Una imagen en blanco y negro nos retrotrae a lo que ocurría en los embalses de la cabecera del Tajo -Entrepeñas (Guadalajara) y Buendía (Cuenca)- en los años 70 del pasado siglo. Cientos de personas, muchas de ellas procedentes de Madrid, acudían a lo que se conocía como el 'Mar de Castilla'.
Playas (las que había por ejemplo en la localidad de Sacedón), chiringuitos y apartamentos turísticos estaban a rebosar en los meses estivales. Esa imagen se fue diluyendo cuando el nivel de los embalses comenzó a descender. No sólo por la durísima sequía de mediados de los años 90, que dejó a la cabecera el Tajo con una media de agua embalsada del 9% de su capacidad total, sino porque los trasvases hacia Levante se convertirían en algo habitual y cada vez más frecuente.
Esta semana se ha dado a conocer que este verano España lucirá 696 banderas azules en lugares para el baño. Una de ellas, por primera vez, estará en la provincia de Madrid, en el embalse de San Juan junto a la localidad de San Martín de Valdeiglesias. En pleno debate entre quienes abogan por el cierre del trasvase Tajo-Segura y los que apuestan por mantener la infraestructura, la Asociación de Municipios Ribereños a los embalses de Entrepeñas y Buendía han mostrado su indignación por lo que consideran un nuevo agravio para la cabecera del Tajo.
“Mientras en la Comunidad de Madrid están de enhorabuena, los ribereños de Entrepeñas y Buendía ven marchar el agua hacia el Segura a un ritmo frenético”. En estas zonas de Guadalajara y Cuenca el turismo también importa para la economía local.
“No son los únicos damnificados por la agricultura industrial, el Mar Menor se queda sin banderas azules por segundo año consecutivo mientras el Gobierno de España mira para otro lado”, sostiene Francisco Pérez Torrecilla, presidente de los ribereños de Entrepeñas y Buendía.
“Vaya por delante nuestra más sincera enhorabuena a los ribereños de San Juan, que podrán lucir con orgullo una bandera azul en el interior de España como tantas otras localidades lo hacen en la costa”, añade, para hablar de “envidia sana”, pues ese mismo trato es el que reclama para su comarca. “¿Por qué aquí no nos dejan crecer así?”, se pregunta.
A principios de año la Asociación presentó un estudio (descargable aquí) en el que se establecía un paralelismo entre la gestión del embalse de San Juan y la de Entrepeñas y Buendía. Devastador. Mientras los municipios madrileños se habían beneficiado de una afluencia masiva de turistas, los alcarreños, a una distancia similar de la capital, “se desangraban a través de la tubería que los conecta con el Levante”.
“La situación es dantesca, decía Clint Eastwood en 'Sin Perdón' que matar a un hombre es algo muy duro, porque le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría tener; pues bien, a nosotros no sólo nos han quitado lo que teníamos, sino que es fácil deducir lo que podríamos tener si nos comparamos con San Juan, mucho más pequeño que nuestros embalses, el Mar de Castilla”, lamenta Pérez Torrecilla.
El problema, sostiene, a pesar de lo que argumentan los trasvasistas, es mucho más global de lo que parece. “No sólo afecta a los 22 municipios ribereños, el Tajo era una auténtica joya natural, que regalaba postales como la playa de Safont, en Toledo, que podrían recuperarse si se invirtiera en el Tajo en vez de en subvencionar al SCRATS”.
“Por no hablar de la sopa verde en la que han convertido el Mar Menor, donde las banderas azules han desaparecido por culpa de los vertidos descontrolados de la agricultura. Allí ya no se atrevería a bañarse ni Fraga”, ironiza.