El Juego de las Caras, cita profana en plena Semana Santa

Entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde del Viernes Santo, un variopinto río de gente inunda las calles de Calzada de Calatrava, en Ciudad Real, el pueblo natal de Pedro Almodóvar. Pero el ‘reclamo’ turístico es bien distinto al cinematográfico.

En la plaza de España varios corros de gente miran hacia el interior de amplios círculos trazados en el asfalto. De repente, dos monedas son lanzadas al aire bajo la atenta mirada de los integrantes del corro. Participan (o quizá tan solo miran) en ‘El Juego de las Caras’, basado en las apuestas y en la suerte. Una cita profana que compite sin complejos con las de tono religioso en plena Semana Santa. De hecho, es la parte de la celebración de esta época que le ha dado fama al pueblo. Forma parte de la Ruta de la Pasión Calatrava, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

El alcalde de Calzada de Calatrava, Félix Martín, presume de tener “una fiesta profana única y singular en toda Castilla-La Mancha”.  ¿Cómo se juega? La voz cantante en cada círculo la lleva la figura del ‘baratero’. Son los gestores de las apuestas. Tienen que inscribirse previamente y es el Ayuntamiento el que, días antes y mediante sorteo, adjudica su presencia en un círculo determinado.

Después están los apostantes (a quienes se denomina ‘puntos’) y la banca. Quienes apuestan dejan su dinero en el centro del círculo.  En ‘El Juego de las Caras’ se utilizan dos monedas de cobre del siglo XIX. Se lanzan al aire y entonces la suerte está echada. Si salen dos caras, el dinero apostado se lo queda la banca. Si son dos cruces, el apostante se lleva lo que puso además de la misma cantidad que le dará la banca. Y si sale cara y cruz, se vuelve a tirar.  

“No es un vicio, sino una tradición”

“Siempre jugamos con dinero, no hay otra forma de hacerlo. Son apuestas limpias”, explica el alcalde. Es como una gran timba que puede mover miles de euros. Dicen que este juego nació para recordar el momento en el que los romanos se jugaron a los dados la túnica de Jesús. Otras teorías apuntan a que viene a recordar que Judas se jugó las 30 monedas cobradas por vender a su maestro. Lo cierto es que no hay documentación alguna que pueda confirmarlo.

“El pueblo se pone hasta arriba ese día”, reconoce el alcalde que, además, se apresura a aclarar que, pese a tratarse de una cita para jugar en plena Semana Santa “para nosotros no es un vicio sino una tradición.  Si te gastas 50 euros y ganas pues te lo gastas en gambas y en botellines y si lo pierdes pues te fastidias. El dinero corre. Es una forma peculiar de pasar el Viernes Santo”.