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La expresión 'efecto perspectiva' se puso de moda después de los primeros viajes espaciales, y se refiere a los cambios en la conciencia de muchos astronautas después de observar la Tierra por primera vez desde su órbita, o desde la luna. De modo más general, también se ha utilizado para referirse a estos mismos cambios en el conjunto de la humanidad como consecuencia de la publicación de las primeras imágenes de nuestro planeta. Vista desde el exterior, la Tierra apareció por primera vez como un globo frágil y finito lleno de vida que flotaba en el vacío. Esta sensación de tremenda fragilidad hizo que muchos de los problemas que nos habían preocupado hasta entonces se hicieran cada vez más pequeños hasta desaparecer de nuestras mentes. Observar nuestro planeta desde un punto de vista nuevo, aunque fuera a través de una fotografía, nos cambió para siempre.
Solo tenemos un mundo, pero las perspectivas son infinitas, y cada punto de vista nos conduce a concepciones diferentes de la realidad. Lo que voy a proponerles es que, si desean tener un conocimiento más completo de lo que pasa a nuestro alrededor, o simplemente quieren entender cómo piensan los demás, adopten la costumbre de cambiar de perspectiva siempre que puedan. No es necesario ser astronauta para intentarlo.
En la fotografía que les muestro en la portada, por ejemplo, se superponen tres puntos de vista muy interesantes:
A nivel de suelo se observa un pueblecito de la España vacía. Se llama Val de San García y está cerca de Cifuentes y de la central nuclear de Trillo. Oficialmente no ha desaparecido porque todavía mantiene un habitante, aunque en realidad aquí nunca vivió mucha gente, porque el terreno es pobre, seco y frío. Pueden imaginarse lo que veían a su alrededor los vecinos que se fueron a vivir a la gran ciudad a mediados del siglo pasado. Probablemente, la percepción no sería muy diferente si en lugar de situarnos a nivel de suelo en Val de San García en 1960 nos situáramos más tarde en Villaverde. En lugar de campos y corrales de ganado se verían fábricas cerradas y bloques de viviendas, pero las personas tendrían perspectivas similares. En muchos casos serían, incluso, las mismas personas.
En un nivel más alto, a la derecha de la fotografía, un avión comercial sobrevuela Val de San García. En función de su dirección podemos suponer que se dirige a Barajas procedente de alguna capital europea. En él viajarán empresarios internacionales, políticos que estarán gestionando algún asunto de capital importancia y profesionales muy cualificados. Es posible que algunos se conozcan de viajes anteriores. Los aviones se desplazan a grandes distancias, de aeropuerto a aeropuerto, pero la perspectiva desde su interior es muy pobre y durante la mayor parte del viaje las ventanas solo permiten ver en horizontal por encima de las nubes. Es un punto de vista muy malo para conocer el nivel del suelo, y las personas que pasan mucho tiempo en ellos pueden llegar a construir realidades paralelas. El suelo solo se ve fugazmente cuando el aeropuerto está cerca y hay que girar para enfilar la pista de aterrizaje, es decir, cuando se presenta un nuevo producto o hay elecciones.
Pero quizás lo más interesante de esta imagen no sea el pueblo ni el avión, sino el punto de vista desde el que se ha tomado la fotografía, y más aún el sujeto que se ha colocado ahí para tomarla. Como podrán imaginar, se ha hecho de forma automática desde un satélite sin conciencia.
No hace mucho, las personas que observaban el mundo desde lo más alto solían ser filósofos, historiadores, geógrafos, viajeros, poetas o artistas. Nuestra concepción del mundo se debe, en buena parte, a sus observaciones, que habían sido digeridas previamente por una conciencia humana con intención de transmitirlas al resto de la humanidad. Hoy los miradores más altos están ocupados por el big data, y solo se nos permite aprender de las migajas que se caen de sus bolsillos. Eso es ni más ni menos esta foto, migajas de big data.
La expresión 'efecto perspectiva' se puso de moda después de los primeros viajes espaciales, y se refiere a los cambios en la conciencia de muchos astronautas después de observar la Tierra por primera vez desde su órbita, o desde la luna. De modo más general, también se ha utilizado para referirse a estos mismos cambios en el conjunto de la humanidad como consecuencia de la publicación de las primeras imágenes de nuestro planeta. Vista desde el exterior, la Tierra apareció por primera vez como un globo frágil y finito lleno de vida que flotaba en el vacío. Esta sensación de tremenda fragilidad hizo que muchos de los problemas que nos habían preocupado hasta entonces se hicieran cada vez más pequeños hasta desaparecer de nuestras mentes. Observar nuestro planeta desde un punto de vista nuevo, aunque fuera a través de una fotografía, nos cambió para siempre.
Solo tenemos un mundo, pero las perspectivas son infinitas, y cada punto de vista nos conduce a concepciones diferentes de la realidad. Lo que voy a proponerles es que, si desean tener un conocimiento más completo de lo que pasa a nuestro alrededor, o simplemente quieren entender cómo piensan los demás, adopten la costumbre de cambiar de perspectiva siempre que puedan. No es necesario ser astronauta para intentarlo.