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El chaval de la plaza que se hizo dramaturgo

Jesús Patiño Rubio

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Si ya es una sorpresa encontrarte a un joven que haya querido ser dramaturgo, compartir pueblo con él es doble sorpresa y alegría. Un día le ves jugando en la plaza, y al otro te enteras que desde esa misma plaza sale un autobús para ver interpretar una de sus obras en un teatro de Madrid. 

De ahí que el título que he elegido para este artículo juegue un poco con el último texto publicado de Adrián Perea, que así se llama el joven dramaturgo, y que lleva por nombre Las catástrofes que verán los chavales de la plaza, escrito dentro del programa de Residencias Dramáticas (2021-2022) del Centro Dramático Nacional. 

Santa María del Campo Rus está presente de forma expresa en los agradecimientos del texto, pero no hay que indagar mucho para observar que hay ciertos elementos manchegos alrededor de los que gira su creatividad, que es el mismo núcleo, por otra parte, alrededor del cual se han descrito ya trayectorias de otros exitosos hombres y mujeres de la cultura española. 

Esos elementos han demostrado ser fuente de inspiración no solo para la actividad literaria, sino para una actividad artística diversa, siendo propios de una peculiar identidad, la manchega; firme, intensa, apegada a la realidad, aunque también al relato y a la ficción, a la parodia, divertida, identificable y atractiva para una gran mayoría de público. 

Adrián ha sabido utilizar ese sustrato para crear, pero claro, él es mucho más, lo que ocurre es que a mí me puede el interés por probar que es uno de los nuestros. A buen seguro su originalidad y su estilo propio merecen un mejor análisis. Y lo tendrá, porque se hablará de él.  

Está empezando, como aquel que dice, pero ya es autor de Buenas chuches y buena suerte (Sala NuevoNorte), La Bella Aurora PUF (Nave 73), La princesa tiene cáncer (RESAD), Los nomeolvides (RESAD) o Hasta Palomares (Sala NuevoNorte), coautor de Ahora que nos dejan hablar (Corral de Comedias de Alcalá de Henares) y los Chicos de Baker Miller (Festival Surge 2021, Sala Mirador), ha sido galardonado en el XXXI Certamen Calamonte Joven 2018 por El leñador y la Extranjera, ha obtenido el mismo galardón en 2021 por El reino de los cualquiera, y su primer guion cinematográfico, Una y otra vez, ha recibido una de las ayudas a la creación que otorga la Comunidad de Madrid. Quédense con su nombre. 

Si ya es una sorpresa encontrarte a un joven que haya querido ser dramaturgo, compartir pueblo con él es doble sorpresa y alegría. Un día le ves jugando en la plaza, y al otro te enteras que desde esa misma plaza sale un autobús para ver interpretar una de sus obras en un teatro de Madrid. 

De ahí que el título que he elegido para este artículo juegue un poco con el último texto publicado de Adrián Perea, que así se llama el joven dramaturgo, y que lleva por nombre Las catástrofes que verán los chavales de la plaza, escrito dentro del programa de Residencias Dramáticas (2021-2022) del Centro Dramático Nacional.