Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Desde luego que me han puesto muy fácil la vuelta al cole, disculpen, la vuelta postvacacional a este espacio que me permite reflexionar, siempre sobre la base de unos valores sociales y cívicos, humanos, y por supuesto, personales.
Actualmente no soy nada de fútbol, ni masculino ni femenino, si bien hubo un tiempo que sí lo fui, del Barça, creo que para fastidiar a mi padre que era madridista hasta la médula. Luego mis hijos, de pequeños jugaban en el Patronato de Toledo pudiendo comprobar como los domingos de partido era horroroso compartir grada con algunos padres (y a veces madres también) por lo que creo que deberíamos empezar hablando de Educación.
Modales, que en sociología definimos como normas de conducta que en su acción se demuestra que la persona es correcta, educada y respetuosa, que no políticamente correcta, eso es otro cantar. Y a partir de unos “buenos modales” y los valores cívicos, entendidos como aquellos valores que son favorecedores del buen desarrollo de una sociedad, y que todos deberíamos promulgar, hilar fino hacia un feminismo aplastante, como el que sin duda tenemos actualmente y que bebe de todas las mujeres que en tiempos pasados se dejaron el alma para conseguir ser sujetos de derecho y dejarnos como herencia a todas las mujeres y, por supuesto, a toda la sociedad.
“El falso feminismo es una lacra en España” dice un señor que representa un cargo como máximo dirigente del fútbol español, preguntándome yo si sabrá definir lo que él mismo denomina falso feminismo, ni me planteo siquiera si sabrá de qué va el feminismo. Pero, no me ha sorprendido, al igual que tampoco me han sorprendido los aplausos, apoyos y aprobaciones de muchos de su alrededor ya que en los últimos meses, años también, estamos siendo testigos de atrocidades dichas y hechas por dirigentes políticos, otros dirigentes de otras esferas, famosos de la farándula y sociedad civil en general, por lo que no nos quedemos en exclusividad en el ámbito del deporte porque esto ocurre en otros muchos ámbitos.
Estas atrocidades a las que accedemos desde las redes sociales como si todo valiera y difundiéndose a una velocidad como el fuego que aviva en los bosques estos veranos tan calurosos (normales, según los negacionistas del cambio climático y equiparable a los negacionistas de la existencia de la violencia de género) sin reposar lo que se escucha, lo que se piensa y lo que se transmite. Para bien, que todos hemos podido ver en directo las malas formas de este señor, que cuando menos lo esperábamos, ahí sí que me pilló por sorpresa, gritaba exaltante que no iba a dimitir. Hasta aquí los malos modales. Sin embargo, hay mucho más y es la violencia verbal con la que transmite su decisión, más lo que alega al respecto, el consentimiento de la jugadora y presentándose como víctima cuando en principio y final no lo es.
Sin embargo, me queda la satisfacción de que, como dice el refrán “mucho arroz para tan poco pollo”, no va a ensombrecer lo que estas jugadoras han conseguido en un deporte socialmente masculinizado y con visos de grandeza en el que hemos visto casi 'de todo'. Convertirse en Historia, y no solamente por ganar el mundial de fútbol como selección femenina española sino porque han puesto en boca de todos que las mujeres sí pueden, sí podemos.
Decía lo del arroz y el pollo porque cuando hay demasiado arroz “patán” poco pollo no queda mucho más que decir. Volviendo a los significados, patán se referiría a una persona zafia, mientras que zafio, a una persona grosera o tosca en sus modales, carente de tacto en su comportamiento y, tosco, a una persona con escasa educación o delicadeza que, si nos referimos a una cosa, la definición quedaría referida a una cosa poco trabajada, sin pulimentar o hecha con materiales de escasa calidad. Y ahí lo dejo, poco más que decir de este señor.
Por cierto, según escribo estas líneas he introducido el término “violencia de género” en el buscador de Google y he encontrado como primera opción de resultado este titular: “La Guardia Civil detiene a un hombre de 73 años como presunto autor del asesinato de su pareja en Chipiona. Delegación de Gobierno ha confirmado que se trata de un caso de violencia de género, por lo que son 38 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año” (El País).
Suspensión provisional durante 90 días de toda actividad relacionada con el futbol nacional o internacional, ha dictaminado provisionalmente la FIFA. No es suficiente.
No soy de fútbol, pero sí soy mujer y por ello, muy consciente de la hazaña que ha supuesto esta victoria que este grupo de mujeres ha conseguido en el fútbol. Querernos más, aguantar menos y no dejar de alzar nuestra voz, sea en el ámbito que sea, familiar, laboral o deportivo. Por las que fueron. Por lo que vivimos muchas y no supimos o no pudimos pararlo. Y, por lo que por desgracia seguirán viviendo otras mujeres si no detenemos esta insensatez.
La lacra, creo yo, más bien es que sigan existiendo, en una sociedad democrática, personas que sometan a las mujeres sea cual sea el sometimiento: un desprecio, una palabra mal sonante (insultos), vejaciones, “hostias como panes” como dirían algunos u otras infinitas formas de hacerlo como, por ejemplo, “un piquito” celebrando un mundial de fútbol femenino.
Desde luego que me han puesto muy fácil la vuelta al cole, disculpen, la vuelta postvacacional a este espacio que me permite reflexionar, siempre sobre la base de unos valores sociales y cívicos, humanos, y por supuesto, personales.
Actualmente no soy nada de fútbol, ni masculino ni femenino, si bien hubo un tiempo que sí lo fui, del Barça, creo que para fastidiar a mi padre que era madridista hasta la médula. Luego mis hijos, de pequeños jugaban en el Patronato de Toledo pudiendo comprobar como los domingos de partido era horroroso compartir grada con algunos padres (y a veces madres también) por lo que creo que deberíamos empezar hablando de Educación.