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Hoy 12 de agosto se conmemora el Día internacional de la Juventud. La importancia de otorgar este día a una parte de la población que representa el futuro choca con el trato que esta sociedad ofrece en ocasiones a esa juventud, venerada por unos y criticada por otros
Me viene a la mente la canción Malos tiempos del grupo La Raíz, dando voz a lo que muchas personas jóvenes sienten: “Tiempos difíciles de bolsillos a cero. Afrontar la situación con resignación y miedo a que el temporal no amaine y te veas en la calle. Mientras cuatro peces gordos no noten el bache…”
La juventud ha pasado en todas las etapas de la historia por múltiples dificultades que ha podido contrarrestar con buenas dosis de entusiasmo y fuerza propias de la edad. Pero cada persona vive condicionada por el tiempo que le ha tocado vivir. En la situación actual, la juventud se enfrenta a problemas de precariedad laboral, a bajos salarios y a una tasa de paro 10 puntos superior a otros grupos de población. A esto se suma la incapacidad de poder acceder a una vivienda, debido a unos precios descontrolados que truncan sus ansias de emancipación.
Además, en nuestro país, para una persona joven de 25 a 34 años la tasa de desempleo entre quienes tienen solo la ESO o inferior es del 17,1%, mientras que en ese mismo tramo de edad la tasa de paro es del 9,9% con educación superior. Y las mismas diferencias se observan en los ingresos laborales medios por nivel de formación, constatando que las personas con un Grado ganan un 66% más que si solo tienen la ESO.
Solo extrapolando el dato de la formación, ya se pueden observar grandes diferencias entre las personas a lo largo de toda la vida. La educación y formación que nos permite preparar el futuro desde que somos pequeños, condicionará en muchos casos el nivel hasta el que podamos ascender en la sociedad. Deberíamos proteger y reivindicar la Educación pública como algo intocable, pues de su calidad dependerá el que se favorezca una mayor igualdad de oportunidades.
Por otro lado, es preciso cuestionar los mensajes que en ocasiones recibimos tratando de responsabilizar a la persona de la situación en la que se encuentra, como si el entorno y sus circunstancias no fuera factor determinante. Así, oímos comentarios como que la hija del dueño de Zara empezó doblando camisetas y es ahora la CEO del mayor imperio textil español (como si todo el mundo pudiera conseguir lo que desea, el ¡si quieres, puedes!...) No tienen en cuenta, que lo que para una clase social como la suya, puede ser una experiencia vital temporal satisfactoria, para otra joven de clase trabajadora esa es la obligación que limita el resto de su vida, y dificulta la consecución de sus objetivos como en una carrera de obstáculos.
La desigualdad a la que se enfrentan muchos jóvenes nace de los múltiples factores y circunstancias que le rodean. Trabajar para acabar con la precariedad laboral que soportan, y la regulación del mercado de la vivienda son solo dos de los factores principales que se deben abordar desde la política. Potenciar y proteger la educación pública de calidad debería ser otra de las principales banderas que enarbolar, poniendo sobre la mesa todos los recursos necesarios. Conseguir implicar, comprometer y escuchar a la juventud, debe ser otro de los objetivos de la política. Así se defiende la juventud, y en consecuencia el futuro de esta sociedad.
Hoy 12 de agosto se conmemora el Día internacional de la Juventud. La importancia de otorgar este día a una parte de la población que representa el futuro choca con el trato que esta sociedad ofrece en ocasiones a esa juventud, venerada por unos y criticada por otros
Me viene a la mente la canción Malos tiempos del grupo La Raíz, dando voz a lo que muchas personas jóvenes sienten: “Tiempos difíciles de bolsillos a cero. Afrontar la situación con resignación y miedo a que el temporal no amaine y te veas en la calle. Mientras cuatro peces gordos no noten el bache…”