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Castilla-La Mancha, una región para los cinco sentidos

En pocos lugares se puede disfrutar con todos los sentidos, de una manera sosegada y calmada, donde el paso del tiempo es una excusa para sentarse a charlar en el banco de la plaza donde suenan los vencejos y 'a las en punto' replican las campanas.

Castilla-La Mancha tiene algunos de los mejores espacios naturales, donde cientos de especies se reúnen para comer, anidar o descansar. Las Tablas de Daimiel, Cabañeros, las Lagunas de Ruidera o las serranías de Cuenca, Albacete y Guadalajara nos hacen tener ecosistemas emblemáticos de la península y de Europa. Por ellos podemos pasear disfrutando de la naturaleza y respirando algunos de los aires más puros que se pueden encontrar en el mundo. El sentido de la vista se pierde en la belleza de los reflejos de los árboles en el agua.

Los productos típicos entre los que sobresale de forma mundial el queso y el vino, nos ayudan a paladear la tierra que nos une y sobre la que han trabajado generaciones tras generaciones, arando la tierra y creando profundos surcos que como una piel envejecida muestran la lucha de los años, pero con un sabor inconfundible que muchos tratan de imitar fuera de nuestras fronteras. El gusto sólo lo disfrutan aquellos y aquellas que en una mesa ven en los platos con lo mismo que comían nuestros más antiguos antepasados, el mismo sabor y la misma dedicación.

La gente que vive en cualquiera de nuestras cinco provincias es cariñosa y siempre con humor. Es difícil encontrar a alguien que no te salude con una sonrisa o no te de los buenos días al coincidir en la calle o paseando por uno de los muchos caminos que unen nuestros pueblos. Todos somos vecinos, los unos de los otros, y la procedencia es lo que menos importa. Incluso en nuestras ciudades más grandes se sigue manteniendo la vieja costumbre de saludar. El tacto más sincero es el que se siente al estrechar las manos de quien saluda o de abrazar a nuestros padres y abuelos que aún mantienen vivas nuestras tradiciones y la historia de los lugares más apartados y aislados.

Las campanas de las iglesias y ermitas que sobresalen por el horizonte y bajo las que pasea la gente, son la banda sonora de cualquier lugar, y en estos días de calor, se dejan acompañar del pitido de vencejos y golondrinas. Los ciervos braman a comienzos del otoño con el coraje y la ambición de ser los dueños de la dehesa. Las perdices cantan con ganas recordando que también viven aquí, siendo su canto el latir de nuestros campos. En cualquier rincón, el oído disfruta y aprende.

El olor del humo de las chimeneas en invierno en las zonas rurales no es más que el reflejo de un hogar que se calienta con humildad y respeto. Un calor familiar que a todos nos ha cobijado en más de una ocasión y que ha sido el anfitrión de encuentros familiares. Huele también a lavanda, jaras y flores que en primavera que explotan en colores. Cuando llueve, el olor a tierra mojada se expande con rapidez. El suelo muestra su alegría pues aquí la lluvia siempre es querida y muy bien recibida.

A través de la literatura hemos recorrido el mundo, y es que El Quijote es quizá nuestro mejor embajador, pero también lo ha sido en los últimos años el cine y la televisión que ha usado la región como escenario y como plató. Tenemos grandes investigadores, poetas, actores, directores, cantantes, cocineros… pero ante todo dos millones de castellanomanchegos y castellanomanchegas.

Castilla-La Mancha es una región para degustar, ver, tocar, oír y oler, pero ante todo querer. 

Feliz día de Castilla-La Mancha

 

Jonathan Gómez Cantero es presentador de El Tiempo en Castilla-La Mancha Media

En pocos lugares se puede disfrutar con todos los sentidos, de una manera sosegada y calmada, donde el paso del tiempo es una excusa para sentarse a charlar en el banco de la plaza donde suenan los vencejos y 'a las en punto' replican las campanas.

Castilla-La Mancha tiene algunos de los mejores espacios naturales, donde cientos de especies se reúnen para comer, anidar o descansar. Las Tablas de Daimiel, Cabañeros, las Lagunas de Ruidera o las serranías de Cuenca, Albacete y Guadalajara nos hacen tener ecosistemas emblemáticos de la península y de Europa. Por ellos podemos pasear disfrutando de la naturaleza y respirando algunos de los aires más puros que se pueden encontrar en el mundo. El sentido de la vista se pierde en la belleza de los reflejos de los árboles en el agua.