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No es suficiente querer, se debe también hacer.
J.W. Goethe
Al menos para los seres humanos, las diferencias fundamentales entre un perro y un lobo residen en la distancia que tomamos frente a ellos. Existen otras diferencias que todos/as conocemos o deberíamos conocer, por precaución, incluso por supervivencia. Generalmente a nadie le gustaría confundirse y acercarse amorosamente para acariciar a un lobo. Nadie debería acariciar a un lobo sin ser consciente de las posibles, quizás nefastas, consecuencias. Y es que los seres humanos no han conseguido domesticar por completo a los lobos/as ni, por suerte, extinguirlos. Quizás esta doble impotencia lleva a algunos a preguntarse, desde nuestro acostumbrado antropocentrismo: ¿para qué sirve un lobo?
Esta pregunta no deja de mantener curiosas relaciones con el ecosistema biopolítico de Castilla-La Mancha. PODEMOS es aún partido demasiado joven para formularse en términos de utilidad o inutilidad, de eficacia o ensoñación. Pero no es estéril intentar llegar en estas páginas a algún tipo de acuerdo, de significado compartido, sobre qué significa “utilidad”. Si el concepto sugiere que PODEMOS es una herramienta útil para el cambio político y social no parece que haya objeción posible. Podemos ya ha cambiado el escenario político, el tablero de juego, el ecosistema biopolítico de nuestro país. El problema llega cuando se entiende la utilidad como una forma de domesticar, adiestrar o debilitar algo o a alguien para que sirva a unos fines que nos son los suyos propios. El problema central de la utilidad, entonces, no reside en la pregunta qué es útil, sino en otra más compleja: ¿para quién es útil? Nosotros estamos convenidos de que para continuar siendo útiles debemos saber convivir con aquellos elementos de diferencia que parecería nos pueden debilitar. No queremos domesticar el contexto, queremos desarrollar la capacidad de cambiar y adaptarnos al actual contexto de aceleración política. La endogamia, o la homogeneidad de todos los elementos agrupados en una sola lógica, reduciría nuestra capacidad para articular las diferencias propias de toda sociedad civil en torno a un discurso político para la mayoría social popular. En Vista Alegre dijimos, votamos y aprobamos democrática y mayoritariamente que “en PODEMOS no opera ningún patriotismo de partido”. En PODEMOS no sobra nadie. Tenemos un proyecto común que sabe integrar las diferencias.
PODEMOS es útil para la mayoría popular, y en eso es diferente al resto de partidos. Quizás, solo quizás, nuestra mayor debilidad, en este momento, sería entrar en el estéril juego de las comparaciones que como todo el mundo sabe, son odiosas. Quienes nos comparan con otros partidos aún no lo han entendido: ¡No somos un partido más! No deberíamos preocuparnos por eso. Mi preocupación, nuestra preocupación, es saber articular los deseos colectivos, las demandas, incluso los delirios, de los fervorosos defensores de las diferencias.
La diferencia es un concepto filosóficamente complejo. Pero diferencia y utilidad pueden combinarse en múltiples propuestas de sentido. Veamos un ejemplo. ¿Hay diferencias dentro de PODEMOS? Sí, claro, por supuesto. ¡Afortunadamente! Son diferencias políticas que producen riqueza inmaterial, que construyen democracia interna y promueven la politización de un nuevo “sujeto-colectivo”, generan organización y, en última instancia, un partido político distinto. Es así como la diferencia colabora, es útil, para construir un Nos-Otros, una equivalencia de muchos diferentes que, a su vez, se diferencian claramente por sus demandas, sus aspiraciones, valores y modos de vida de un Otro. En el actual tablero político y social ese Otro es la connivencia entre oligarquía política y financiera: la casta. Ya no nos sirve aquel eje izquierda-derecha que durante un tiempo quiso responder a la lógica del Otro, a la simulación del “enemigo ideológico”. Hoy descubrimos que se trata solo de una teatralización para alternar en las posiciones de poder y privilegio. No es, en ningún caso, una disputa por la hegemonía.
No deberíamos ocultar las diferencias, sino entenderlas como “herramienta política”. PODEMOS seduce y genera deseo e ilusión política porque es diferente y porque sabe aglutinar demandas, deseos y aspiraciones parciales en un proyecto global de cambio y transformación. En esta línea, desde Claro que Podemos queremos organizar colectivamente las diferencias para ganar socialmente el cambio. Hemos comenzado a cambiar el país; vamos a cambiar, también, Castilla-La Mancha. Hemos alterado los biorritmos y las lógicas de los partidos políticos clásicos, los flujos sociales se han reconvertido en ilusión y deseo político. Somos útiles y somos diferentes. Nuestra riqueza simbólica es la diferencia creativa de nuestras propuestas políticas.
En definitiva. Mientras las diferencias aparentes son inútiles, porque dejan todo en el sitio en el que estaba, las diferencias reales son reconocidas y reconocibles. Y si hay que aprender a diferenciar entre perros y lobos no es para huir, sino para asumir qué riesgos estamos dispuestos a correr en pos de generar nuevos modos de relación, nuevas experiencias vitales. Sabemos bien que hay riesgos que merecen la pena, sin los que la vida es mucho más triste y gris. Pues bien, si hay que arriesgar, ¡el momento es ahora!
En Claro que Podemos no somos domesticables y seguiremos siendo realmente diferentes. Queremos cambiar Castilla-La Mancha pero, como precisa la cita que encabeza el texto: No es suficiente querer, se debe también hacer.
José García Molina.
Candidato a Secretario General de Podemos en Castilla-La Mancha en la lista Claro que Podemos.
No es suficiente querer, se debe también hacer.
J.W. Goethe