Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.
“911, ¿cuál es su emergencia?... Yo, ehh… Hola… Yo quiero denunciar una violación.” Así empieza la segunda temporada de una de las series más demoledoras de este 2016 y, posiblemente, de estos últimos dos o tres años: ‘American Crime’, ficción antológica en la que cada temporada cuenta una historia cerrada y diferente -breve explicación para los perdidos en definiciones de formatos televisivos-. De hecho, de la primera temporada, ya escribí el año pasado: ‘American Crime’, retrato pictórico de la América profunda.
John Ridley, su creador, conocido por ser ganador el Oscar a mejor guión adaptado por ‘12 años de esclavitud’, vuelve deleitar dolorosamente con otra temporada más de su ‘American Crime’. Esta vez se emplaza en Indianápolis y pone como ‘excusa’ el mundo escolar privado para llevar al límite mental y físico al espectador durante diez episodios; en los que vuelve a estar acompañado de: Felicity Huffman, Timothy Hutton, Lili Taylor, Elvis Nolasco o Regina King, entre otros.
La historia de ‘American Crime’ empieza con la difusión de unas fotos vergonzosas y humillantes del joven estudiante Taylor Blaine (Connor Jessup). Estas se empiezan a difundir por una de las escuelas privadas de Indianápolis, Indiana. Nancy (Lili Taylor), su madre, decide denunciar ante la policía la agresión sexual que ha sufrido su hijo, por parte de uno de los miembros del equipo de baloncesto del colegio.
Este retrato sociocultural esculpido en la sociedad estadounidense vuelve a tornarse en un relato universal; una historia extrapolable a una ciudad o colegio de cualquier país. Un ritmo narrativo que recuerda al mejor, único e insistente David Simon experto en poner al espectador contra las cuerdas para poner en tela de juicio nuestro sistema de valores; siendo, en muchos casos, una fachada de lo que realmente somos. Esta segunda temporada de ‘American Crime’ es tan sumamente dolorosa y fatigosa porque remueve briosamente nuestros cimientos morales y éticos sin descanso que, incluso, hay peligro de derrumbe.
No recuerdo que una serie me golpeara con tanta dureza como ‘The Corner’ y ‘The Wire’, además, mantengo en mi mente muchos de esos momentos. La serie de John Ridley me ha vuelto a conmocionar por ese tono tan descarnado y reivindicativo narrado de una forma magistral. Una historia de racismo, homofobia, identidad, padres e hijos, acoso escolar, machismo o educación, entre otras cosas. Pero lo más importantes es como el espectador interioriza un relato que ataca directamente a su conciencia y que le supone una batalla en el mismo centro de su zona de confort; instalándose en lo más profundo de nuestro cerebro en plena lucha con nuestras convicciones. Lo mejor, es como ‘American Crime’ no solo agarra sino que zarandea a su público mientras obliga a mirar, sin posible ruta de escape. Un laberinto infinito rodeado de mentiras, verdades o medias verdades, de hecho, nada está claro, siempre sujeto a la más subjetiva interpretación.
He llorado y he sufrido con un relato tan veraz y ligado a la realidad como son las historias que cuenta David Simon. Eso sí, ‘American Crime’ introduce un halo emocional más evidente que navega con firmeza y presteza por una paleta sociocultural y de identidades extraordinaria.
El guión vuelve a ser producto elaborado por verdaderos maestros artesanos del oficio. Un texto repleto de matices y tonos grises que conjugan un relato complejo, reivindicativo y duro con tintes políticos y sociales. El desarrollo deja de lado la burocracia y aspectos legales para centrar la historia en las personas y su contexto -grupos raciales y sociales-; siendo este último el que puede llegar a tragarse a la propia víctima. La escritura de ciertas escenas es simplemente magistral y, el final, vuelve a dejar ese mismo halo reflexivo que dejó la primera temporada pero, sin duda, el texto de esta segunda es mucho más intimista y desasosegante.
Los personajes vuelven a ser una absoluta delicia ejecutados por unos actores y actrices que realizan unas interpretaciones de bandera: Felicity Huffman, Timothy Hutton, Trevor Jackson, Connor Jessup, Joey Pollari, Regina King, Elvis Nolasco, Lili Taylor o Angelique Rivera entre otros.
La dirección es perfecta en una obra que da juego mucho juego; donde, se vuelve a utilizar esos primeros planos asfixiantes que dan como resultado miradas sostenidas que llegan a parar el tiempo y que son antítesis del dolor psicológico. La utilización de un montaje emocional es de vital importancia en un relato que transpira trauma y sufrimiento.
‘American Crime’ es producto que tiende a la emisión en cable pero que se emite en el canal ABC, es decir, en abierto. En España, a día de hoy, sería casi increíble que una serie de estas características se produjera en abierto. Aun así, en nuestro país podéis disfrutar de la emisión de esta ficción a través de Movistar+. Eso sí, prepararos para sufrir. La verdad pasa a segundo plano cuando lo importante son las consecuencias.
“911, ¿cuál es su emergencia?... Yo, ehh… Hola… Yo quiero denunciar una violación.” Así empieza la segunda temporada de una de las series más demoledoras de este 2016 y, posiblemente, de estos últimos dos o tres años: ‘American Crime’, ficción antológica en la que cada temporada cuenta una historia cerrada y diferente -breve explicación para los perdidos en definiciones de formatos televisivos-. De hecho, de la primera temporada, ya escribí el año pasado: ‘American Crime’, retrato pictórico de la América profunda.
John Ridley, su creador, conocido por ser ganador el Oscar a mejor guión adaptado por ‘12 años de esclavitud’, vuelve deleitar dolorosamente con otra temporada más de su ‘American Crime’. Esta vez se emplaza en Indianápolis y pone como ‘excusa’ el mundo escolar privado para llevar al límite mental y físico al espectador durante diez episodios; en los que vuelve a estar acompañado de: Felicity Huffman, Timothy Hutton, Lili Taylor, Elvis Nolasco o Regina King, entre otros.