La irrupción del coronavirus elevó las tasas de mortalidad y de discapacidad entre los pacientes afectados por ictus durante el pico de la pandemia entre marzo y abril.
Son las principales conclusiones de una investigación que han llevado a cabo profesionales del Hospital de Albacete. El SARS-CoV-2 ha dejado “más mortalidad y más tasa de discapacidad”, según explica el investigador principal de este estudio, Álvaro Martínez Martín, facultativo en el Servicio de Neurología del centro albaceteño. ´
En cuanto a la autonomía del paciente afectado por un ictus, los neurólogos se basan en la escala de Rankin. “Comparando un año con otro, en 2019 teníamos un 40% de pacientes con grado de discapacidad importante al ser dados de alta. En 2020 ese porcentaje era del 53%”.
Si hablamos de muertes, “el dato es impactante porque el año pasado la mortalidad fue del 1,9% y en este año se disparó hasta el 19%”.
Que el estado estado cognitivo y funcional de los pacientes con este tipo de patologías ha empeorado durante la pandemia es un hecho que comparten los neurólogos. “Es verdad que en el caso de pacientes con ictus el estado cognitivo se tiene en cuenta, pero valoramos sobre todo las funciones motoras y del lenguaje. Es evidente, y todos los estudios van en la misma línea, que ha habido un claro empeoramiento en los resultados a largo plazo”.
Los efectos de la convivencia entre el ictus y el coronavirus
En total, se estudiaron los casos de 127 pacientes atendidos por ictus comparando los periodos entre el 15 de marzo y el 15 de abril de 2019 y 2020, respectivamente, en un hospital terciario de Castilla-La Mancha como es el de Albacete.
Entre marzo y abril de este año se atendieron 67 ictus en el Hospital de Albacete y de ellos 23 pacientes además de la patología neurológica estaban infectados con coronavirus.
La convivencia de ambas enfermedades influyó sin duda en el balance final. ¿Cómo? El neurólogo reconoce que es “complicado” determinar las causas. Hay que tener en cuenta que los ictus, que es la patología cerebrovascular aguda, se dividen entre patologías isquémicas o trombos y patologías hemorrágicas o derrames cerebrales. En términos globales, un 85% de los casos se producen por trombos y el 15% son hemorragias, los casos con pronóstico más grave.
“Hemos visto que en los pacientes atendidos este año esa proporción se modifica. En 2019 tuvimos un 15% de casos de derrames cerebrales y en este año se incrementó hasta llegar al 22%”.
Eso determinó que hubiera más muertes, pero también se apuntan otras causas, y entre ellas el tiempo en el que se tardó en actuar una vez que el paciente entraba en el hospital.
Los ictus en fase aguda son tratados bien con un tratamiento intravenoso para disolver los trombos o bien a través de un tratamiento endovascular, lo que popularmente se conoce como un cateterismo para sacarlos.
“Una de las cuestiones que vimos durante marzo y abril es que estos procedimientos se demoraron. Eran pacientes que ya venían graves y todo se entorpeció un poco por los protocolos aplicados por el coronavirus incluidas las derivaciones desde las ambulancias. Eso provocó que los tiempos de actuación fueran peores y por tanto los resultados también son peores”.
De hecho, explica el neurólogo “todos los pacientes fueron manejados como si tuvieran coronavirus. En esos momentos no sabíamos si tenían o no la infección. Por eso, los protocolos que se aplicaron provocaron una demora en los tiempos de actuación”.
A eso, dice, hay que sumar la patología respiratoria. “No solo murieron por el ictus, sino por las complicaciones respiratorias. La mayoría acabaron en UCI, con intubación y con la comorbilidad (presencia de más de una patología) que conlleva. Es el totum revolutum de las causas y es complicado establecer un solo factor”.
Los pacientes con ictus no dejaron de acudir al hospital por miedo al coronavirus
“Teníamos la sospecha de que pacientes con ictus graves se quedaron en domicilios por miedo a acudir al hospital, pero cuando miramos los datos no hay cambios entre uno u otro año. El número de procedimientos fueron los mismos, aunque sí hemos confirmado que venían más graves quizá porque aguantaron más en casa”, dice el investigador.
Los datos obtenidos en Albacete servirán para el conjunto de la investigación científica. Hay datos sobre la mesa procedentes de otros puntos de España, pero también de Europa, Estados Unidos y de Hong Kong. “Lo que es una evidencia es que los tiempos de actuación fueron peores en todo el mundo y también las tasas de mortalidad y discapacidad”.
Pero si hay algo en lo que difiere el estudio albaceteño al comparar estudios del Grupo Nordictus, que agrupa a zonas del norte de España, con los de Catalunya o la Comunidad de Madrid o incluso de otros países es lo relativo a los pacientes leves. “Todos comunican de forma uniforme que este tipo de pacientes tendieron a no acudir a Urgencias. En nuestro caso eso no ocurrió”.
Los pacientes leves no dejaron de llegar, pero lo que sí cambió fue el protocolo. “Lo que hicimos fue, tras hablarlo con la familia y tras hacer las pruebas, derivar a un manejo ambulatorio, sin ingreso hospitalario para evitar contagios. Ingresamos lo imprescindible”.
Otro de los efectos de la COVID-19 es que el flujo de pacientes llegados de los hospitales comarcales como los de Hellín o Almansa “se redujo de forma llamativa. Se evitaron traslados para evitar la diseminación del virus. ”Se cambió la forma de actuación habitual“.
Aunque el neurólogo explica que “no puede hablarse de normalidad”, los protocolos para este tipo de especialistas comenzaron a recuperarse a principios de verano. Los circuitos asistenciales han vuelto a ser los mismos que antes de la pandemia “con la particularidad de que para ingresar en la Unidad de Ictus que cuenta con cinco camas de monitorización es obligatoria la PCR negativa”.
Los datos recopilados se presentarán el próximo 1 de diciembre en el marco de la LXXII Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología (SEN). En realidad, es un fragmento de un estudio más amplio en el que se describen las complicaciones neurológicas de la COVID-19.
El pasado verano, los especialistas de Albacete ya publicaron sendos artículos científicos, primero en la revista Neurology, sobre la experiencia en complicaciones neurológicas en los pacientes hospitalizados en el centro albaceteño por Covid-19 durante el mes de marzo. Y después en la prestigiosa revista Brain. Un estudio en el que se concluía que el SARS-CoV-2 es un virus neurotóxico y en el que colaboraron los Servicios de Neurocirugía, Neurología, Radiología, Anatomía Patológica y Anestesia del Hospital de Albacete.
El mensaje de los neurólogos: “El miedo está ahí, es inevitable, pero ante cualquier síntoma, hay que consultar al 112”
Actualmente, el número de ictus con coronavirus desde finales de junio “ha tenido una caída muy llamativa con un caso al mes o menos” pero advierte de que habrá que ser cautos. “Probablemente con la llegada del invierno se produzca un repunte. Ahora mismo tenemos un paciente de ictus con coronavirus y llevábamos dos meses sin casos”.
Los neurólogos lanzan un mensaje claro en toda España: “El tiempo es cerebro”. Es decir, cuanto antes haya sospecha, antes hay que acudir al hospital.
“El miedo está ahí, es inevitable, pero ante una sintomatología neurológica brusca: dolor de cabeza muy intenso, alteración del lenguaje, debilidad de una parte del cuerpo, normalmente brazo y pierna, hormigueo o acorchamiento brusco o sensación de mareo muy muy intenso o incapacidad para caminar o la desviación de la cara...Todos son síntomas y hay que llamar al 112 para consultar”.
Álvaro Martínez explica que “la gente tiene que saber que tenemos protocolos en el hospital para tener circuitos limpios, prevenir contagios y sobre todo hay que mentalizarse de la necesidad de acudir al hospital ante una sospecha aunque sea mínima. Si esperamos en casa, tanto la discapacidad como la mortalidad serán mayores. Ahora es incluso más importante que antes”. No hay que olvidar que en Castilla-La Mancha lo ictus están entre las primeras causas de muerte, en particular entre las mujeres.