Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Acabamos de celebrar un congreso internacional que se ha desarrollado en Toledo bajo el título 'Conventos. Situación actual y propuestas de futuro'. Ponencias, debates y conclusiones que podrían servir para aplicarlas a cualquier recinto monacal o conventual de nuestra comunidad autónoma puesto que participaron y hubo ejemplos traídos de toda España y de Italia.
En un apretado -y apresurado- horario de ponencias, mesas redondas y visitas, se ha abordado el asunto bajo todas sus aristas y, aunque el organismo patrocinador, el Consorcio de la Ciudad de Toledo, tiene una proyección eminentemente arquitectónica, se han tratado también los bienes muebles, su patrimonio inmaterial, los paisajes conventuales de claustros, jardines y huertos y, cómo no, la vertiente espiritual que fue el germen y sigue siendo el objeto, uso y mejor gestor de estos inmensos inmuebles que atesora nuestro Patrimonio Cultural.
Se ha constatado que estamos ante el fin de un ciclo, que no hay vocaciones que mantengan tantos edificios conventuales en nuestro país -unos 600-, y que las soluciones que se dan son momentáneas e insuficientes. El cierre de comunidades hace que se plantee con más urgencia el debate sobre el futuro uso de esos espacios y, durante el congreso, se han realizado sugerentes propuestas que se divulgarán a través de las actas del mismo. Evidentemente, lo deseable es que se mantuviesen como elementos de vida religiosa, pero es tan dramática la situación que las soluciones han de ser tan variadas como lo son cada uno de los recintos conventuales.
Se ha insistido no sólo en el valor arquitectónico, o de sus bienes muebles, sino también del patrimonio inmaterial que las comunidades religiosas mantienen con su presencia en dichos inmuebles, de la necesidad de catalogar también los objetos etnográficos, los vegetales, e incluso de la necesidad de contemplar el patrimonio inmaterial como parte consustancial de los mismos.
Representantes institucionales han informado de sus respectivos “planes” y “proyectos”. Se ha hablado de la actualización del Plan [Nacional] de Abadías, Monasterios y Conventos y de la actividad de fundaciones que ayudan a mantener a las comunidades religiosas en estos, por ahora, sacros lugares. Del catálogo de sus Bienes Muebles por parte de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, se ha aplaudido su digitalización pero, también, se ha urgido a su finalización, y a la necesaria intervención tutelar por parte del propio Consorcio de la Ciudad de Toledo. Evidentemente, tras años de paralización, es de agradecer las buenas intenciones de acelerar los procesos de catalogación, intervenciones y soluciones a los problemas planteados. Y, evidentemente, en estos procesos la iglesia y las distintas instituciones conventuales deben de tener un protagonismo esencial.
Es preciso que lo que se plantee para la ciudad de Toledo se extienda a toda la región y diócesis de Castilla-La Mancha. Que la Consejería de Educación, Cultura y Deportes revise el catálogo de declaraciones, actualizando las mismas, estableciendo las áreas de protección del Bien Cultural, y vinculando a éste sus bienes muebles de la misma forma que la Consejería de Administraciones Públicas debería establecer con los municipios protocolos adecuados a las normas de planeamiento urbanístico que inciden sobre estos espacios conventuales.
Y planificar correctamente el futuro de los recintos conventuales, así como la necesidad de mantener incólumes los recintos e inmuebles que los conforman. Prima el interés por mantener las colecciones muebles vinculadas a las comunidades religiosas en el lugar para los que se gestaron o se donaron, y un uso adecuado de dichos recintos que no distorsione la percepción de lo que durante siglos fue y mantenga correctamente ese legado material, ya que, desgraciadamente, el espiritual pocos espacios conventuales lo podrán conservar.
Los actores y protagonistas de la gestión conventual, se ha repetido durante el congreso, además de las comunidades religiosas, son los ordinarios [obispos y arzobispo], las jerarquía institucional (Estado, Junta, Ayuntamientos), los sectores más cercanos (entorno social, asociativo) y es la comunidad científica, técnica y educativa (Universidades, sistema educativo, colegios de arquitectos), los llamados a colaborar en un esfuerzo que ha de ser de todos, porque este patrimonio conventual permite disfrutar de un Bien Cultural de primer orden pero, también, nos exige un compromiso para que lo vean las futuras generaciones.
Acabamos de celebrar un congreso internacional que se ha desarrollado en Toledo bajo el título 'Conventos. Situación actual y propuestas de futuro'. Ponencias, debates y conclusiones que podrían servir para aplicarlas a cualquier recinto monacal o conventual de nuestra comunidad autónoma puesto que participaron y hubo ejemplos traídos de toda España y de Italia.
En un apretado -y apresurado- horario de ponencias, mesas redondas y visitas, se ha abordado el asunto bajo todas sus aristas y, aunque el organismo patrocinador, el Consorcio de la Ciudad de Toledo, tiene una proyección eminentemente arquitectónica, se han tratado también los bienes muebles, su patrimonio inmaterial, los paisajes conventuales de claustros, jardines y huertos y, cómo no, la vertiente espiritual que fue el germen y sigue siendo el objeto, uso y mejor gestor de estos inmensos inmuebles que atesora nuestro Patrimonio Cultural.