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No sabía cómo empezar este escrito. Yo, un forastero, defendiendo un edificio al que sólo me une, desde hace un tiempo, la historia de un pariente que, caminos del destino, terminó su vida en él. Ésta es la causa principal de mi motivación a la que se unió, y aquí entra mi inquietud investigadora, conocer su historia tan magníficamente expuesta en la obra de Don Pedro Pablo de las Muelas Chico.De esta segunda causa como no destacar el origen histórico del Hospitalillo, fundado hace aproximadamente un siglo (comenzó su andadura en 1926) gracias a los deseos del matrimonio formado por el taraconense don Jesús Anastasio Lozano Soria y ddoña Emilia Feliú del Castillo. La intención de su uso no deja de ser, por sí sola, una razón incontestable para la defensa del edificio y su entorno:
“En el Hospital de que se trata, se prestará asistencia a los enfermos y heridos, ya sean naturales o vecinos de la villa de Tarancón, no domiciliados o residentes accidentalmente en ella y en su término municipal; a los indigentes y a los enfermos de tránsito…”
Pero mi ilusión de conocer el lugar se llenó de pesar cuando descubrí el abandono y deterioro en el que se encuentra sumido.
Y aquí, a este primer pesar, se une la primera causa que me unió a la historia de este edificio. Hace un tiempo inicié un proceso de investigación siguiendo la pista a un soldado, un tío-abuelo de mi mujer, Ángel Carrasco Ramírez. Fue un joven natural de Tomelloso (Ciudad Real) que en el contexto de la Guerra Civil fue asignado al Primer Batallón de la 70ª Brigada Mixta del Ejército Popular de la República. Estuvo destinado a la denominada Posición Jaca, un búnker situado en el Parque del Capricho en la Alameda de Osuna de Madrid.
En febrero de 1937, en los prolegómenos de la Batalla del Jarama, el lugar fue bombardeado y Ángel Carrasco fue herido gravemente, siendo enviado al Hospital de Tarancón donde murió el 17 de febrero de 1937, a los 25 años de edad.
Y tras esto el drama familiar, una novia sola y el recuerdo imborrable para sus cuatro hermanos (huérfanos desde 1922) de un episodio tan trágico y sin el consuelo de poder tener los restos de Ángel para corresponderle con una despedida familiar.
Viendo esto, el hospitalillo de Tarancón se ha convertido para nuestra familia como un particular mausoleo donde honrar la memoria de Ángel Carrasco. No sé las causas por las que no se rehabilita el edificio. Su valor humano e histórico debería ser motivo suficiente pero en ocasiones, muchas por desgracia, la desidia política no es capaz de actuar con la sensibilidad necesaria para defender el patrimonio.
Como ejemplo, decir que soy de Herencia (Ciudad Real), donde ya en 1226 el arzobispo de Toledo y el comendador de la Orden de San Juan se hallaban visitando la construcción de la iglesia del lugar. Fue el origen de la antigua Iglesia Parroquial, sustituida por una mayor en el siglo XVIII.
Pues bien, este antiguo edificio, utilizado también durante siglos como hospital para pobres, fue vendido a mediados del pasado siglo XX para en su solar construir un local para una entidad bancaria. Más de siete siglos de historia enviados al olvido. ¿Se quiere lo mismo para el Hospital de Tarancón?
No sé de quién es la competencia última para decidir sobre el futuro del hospitalillo y doy por supuesto que mis motivaciones para defender su conservación son estrictamente personales y sentimentales; pero creo que si unimos historia, patrimonio local, su entorno… El potencial del lugar es enorme, sin tener que destruir un testigo del pasado.
No podemos argumentar su desaparición por el lamentable estado actual. Creo que partiendo de la esencia del edificio se pueden buscar alternativas para un futuro cultural del lugar y su entorno.
La intención de este escrito no es más que el proteger nuestra historia, nuestra identidad, y en la medida que se considere oportuno, para poder tener la ocasión de ponerlo todo en valor y usarlo como herramienta para revitalizar la localidad, la convivencia de la gente y el turismo.
Creo conveniente poner en valor ideas en las que se respeten los valores, condicionantes y singularidad de este edificio y su enclave. Un proyecto que demuestre la destreza del que sabe compatibilizar patrimonio, tradición y modernidad.
No sabía cómo empezar este escrito. Yo, un forastero, defendiendo un edificio al que sólo me une, desde hace un tiempo, la historia de un pariente que, caminos del destino, terminó su vida en él. Ésta es la causa principal de mi motivación a la que se unió, y aquí entra mi inquietud investigadora, conocer su historia tan magníficamente expuesta en la obra de Don Pedro Pablo de las Muelas Chico.De esta segunda causa como no destacar el origen histórico del Hospitalillo, fundado hace aproximadamente un siglo (comenzó su andadura en 1926) gracias a los deseos del matrimonio formado por el taraconense don Jesús Anastasio Lozano Soria y ddoña Emilia Feliú del Castillo. La intención de su uso no deja de ser, por sí sola, una razón incontestable para la defensa del edificio y su entorno:
“En el Hospital de que se trata, se prestará asistencia a los enfermos y heridos, ya sean naturales o vecinos de la villa de Tarancón, no domiciliados o residentes accidentalmente en ella y en su término municipal; a los indigentes y a los enfermos de tránsito…”