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Los tiempos han cambiado aunque no es para hacerse ilusiones. El 6 de julio de 1979 se celebró la gran manifestación contra el trasvase Tajo-Segura, pero poco a poco las diferentes fuerzas fueron cediendo y este trasvase fue posible. Posible y una ruina para Toledo.
En ese día, Ignacio López del Hierro era gobernador de Toledo (estuvo en el cargo entre el 24 de septiembre de 1977 y el 24 de septiembre de 1979). Su poder como gobernador le llevó a intentar doblar el espinazo a quienes se oponían con toda contundencia y claridad al trasvase. Cuarenta y dos años después vemos sus consecuencias. Un río es una cloaca, y la cosa sigue justificándose con paños calientes. Al mismo tiempo, López del Hierro reaparece como imputado de gravísimos hechos.
Como consecuencia de una denuncia para plantar cara a las mentiras y truculencias con que se quería justificar dicho trasvase por parte del partido en el poder, la UCD, el que era entonces gobernador civil, López del Hierro, impuso dos multas de 100.000 pesetas. Para hacerse una idea de la tremenda cuantía, el salario base anual ascendía a 22.780 pesetas. Así se las gastaba 'este señor' con quien no tuviese su opinión. Así ejercía la que debería ser su labor democrática y su función como elemento mediador. Y todo ello con la Constitución ya aprobada. ¡Qué ejemplo de equidad!
En esta ocasión, la decisión tomada y su arbitrariedad fueron rechazadas por la Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial de Madrid, con imposición de las costas a la Administración del Estado. Costas que pagamos todos por tomar el señor gobernador una medida arbitraria y abusiva. Aquí mando yo y al que se aparte del guion le parto el espinazo. Fue al parecer la primera o segunda sentencia negativa para un gobernador civil. Hasta entonces no había precedentes de que un tribunal fallase contra los omnipresentes poderes de los gobernadores civiles, y eso sucedió porque los multados contaron por suerte con una excelente defensa. De lo contrario el quebranto económico hubiera tenido consecuencias catastróficas para sus vidas. Eso es lo que intentaba hacer López del Hierro como escarmiento a la disensión y la libertad de opinión.
Otro capítulo aparte, otra gran anécdota de la Transición en Toledo también tuvo como protagonista negativo al gobernador civil de Toledo, Ignacio López del Hierro. Fue en la noche del 4 de diciembre de 1978, y se trata de una historia muy poco edificante de su labor como gobernador. Esa noche no era una más. Era viernes y ese domingo se votaba 'Sí' o 'No' a la Constitución española.
En Zocodover, militantes de muchas de las fuerzas políticas democráticas habían quedado para hacer una pegada de carteles conjunta a favor del 'Sí'. En ese ambiente, miembros del partido político de extrema derecha, Fuerza Nueva, empezaron a montar bronca porque exigían que la mitad del espacio disponible fuera para ellos, que pedían el 'No'. En este contexto la policía decidió cargar siguiendo las órdenes de un capitán que estaba fuera de servicio. Tras este suceso, y en esa misma noche, dirigentes de varias de esas organizaciones decidieron ir a hablar con el gobernador responsable que estaba en su despacho a unos pocos metros (en la actualidad está aquí la Delegación del Gobierno). Uno de los más indignados con lo que había pasado era Pablo Corrales, miembro de la UCD, como López del Hierro, y padre del actual concejal del PP que se llama también Pablo Corrales. Pero el señor gobernador, a pesar de la gravedad de los hechos, no hizo nada, ni tampoco expedientó al capitán.
Es verdad que después de todo aquello yo gané un aliado: Pablo Corrales. Alguien que no era cualquiera porque sus conocimientos como abogado nos vendrían muy bien. Un miembro de la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores) y un militante de la UCD (Unión de Centro Democrático) que nunca dudaron en los años siguientes sobre qué era lo importante y quién está en contra de la democracia aunque ahora saquen diputados.
Pero volvamos al principio. Las cosas del Tajo siguen igual, está podrido, el trasvase sigue su proceso, cuando además, cuatro décadas después hay medios suficientes para abastecer Murcia y Valencia sin que sea necesario arruinar nuestro río. La situación política que lo sostiene también sigue siendo la misma y se explica fácilmente: el poder de los escaños de Castilla-La Mancha, que aporta 21 al Congreso, tiene menos rentabilidad política que los de Valencia y Murcia que suman exactamente el doble, 42.
En Toledo nos hemos vuelto algo apáticos con este asunto, y si no, vean cómo responden y la que montan los murcianos cuando dicen que se va a disminuir una sola gota de agua del trasvase. Las cosas en general tampoco han cambiado tanto, y en algunos casos puede que a peor. La crisis ha servido para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, aumentando a la vez el número de estos últimos. Los ricos vamos ganando dice el título del libro de Antón Losada. Añadiría yo que los pobres parecemos tener poca capacidad de reacción y nos dejamos llevar resignados a perder poco a poco nuestros derechos. Aunque la partida no haya acabado.
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