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La fosa de los párvulos

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La historia de España está llena de capítulos oscuros, pero sin duda uno de los más dolorosos y más impenetrables es el de los bebés robados. En un auto de 2008, el juez Baltasar Garzón hablaba de aproximadamente 30.000 recién nacidos arrebatados a sus padres. Los colectivos de víctimas elevan la cifra a 300.000. En cualquier caso, un horror que, como suele ser frecuente, los libros de texto escolares ni mencionan. Como si no hubiera existido. Ojos que no ven, corazón que no siente y cerebro que no pregunta…

Este silencioso holocausto infantil se desarrolló en dos fases bastante bien definidas. En un primer momento, recién acabada la guerra civil, un número indeterminado de mujeres republicanas dieron a luz en las cárceles franquistas o en los reformatorios del Patronato de Protección a la Mujer y las autoridades del régimen les birlaron impunemente a sus criaturas para dárselas a familias “como Dios manda”. De esa manera, y fusilando a cascoporro, claro, se procedía a extirpar el famoso “gen rojo” descrito por el psiquiatra nazi Antonio Vallejo-Nájera.

Posteriormente, desde finales de los años 50 hasta bien entrados los años 80, ya en plena democracia, una intrincada madeja de clínicas, médicos y monjas hicieron creer a muchas parejas que sus hijos o hijas habían nacido muertos o habían muerto al poco de nacer. Rara es la familia, en sentido extenso, que no cuenta en su haber con algún episodio de criatura arrebatada del lado de la madre sin demasiadas explicaciones y mostrada después en un envoltorio en el que apenas se adivinaba una carita.

 Y, a partir de ahí, todo es como un laberinto. Es muy difícil rastrear la pista de un bebé supuestamente nacido muerto. También en Albacete, desde donde escribimos. Por ejemplo, se supone que, según el artículo 45 de la Ley de 8 de junio de 1957 sobre el Registro Civil, el personal sanitario que había atendido el parto debía encargarse de la inscripción de la criatura fallecida con el nombre de la madre. Sin embargo, nuestro Registro Civil solo dispone de Legajo de criaturas abortivas desde 1966. Todo lo ocurrido anteriormente es un misterio infranqueable. Otra fuente de información son las historias clínicas, pero tenemos constancia de alumbramientos ocurridos en los años 60 en la antigua Residencia que no han dejado huella documental. ¿Por qué? No sabemos. Ojalá alguien lo pudiese explicar.

“Es como una película de terror”

Porque es todo muy raro. Hace tan solo unas semanas, Paco Alarcón, secretario de la Asociación de Víctimas de Bebés Robados y Adopciones Irregulares de Alicante, y Manuel Ramírez, presidente de la Asociación Fosa de Alcaraz, consultaron los libros de enterramientos del cementerio de Albacete comprendidos entre los años 1959 y 1965 y encontraron que ¡casi el 30%! de las inhumaciones se correspondía con bebés nacidos muertos o fallecidos en las primeras 24 horas. ¡Casi el 30%! Es como una película de terror. Según Alarcón, se trata de un porcentaje más alto que el de Alicante, donde se han documentado diversos casos de niños robados al nacer.

De cualquier modo, punto arriba o punto abajo, ¿cómo es eso posible en una época en que las mujeres ya daban a luz en centros hospitalarios, como la mencionada Residencia, y nuestro país deslumbraba al mundo con el tan cacareado “milagro español”? En fin, no queremos generar morbo ni caer en el sensacionalismo. No es nuestro estilo. No afirmamos nada. Pero los datos sobre mortalidad neonatal que hemos expuesto revelan una anomalía demográfica que debería investigarse, aclararse y, llegado el caso, repararse. Y cuanto antes, mejor, porque el tiempo siempre va en contra de la verdad.

Por cierto, no lo hemos dicho: los niños y niñas a los que hace referencia este artículo están oficialmente enterrados en la denominada “fosa de los párvulos”, situada en el patio 3 del cementerio de Albacete. Allí reposan también los restos de 61 brigadistas internacionales. Y allí fueron arrojadas 565 de las 758 personas fusiladas al acabar la guerra. La historia a veces se escribe con tierra, sangre, carne y hueso.

* El Colectivo Puente Madera está formado por Esteban Ortiz, Eva Ramírez, Elías Rovira y Javier Sánchez.

La historia de España está llena de capítulos oscuros, pero sin duda uno de los más dolorosos y más impenetrables es el de los bebés robados. En un auto de 2008, el juez Baltasar Garzón hablaba de aproximadamente 30.000 recién nacidos arrebatados a sus padres. Los colectivos de víctimas elevan la cifra a 300.000. En cualquier caso, un horror que, como suele ser frecuente, los libros de texto escolares ni mencionan. Como si no hubiera existido. Ojos que no ven, corazón que no siente y cerebro que no pregunta…

Este silencioso holocausto infantil se desarrolló en dos fases bastante bien definidas. En un primer momento, recién acabada la guerra civil, un número indeterminado de mujeres republicanas dieron a luz en las cárceles franquistas o en los reformatorios del Patronato de Protección a la Mujer y las autoridades del régimen les birlaron impunemente a sus criaturas para dárselas a familias “como Dios manda”. De esa manera, y fusilando a cascoporro, claro, se procedía a extirpar el famoso “gen rojo” descrito por el psiquiatra nazi Antonio Vallejo-Nájera.