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Arqueología en el pueblo: ¿un diálogo necesario?

Ángela Crespo Fraguas

Doctora en Arqueología. Cota 667-Factoría de Cultura —

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Trabajar en los pueblos como arqueóloga no es tarea fácil. El desconocimiento de nuestro trabajo provoca, en ocasiones, perplejidad, a veces incluso temor, y la mayoría de las veces, incomprensión. No juzgo a los habitantes del pueblo donde nos toca trabajar por sentir esto, ni tampoco a las administraciones, ayuntamientos, y demás.

Sin embargo, sinceramente creo que como colectivo deberíamos reflexionar sobre por qué nos ocurre esto, y, fundamentalmente, no deberíamos eludir nuestra responsabilidad. No quiero con esto señalar de manera negativa a mi amada profesión, pero creo firmemente que debemos esforzarnos al máximo cuando intervenimos en los pueblos.

Es imprescindible que trabajemos en la creación de una conciencia social sobre nuestro patrimonio arqueológico. Si esta conciencia no viene promovida desde las autoridades, entonces tendremos que ser nosotros quienes prediquemos con el ejemplo, escuchando, conversando y, por supuesto, aprendiendo de todos ellos.

Yo soy de pueblo. Arqueóloga de pueblo. Algunos eruditos preferirían hablar de “local” o, en términos más actuales, “rural”. No podemos llegar a nuestros lugares de trabajo con la idea de que debemos educar a los vecinos en la conciencia patrimonial, como si ellos no tuvieran cosas más importantes que hacer. Sin embargo, hay algo que sí podemos hacer: contagiar nuestra ilusión por nuestro trabajo. Debemos hacerles partícipes de nuestras hipótesis y ponernos a su misma altura, porque, aunque nosotros sepamos mucho de arqueología, ellos saben mucho más sobre su propio pueblo. Y yo, por supuesto, sobre el mío.

Trabajar en los pueblos como arqueóloga no es tarea fácil. El desconocimiento de nuestro trabajo provoca, en ocasiones, perplejidad, a veces incluso temor, y la mayoría de las veces, incomprensión. No juzgo a los habitantes del pueblo donde nos toca trabajar por sentir esto, ni tampoco a las administraciones, ayuntamientos, y demás.

Sin embargo, sinceramente creo que como colectivo deberíamos reflexionar sobre por qué nos ocurre esto, y, fundamentalmente, no deberíamos eludir nuestra responsabilidad. No quiero con esto señalar de manera negativa a mi amada profesión, pero creo firmemente que debemos esforzarnos al máximo cuando intervenimos en los pueblos.