Hace siete meses, la plaza Amador de los Ríos de Toledo amaneció con una nueva galería de arte, lugares necesarios y tan poco usuales en la ciudad en los últimos tiempos. Un espacio acogedor donde la madera y el hierro preservan un antiguo edificio construido bajo unas termas romanas custodiadas por el Consorcio, en pleno corazón de ineludible carga histórica y cultural.
En su interior, encontramos variopintas obras que no se pueden disfrutar en cualquier rincón, artistas nacionales e internacionales de renombre del siglo XX y XXI, sin obviar obligados creadores toledanos: Antonio López, Feito, Tàpies, Chillida, Clavé, Guinovart, Canogar, Palazuelo, Valdés, Toral, Alfredo Copeiro, María Alba, Antonio Portela, José Antonio Villarubia, Lucía Ruiz Guío, Gonzho, Tortajada… la indiferencia no tiene lugar, especialmente en obras como La Cena, Variations sur un thème musical 8 y la serie Aromas.
La promotora de esta iniciativa es Celia Salamanca Revenga, una toledana entusiasta del arte contemporáneo, licenciada en Historia del Arte y especialista en Gestión Cultural. Leocadia no es solamente un espacio para la venta y edición gráfica, abre sus puertas al grabado desde un punto de vista pedagógico, ofreciendo talleres monográficos intensivos de fin de semana. No solamente para aquellas personas que quieren introducirse en el mundo de las artes gráficas, sino también dedicado a especialistas en la disciplina interesados en ampliar conocimientos e investigar sobre la materia. Diferentes técnicas de grabado en relieve y en hueco, entre las que encontramos: xilografía, linografía, punta seca y mezzotinta.
Un nuevo reclamo para Toledo que amplía el circuito gráfico, arriesgando en los tiempos difíciles que nos encontramos y apostando con fuerza en un ámbito tan imprescindible como el de las Bellas Artes. Una garantía de compromiso, donde no se evalúa la cantidad sino la calidad. La realidad de un turismo cultural que demanda una sensibilidad artística, como es el ejemplo de los visitantes norteamericanos interesados en el hiperrealismo, el mercado nacional con especial énfasis en las piezas de Antonio López y sus coetáneos, o el ciudadano del este que prefiere obra más abstracta y conceptual.