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La carrera armamentística vista desde Albacete

La carrera armamentística vista desde Albacete

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A ver, la verdad es que este humilde colectivo está estupefacto. Miramos a nuestro alrededor y no entendemos nada. Por ejemplo, no entendemos cómo el mundo ha llegado a estar gobernado por auténticos fantoches que se comportan como niños caprichosos, crueles e ignorantes. Leemos la prensa, nos zampamos las tertulias radiofónicas, consultamos a nuestros consejeros espirituales… pero nos quedamos igual. Tampoco entendemos cómo los gobiernos europeos alientan la carrera armamentística a tambor batiente sabiendo, como sabemos, que una tercera guerra mundial supondría el fin de la vida en el planeta. En serio, estamos tan epatados que hemos pensado hacer públicas nuestras dudas por si, queridos lectores y lectoras, pudieseis ayudarnos a disiparlas.

En primer lugar, ¿estamos seguros de que la acumulación de armas garantiza el mantenimiento de la paz? ¿No existen ejemplos sobrados de lo contrario, empezando por la I Guerra Mundial?

Por otro lado, si la primera respuesta a un conflicto es la escalada militar, ¿por qué no echamos el cerrojo a las instituciones de intermediación, empezando por la ONU, y eso que nos ahorramos?

Mandamos armas a Ucrania porque una parte de su territorio ha sido ocupado. ¿Por qué no mandamos armas a los palestinos para que se defiendan de la ocupación israelí? ¿Qué autoridad moral tienen los países occidentales para condenar las violaciones del derecho internacional, cuando su silencio e inacción les han convertido en cómplices de un genocidio?

Sancionamos a Rusia porque, a fin de cuentas, actúa en las fronteras de la Unión Europea. ¿Por qué no sancionamos también a Marruecos, que mantiene ocupado ilegalmente el Sáhara y también comparte frontera con un país europeo (España)? Así se le quitarían las ganas de atacar Ceuta y Melilla, ¿no? De igual modo, ¿por qué no enviamos armas a los saharauis para que se defiendan legítimamente de la potencia invasora? ¿Por qué no sancionamos a EEUU, si ha amenazado con anexionarse Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca? 

Y si de lo que se trata es de derrotar a Putin para que no siga avanzando por Polonia o los estados bálticos, ¿por qué no nos lanzamos a una guerra total, como hicimos con Hitler, en vez de prolongar indefinidamente la agonía de Ucrania suministrándole un armamento insuficiente para alcanzar la victoria? ¿O es que estamos tirando la piedra y escondiendo la mano?

En fin, perdonadnos, pero ¡se nos ocurren tantas preguntas! Hace ya unos años UNICEF y el PNUD calcularon que una inversión de, precisamente, 800.000 millones de dólares en diez años sería suficiente para asegurar alimentación, salud y educación a toda la población infantil mundial. ¿No debería ser ese el objetivo prioritario de la humanidad? Según el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo, en 2024 EEUU gastó nueve veces más que Rusia en armamento. Y Europa, tres veces más. ¿De verdad que hay que aumentar, aún más, el gasto militar? ¿Se trata de una necesidad real, o de una imposición de la industria armamentística estadounidense? ¿Por qué para mejorar los servicios públicos nunca hay dinero y para la industria de la muerte, de repente, nos llueven los millones del cielo?

Como decíamos al principio, nos sentimos un poco anonadados, pero no perdemos la esperanza. Entre otras cosas, porque no queremos. Albacete, nuestra ciudad, fue durante los años ochenta uno de los centros más activos del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC). Aquí, muchos chavales dieron con sus huesos en la cárcel por no renunciar a sus ideales pacifistas. En aquel tiempo, amplios sectores políticos y sociales se movilizaron contra la OTAN y, años después, contra su Escuela de Pilotos y contra la fábrica de helicópteros de guerra Tigre.

Albacete es uno de los lugares más militarizados del mundo. Toda aquella efervescencia ciudadana, que de un modo u otro afectó a todo el territorio español, se fue apagando poco a poco, pero ¿no deberíamos reactivarla? ¿Tan zombis estamos? ¿No hay motivos más que sobrados para ponernos manos a la obra? ¿O nos resignaremos a avanzar hacia un escenario de guerra con la misma naturalidad que si fuéramos de pícnic, o a ver el partido del domingo?  

(*) El Colectivo Puente Madera está formado por Esteban Ortiz, Eva Ramírez, Elías Rovira y Javier Sánchez. 

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