Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.
‘Rectify’, en plena retransmisión de la cuarta temporada en España a través del canal Sundance TV, es una de esas series que no deja indiferente a nadie que se atreva a darle una oportunidad. La crítica americana -y de algunos países más- la han elevado a lo más alto del olimpo seriéfilo, a pesar de ser una ficción un tanto ninguneada tanto por el público como por los premios. Pocas personas saben de ella, pero posiblemente se estén perdiendo uno de los productos más bellos, enigmáticos, exigentes y exquisitos de estos últimos años en la televisión.
Ray McKinnon, el creador de esta joya, posiblemente os suene por su dilatada carrera como actor de series como ‘Deadwood’ o películas como ‘Apollo 13’. ‘Rectify’ sería la primera apuesta de Sundance Channel en la producción propia de series de ficción, en un canal que se centraba en documentales, cortos y cine de corte independiente. Un producto seriéfilo de nicho muy minoritario de audiencia pero que ayuda a reafirmar y consolidar la imagen de marca. Quizás pase como con ‘The Wire’ y en base al boca a boca, se consolide a lo largo del tiempo en una obra imprescindible, para entender cómo un simple programa de televisión se convierte en pura poesía audiovisual.
La historia se canaliza a través de Daniel Holden (Aden Young) que es puesto en libertad tras veinte años en el corredor de la muerte en Death Row; donde el aislamiento es parte de la condena. Un largo periodo de tiempo que le ha costado duros peajes emocionales y mentales. Su regreso se divide entre la felicidad familiar y la consternación de su comunidad, al reavivar la tragedia del asesinato de Hannah. Sin embargo, el gran problema de Daniel está en lo más profundo de su cerebro. Su lucha interna -al salir al exterior- se vuelve más encarnizada en un mundo que no entiende y en el que tiene que buscar su propio camino hacia la libertad. La carga de culpa y las heridas sin cicatrizar llenan de hastío vital su regreso.
El gran problema de ‘Rectify’ es su barrera de entrada, ya que a priori es un producto difícil y complejo que exige al espectador un trabajo arduo para ir desengranando una narración contemplativa e, incluso, anticlimática, como apunta Alberto N. García en su artículo. Un texto que se recrea en la dilatación del momento y en el uso magistral del silencio; elemento que bien se podría considerar como uno de los personajes fundamentales de la serie. Por lo tanto, el pacto que propone al espectador es dilucidar lo que no se dice, lo que se piensa, lo que se mira o lo que se siente. Un extraordinario texto que se convierte en un poema audiovisual repleto de metáforas y de subterfugios simbólicos. Un gusto exquisito por elevar todos los niveles narrativos para construir un relato que navega a través del mar en calma, para extraer lo más profundo del drama.
Sin embargo, el relato introspectivo de Daniel Holden se va deshojando como una margarita para mostrar los cimientos de un drama familiar rico en matices. Así, lejos de embarrar la narración, todos los personajes que componen su familia aportan riqueza y complejidad. El regreso de Daniel provocará que las heridas provocadas por veinte años de sufrimiento vuelvan a supurar y, como consecuencia, estos acaben atrapados. La naturaleza de esta trampa provocará que su única salida sea la de una expiación dolorosa.
La dura carga emocional que se posa como una losa sobre los hombros del espectador en cada temporada, hace que ‘Rectify’ no sea sencilla de ver en tiempos anímicos complicados.
El viaje de Daniel Holden también se convierte en nuestro viaje: el de la redención. En estas cuatro temporadas somos testigos de una historia sobre el perdón, la culpa, la vergüenza o la fe. Un relato sobre segundas oportunidades con una importante carga reflexiva e intimista. De hecho, en ‘Rectify’ se trasciende más allá de las causas del asesinato de Hannah para indagar en las secuelas; incluso, sin llegar a dilucidar si Holden es o no es el asesino. Esto último realmente no llega a ser significativo en la serie; de hecho, la parte más atropellada es la de la posibilidad o no de reabrir la investigación.
El camino hacia la redención no deja de ser un sendero peligroso donde el sentimiento de culpa y el fantasma de Hannah planean como buitres, dejando dolor y sufrimiento durante todos los capítulos. En ese mapa lleno de bifurcaciones, y con el detonante del regreso del protagonista, los personajes tendrán que encontrarse a sí mismos en medio de una guerra interna debatida por la fe, la razón, la realidad, la vergüenza, la ira, la confianza, el amor, la religión, la duda, los celos o la inocencia. Estos sentimientos se convertirán en un arma de doble filo cuando consiguen escaparse por las pequeñas fracturas de sus muros.
El gusto exquisito por la composición visual, conjugado con un texto extremadamente elaborado, hacen que la creación de Ray McKinnon trascienda de una simple historia de un exconvicto a un drama familiar complejo e interesantísimo. No solo por el perfecto desarrollo del protagonistas sino porque todos los personajes están repletos de contradicciones y matices. Es una gozada poder disfrutar de construcciones con tantas aristas y ambigüedades.
La serie, tras la primera temporada, se abre para desarrollar las historias personales de los miembros de la familia: el interesante y poderoso relato de la relación entre Tawney (Adelaide Clemens) y Teddy Jr (Clayne Crawford); la influencia, que trasciende entre la fe y la razón, de Tawney en Daniel; Janet (J. Smith-Cameron), la madre, que se debate entre la vergüenza, el alivio y el no saber cómo encajar el regreso de su hijo que, además, sacudirá los cimientos de su matrimonio con Ted (Bruce McKinnon); o, Amantha Holden (Abigail Spencer), la hermana, una luchadora que ha sacrificado, estos últimos veinte años, hasta el último gramo de su vida personal en ayudar a su hermano a salir del corredor de la muerte. Así, con la llegada de Daniel a sus vidas la coraza que los protegía se deshace y todos se empiezan a cuestionar su lugar en un relato donde solo parece que sitio para el dolor y la tragedia.
La pureza visual transcurre a través de una narración lenta alejada de estruendosos cliffhanger y giros de guion que provoca un exquisito, bello y poderoso desarrollo. Una pieza poética que hay que saber apreciar y mimar porque ‘Rectify’ te invita a saborear poco a poco cada episodio.
‘Rectify’ es un producto exigente y nada fácil para el espectador, pero espero que esta recomendación sirva, al menos, para despertar la curiosidad a más de uno. En España, se puede disfrutar a través de Yomvi.
‘Rectify’, en plena retransmisión de la cuarta temporada en España a través del canal Sundance TV, es una de esas series que no deja indiferente a nadie que se atreva a darle una oportunidad. La crítica americana -y de algunos países más- la han elevado a lo más alto del olimpo seriéfilo, a pesar de ser una ficción un tanto ninguneada tanto por el público como por los premios. Pocas personas saben de ella, pero posiblemente se estén perdiendo uno de los productos más bellos, enigmáticos, exigentes y exquisitos de estos últimos años en la televisión.
Ray McKinnon, el creador de esta joya, posiblemente os suene por su dilatada carrera como actor de series como ‘Deadwood’ o películas como ‘Apollo 13’. ‘Rectify’ sería la primera apuesta de Sundance Channel en la producción propia de series de ficción, en un canal que se centraba en documentales, cortos y cine de corte independiente. Un producto seriéfilo de nicho muy minoritario de audiencia pero que ayuda a reafirmar y consolidar la imagen de marca. Quizás pase como con ‘The Wire’ y en base al boca a boca, se consolide a lo largo del tiempo en una obra imprescindible, para entender cómo un simple programa de televisión se convierte en pura poesía audiovisual.