Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Los primeros pobladores que llegaron a tierras seguntinas, Paleolítico y Neolítico, recogían panales de miel de los huecos de árboles y altas rocas donde moraban las abejas, insectos que llevaban más de 50 millones de años habitando nuestro planeta en sociedad.
El consumo de glucosa pura desarrolló el cerebro del género Homo. Hoy, es nuestro signo distintivo. Los celtíberos asentados en el Cerro Villavieja utilizaban como bebida una mezcla de vino y miel. Los romanos apreciaban sobremanera la miel de esta tierra, un manjar muy codiciado que enviaban a Roma siguiendo las calzadas y vías que atravesaban Segontia. Al final del Imperio Romano son los visigodos quienes la habitan. Destacaron por el aprovechamiento de todos los productos que nos regalan las abejas, miel y cera eran de suma importancia para ellos.
En todos los periodos de su historia, la apicultura ha estado presente en Sigüenza. Su extraordinario patrimonio natural, su flora melífera como el romero, tomillo, espliego, ajedrea, cantueso, salvia, aliaga etc. que, junto con encinares, quejigares, robledales, pinares y sabinares, crean bellísimos paisajes, preciosos colores, sensaciones maravillosas, exquisitos aromas que surgen de la unión entre abejas y flores, son el más extraordinario e inteligente ejemplo de coevolución que jamás se ha producido entre los seres vivos.
El término municipal de Sigüenza se acoge a la Denominación de Origen “Miel de la Alcarria”, una de las mieles más apreciadas del mundo. Quienes se dedicaron y dedican a este noble oficio de la apicultura fueron y son conscientes que la miel, la cera, el polen y demás productos que obtienen de las abejas son secundarios y que, gracias a ellas, podemos consumir la mayoría de nuestros alimentos pues son los polinizadores más eficientes del planeta garantizándonos un mundo lleno de biodiversidad. Este es su gran regalo a toda la humanidad.
Las abejas son patrimonio vital e inseparable de nuestro pasado y garantía de nuestro futuro. Crearon y cuidan los coloridos paisajes naturales de Sigüenza, este bello paisaje natural, cultural, dulce y salado, candidato a ser Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Los primeros pobladores que llegaron a tierras seguntinas, Paleolítico y Neolítico, recogían panales de miel de los huecos de árboles y altas rocas donde moraban las abejas, insectos que llevaban más de 50 millones de años habitando nuestro planeta en sociedad.
El consumo de glucosa pura desarrolló el cerebro del género Homo. Hoy, es nuestro signo distintivo. Los celtíberos asentados en el Cerro Villavieja utilizaban como bebida una mezcla de vino y miel. Los romanos apreciaban sobremanera la miel de esta tierra, un manjar muy codiciado que enviaban a Roma siguiendo las calzadas y vías que atravesaban Segontia. Al final del Imperio Romano son los visigodos quienes la habitan. Destacaron por el aprovechamiento de todos los productos que nos regalan las abejas, miel y cera eran de suma importancia para ellos.