Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Hace tanto tiempo que las enfermeras estamos luchando por una prescripción enfermera acorde a la realidad sanitaria que dé a los ciudadanos y a los profesionales seguridad jurídica, que en este trayecto, nuestras “sienes se han poblado de nieve”. Y es que desde que se publicó la Ley del Medicamento allá por 2006, a la profesión enfermera en esta materia se nos envió desde la alegalidad a la más absoluta ilegalidad al no ser incluidos entre los profesionales prescriptores en el grupo de los médicos, odontólogos y podólogos.
En este momento, el arduo trabajo comenzaba. Tras intensas negociaciones con el Ministerio y con la profesión médica, el Foro de la Profesión Enfermera (Colegios de Enfermería y Sindicato SATSE), fue consensuado un nuevo Real Decreto que ponía fin al escenario de ilegalidad. Este Real Decreto, a última hora y sin informar al Foro de la Profesión Enfermera, fue modificado torticeramente y el ministro del PP Alfonso Alonso se plegó a “ciertos intereses” y supeditó cualquier actuación enfermera en materia de medicamentos y productos sanitarios a la prescripción de un médico. Este hecho nos obligaba a que algo tan básico para una enfermera como administrar una vacuna del calendario vacunal o usar yodo o un apósito para curar una herida, debía estar prescrito por un médico.
La asincronía del Real Decreto con la realidad sanitaria era total y absoluta. La lucha continuaba. Se iniciaron recursos contra el Real Decreto, proposiciones no de ley en parlamentos autonómicos (como el del Castilla-La Mancha), manifestaciones públicas, comunicados informando a la ciudadanía, negociaciones a todos los niveles.
Tres años más tarde, el 23 de octubre de 2018, y con más “nieve en nuestras sienes”, se publica el nuevo Real Decreto de Prescripción Enfermera que por fin da seguridad jurídica a la ciudadanía y a las enfermeras y que es acorde a la realidad sanitaria asistencial que en algún momento se ha visto afectada por las normas anteriores.
Nunca hemos conseguido nada de manera fácil, nunca se nos ha regalado nada, nos lo hemos tenido que ganar siempre con gran esfuerzo. Nuestra profesión ha evolucionado enormemente en los últimos años, ha evolucionado desde un rol dependiente de otros profesionales hasta convertirse en lo que hoy es, una profesión independiente y autónoma, que se doctora e investiga, que dirige y provee de cuidados de alta calidad a usuarios sanos y enfermos y que es reclamada por sistemas sanitarios de países de nuestro alrededor. Estamos ante una profesión conformada por unas competencias propias que dimanan de una gran formación académica, un compromiso social y ético con la población que le hacen ser referentes en el contexto sanitario y poseen un reconocimiento tanto de los pacientes y sus familiares como de los sistemas de salud y del resto de profesiones sanitarias con las que convive en una relación de colaboración permanente.
Por todo ello, el esfuerzo de tantos años ha dado sus frutos en este marco legal recién publicado en el BOE, que por supuesto es más que bienvenido y que supone una confirmación de que nuestra competencia profesional en materia de indicación, uso y autorización de medicamentos y productos sanitarios, está por fin custodiada bajo el amparo de la ley. Sin embargo, no debemos obviar que el objetivo final de nuestros esfuerzos es la modificación de la Ley del Medicamento para que se incluya a las enfermeras en el grupo de profesionales prescriptores.
Nos queda aún un camino por recorrer, hay que desarrollar el Real Decreto de Prescripción Enfermera en dos líneas fundamentales: 1) que las comunidades autónomas implementen los itinerarios necesarios para acreditar a las enfermeras (sería suficiente con certificar un año de experiencia profesional o pasar una prueba si no posees esa experiencia) y 2) que el Ministerio consensúe y publique los protocolos y guías de práctica clínica y asistencial para prescribir medicamentos sujetos a prescripción médica antes de los dos años marcados en el Real Decreto.
Valga esta reflexión para desear que no ocurra lo mismo que está ocurriendo con las Especialidades Enfermeras, que fueron aprobadas hace nada menos que 13 años y que se han desarrollado tímidamente. Esperamos y deseamos que el desarrollo de la prescripción enfermera sea real y efectivo en el menor tiempo posible, los profesionales lo vamos a agradecer y por encima de nosotros lo agradecerán los receptores de nuestros cuidados, los ciudadanos sanos y enfermos.
Hace tanto tiempo que las enfermeras estamos luchando por una prescripción enfermera acorde a la realidad sanitaria que dé a los ciudadanos y a los profesionales seguridad jurídica, que en este trayecto, nuestras “sienes se han poblado de nieve”. Y es que desde que se publicó la Ley del Medicamento allá por 2006, a la profesión enfermera en esta materia se nos envió desde la alegalidad a la más absoluta ilegalidad al no ser incluidos entre los profesionales prescriptores en el grupo de los médicos, odontólogos y podólogos.
En este momento, el arduo trabajo comenzaba. Tras intensas negociaciones con el Ministerio y con la profesión médica, el Foro de la Profesión Enfermera (Colegios de Enfermería y Sindicato SATSE), fue consensuado un nuevo Real Decreto que ponía fin al escenario de ilegalidad. Este Real Decreto, a última hora y sin informar al Foro de la Profesión Enfermera, fue modificado torticeramente y el ministro del PP Alfonso Alonso se plegó a “ciertos intereses” y supeditó cualquier actuación enfermera en materia de medicamentos y productos sanitarios a la prescripción de un médico. Este hecho nos obligaba a que algo tan básico para una enfermera como administrar una vacuna del calendario vacunal o usar yodo o un apósito para curar una herida, debía estar prescrito por un médico.