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La noche del pasado fue la noche del adiós, no la noche de las celebraciones. Eso vendrá más adelante. Esa noche los castellano-manchegos dijeron adiós a una Presidenta que nunca lo fue, a una Presidenta que tenía sus pensamientos en Génova, a una Presidenta que había tomado a nuestra comunidad y a sus ciudadanos como meros peones para su salto a la “política nacional”, su verdadera intención desde el primer momento. Era el trámite necesario para su salto, en diferido, a la Champions League de la política. Todo se acabó, Sra. Cospedal, y aunque, la verdad, eso me importa poco, su prepotencia y absoluto desprecio hacia los castellano-manchegos hace que el adiós que aquí entono no lleve “con el corazón que con el alma no puedo”.
Usted y todos los que se han prestado para hacer una política absolutamente miserable con las personas dependientes, incluidos muchos medios de comunicación a los que usted ha comprado con subvenciones, hoy son recuerdo, recuerdo que se convirtió en pesadilla, y de la que despertamos.
Vaya usted con Dios, Sra. Cospedal. Bueno, con Dios o con quien quiera o pueda, pero no se le ocurra volver la vista atrás mientras hace ese camino. Con usted se irán, (bueno, no se van, les hemos ECHADO), los Echániz, García Ferrer, los responsables de los servicios periféricos de esa Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales... los vasallos que han antepuesto sus intereses personales a la dignidad y la decencia.
Adiós Sra. Cospedal, “sentimos” mucho que ni siquiera haya sido capaz de enseñarnos cómo tratar a las personas dependientes, tal y como, en un acto supremo de prepotencia, altanería y desfachatez manifestó en su campaña electoral. Adiós Sra. Cospedal, los familiares de los más de 5.000 dependientes fallecidos durante su mandato se habrán acordado de usted. De usted y del más inepto, miserable y mentiroso de todos sus consejeros como fue, qué bien suena eso de fue, el Sr. Echániz.
He de reconocer que al conocer los resultados de las elecciones me he emocionado, se me ha puesto la piel de gallina recordando a Jomián, recordando a su madre rota de dolor mientras me decía por teléfono, “José Luis, Jomiancito se nos ha marchado”. Usted ha dejado un rastro de dolor tan grande entre todas las personas en situación de dependencia y sus familiares que será difícil de olvidar. A usted, seguramente, le dará igual, quien no tiene corazón mientras gobierna difícilmente lo tendrá cuando ya haya perdido el poder, fin último de su infausto desembarco en nuestra comunidad.
Adiós Sra. Cospedal, adiós con el corazón, con el corazón partido con el que nos ha dejado, partido de dolor y sufrimiento.
Adiós Sr. Echániz, consejero que ha utilizado el poder que se le había encomendado para insultar a los ciudadanos. Nunca hasta ahora un servidor público había insultado públicamente a la ciudadanía. “Francotiradores” nos llamó; francotiradores, Sr. Echániz, han sido los ciudadanos que les han dado una patada en el culo, francotiradores que defendían su dignidad, su decencia a la hora de vivir el día a día.
Es hora de los adioses, nunca un adiós había tenido un sabor tan agridulce. Contentos, muy contentos por fuera pero emocionados y con el corazón encogido pensando en todo el sufrimiento que ustedes han infringido a las personas dependientes. Si usted, Sra. Cospedal, hubiera utilizado todos los días de su campaña para visitar los cementerios en los que descansan las personas dependientes fallecidas, hubiera tenido que multiplicar por diez este periodo y aún así le hubiera faltado tiempo.
Sra. Cospedal, desde hoy usted es ya recuerdo, un mal recuerdo, para todos los castellano-manchegos. Siempre le quedará el cementerio de los elefantes como es el Senado aunque con la soberbia y la prepotencia con la que se ha manejado en estos cuatro años difícil veo que pueda sentirse “cómoda” allí.
Sería mejor, sobre todo para el erario público, que se buscara trabajo y se estrenara en ello, aunque por su experiencia laboral deberá empezar como aprendiz.
Adiós, Sra. Cospedal, que le vaya bonito, pero lejos de aquí
La noche del pasado fue la noche del adiós, no la noche de las celebraciones. Eso vendrá más adelante. Esa noche los castellano-manchegos dijeron adiós a una Presidenta que nunca lo fue, a una Presidenta que tenía sus pensamientos en Génova, a una Presidenta que había tomado a nuestra comunidad y a sus ciudadanos como meros peones para su salto a la “política nacional”, su verdadera intención desde el primer momento. Era el trámite necesario para su salto, en diferido, a la Champions League de la política. Todo se acabó, Sra. Cospedal, y aunque, la verdad, eso me importa poco, su prepotencia y absoluto desprecio hacia los castellano-manchegos hace que el adiós que aquí entono no lleve “con el corazón que con el alma no puedo”.
Usted y todos los que se han prestado para hacer una política absolutamente miserable con las personas dependientes, incluidos muchos medios de comunicación a los que usted ha comprado con subvenciones, hoy son recuerdo, recuerdo que se convirtió en pesadilla, y de la que despertamos.