilera. “Una llamada para que venga más gente. Así crecen las cosas”. 

Las medidas en marcha traerán repoblación, pero me pregunto si será una repoblación de calidad y real porque vuelven, pero… ¿Para cuánto tiempo, para 20 años y se acabó? No sé

“Lo que hace falta en los pueblos son jóvenes. Somos los que estamos en edad de abrir negocios”, apunta Sara Aguilera. Y en eso coincide Nazaret Mateos. “Los que tenemos más años necesitamos refuerzos. Los jóvenes deben ser la cabeza visible. Los que tienen que formarse y volver al pueblo a reventarlo porque tienen toda la vida por delante”.

Para Mario Fernández, “si hablamos de innovación comunitaria más allá de lo institucional no es cuestión de rango de edad, sino de proporción. Somos menos si hablamos de población. Es más cuestión de iniciativa personal que de edad”.

A la vista de las medidas para atraer gente al medio rural y frenar la despoblación, Nazaret comenta que “sí, traerán repoblación, pero me pregunto si será una repoblación de calidad y real porque vuelven, pero… ¿Para cuánto tiempo, para 20 años y se acabó? No sé”.

“Atraer población es un reto muy grande porque ahora mismo, a nivel laboral, las oportunidades se concentran en las ciudades. Creo que alguien no se mudará a un pueblo si no ha vivido la experiencia. Hacen falta iniciativas que pongan el foco en lo rural”, añade Lola Rubio, “porque es una realidad que desde mi perspectiva no se conoce. Para mí era así y ahora soy una activista de la escuela rural”. 

Entiendo que haya personas que articulen organizaciones viendo la realidad: el mundo rural no se ha atendido como se debía. Entiendo que quieran tomar partido

Muy cerca de Sigüenza, en la comarca de Molina de Aragón, un grupo de jóvenes ha creado Rumbo Rural, una plataforma de jóvenes para atraer jóvenes. En Cuenca, una asociación ciudadana que lucha contra la despoblación cuenta con su propia ‘división’ joven para atraer talento y nuevos pobladores. En su caso, Cuenca Ahora, dará el salto electoral como ya hicieron Teruel Existe o Soria ¡Ya!, después.

Nazaret contempla con naturalidad la incorporación ciudadana al activismo político o social. “A veces somos muy cómodos… y entrar en política es un problemón”, comenta entre carcajadas, para reconocer después que “las cosas o se cambian desde dentro o no se cambiarán. A la gente no se le debería olvidar que esto es un Estado democrático y que las cosas se cambian luchando desde los despachos y desde la política”.

“Entiendo que haya personas que se estructuren, que articulen organizaciones viendo la realidad: el mundo rural no se ha atendido como se debía. Entiendo que quieran tomar partido”, apunta Mario Fernández.

Cree que “hay que pensar en global y actuar en local porque cada localidad o comarca tienen sus especificidades. Los pequeños cambios que permitan o no llegar a una familia más a un pueblo de ciento y pico habitantes pueden marcar el futuro de toda la sociedad de la zona. Cualquier iniciativa es positiva si el enfoque es constructivo. Al margen de ideologías”, cuenta este joven que se define como “comprometido con el medio rural, y apasionado de la videografía, el deporte y la naturaleza”.

“A los jóvenes cada vez se nos escucha más. Que reivindiquen que su pueblo está muriendo o que no hay facilidad para ir al cine porque la carretera es pésima… La movilización de los jóvenes puede impactar. Lo que hace falta es que se escuche. Que se hable de ello no solo los políticos, sino toda la sociedad”, sugiere Lola Rubio.

Para esta joven “es una pena que haya que entrar en política por eso. Es algo extremo. Tener que pensar que si no se entra en política no se pondrá la situación sobre la mesa... Es un problema que afecta a muchas personas en España”.

Los jóvenes y la repoblación: el modelo Fraguas

Hace casi una década, en la misma provincia en la que ahora se celebra PRESURA 2022, el despoblado de Fraguas, en la Sierra Norte de Guadalajara, se convirtió en símbolo de la “autogestión” como sistema para repoblar el medio rural.

El colectivo Fraguas Revive se asentó en este lugar en el término municipal de Monasterio para reconstruirlo partiendo de las ruinas. Pero la iniciativa no fue bien entendida por todos. En 2018 el caso llegó a los tribunales y fueron condenados a un año y nueve meses de prisión y a demoler lo construido. La Administración regional considera que se vulneró la legislación medioambiental en este enclave deshabitado del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Para otros, se trata de un proyecto serio y viable para devolver la vida a una aldea que hace muchas décadas que había dejado de latir.

El pasado verano los afectados solicitaron la intervención en el caso del Instituto de Ciencias del Patrimonio, universidades de todo el mundo en colaboración y mediación con la Asociación Artiborain y la Red Ibérica de Ecoaldeas u otros organismos representativos del movimiento social neorrural. El proyecto sigue vivo, a pesar de todo.

Es un caso atípico incluso en lo jurídico. Repoblar no es fácil. Y tampoco existe una fórmula precisa para revertir el éxodo demográfico. Los jóvenes que debatirán sobre la “nueva ruralidad” en PRESURA 2002 contemplan el caso de Fraguas desde distintas perspectivas. Sara Aguilera ha colaborado desde su faceta artística con Fraguas Revive. “Su caso es una pena. Muchos jóvenes peleamos por lo mismo y las redes sociales nos permiten crear una comunidad muy amplia”.

En su opinión, con la repoblación y como ha ocurrido con otros temas espinosos será cuestión de tiempo y de calado cultural. “Es como con el feminismo, lo importante es no parar y concienciar a la gente. Es un proceso largo y deben intervenir las leyes que terminan llegando si la gente está concienciada”. Todas las iniciativas, añade Mario Fernández, “pueden ser válidas si están dentro de la legalidad” y Lola Rubio apunta: “No creo que su intención fuera mala, ni que deba ser algo en lo que poner el foco y culpar, pero es cierto que personalmente me centraría más en recuperar, en repoblar pueblos que ya existen y en los que se cierran comercios o escuelas que en estos que están derruidos”.