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Llevamos prácticamente un año de campañas electorales, inicialmente con las Elecciones Municipales y Autonómicas, y actualmente con las Elecciones Generales. La explosión de contenido en nuestras redes sociales animando al voto, y sobre todo, al voto por correo, ha sido la tónica general, y no es para menos, en las próximas elecciones que se celebrarán el 23 de julio nos jugamos mucho, especialmente la juventud y la creación y mantención de espacios de participación juvenil o, por el contrario, la prolongación de su abandono.
Mientras tanto, en el imaginario colectivo de la gente sigue existiendo la idea de que las personas jóvenes no mostramos interés en estos procesos, de que somos apáticas a la vida política y que nos desvinculamos de ella. Respecto a esto, las personas jóvenes volvemos a identificar la ausencia de una mirada empática y el desinterés en dialogar con nosotras. El problema no es la desafección de las jóvenes a la política, sino la desvinculación de la sociedad con su juventud y, en consecuencia, la dejadez de la importante tarea de salud democrática que se está quedando pendiente.
Esto se ve muy claro en nuestra comunidad autónoma: en Castilla - La Mancha faltan espacios de participación; la ausencia de un Consejo de Juventud Autonómico y de políticas juveniles que aumenten las vías de participación en pueblos y ciudades está destruyendo el complicado tejido asociativo que teníamos a lo largo y ancho de nuestro territorio. Y, lamentablemente, con ello se destruyen dos cosas más: la posibilidad de trasladar a quienes gobiernan cuáles son nuestras necesidades y qué queremos de nuestra región. Se pierde diálogo, y sin duda, si hay algo que se gana, es que crezca la desafección política y la esperanza de imaginar una comunidad autónoma para la juventud castellanomanchega.
Todos los días me relaciono con personas jóvenes que tienen opiniones muy claras acerca de los problemas comunes: la vivienda, la despoblación de nuestros pueblos, formación que pende del hilo de las becas que a menudo llegan tarde, el acceso a empleos dignos que nos permitan mantenernos y trabajar en Castilla-La Mancha, la salud mental, el feminismo y, desde luego, una clara oposición al odio vertido hacia el colectivo LGTB+.
La Plataforma de Juventud de Castilla - La Mancha de la que formo parte, no busca otra cosa que generar un espacio de representatividad de la población joven, hecho por personas jóvenes y que a través del diálogo con nuestras instituciones, se avance en políticas adaptadas a nuestra casuística: a nuestra juventud rural, a quienes viven en ciudades, a nuestro extenso territorio y a nuestra cultura de participación. Desde el año 2016, la Plataforma ha perseguido el apoyo institucional para la apertura de este espacio a través de reuniones con actores políticos en gobierno, que a menudo ha adolecido de la comprensión de este derecho constitucional para la juventud: el de la promoción de condiciones para que participemos de forma libre y eficaz, permitiendo nuestro desarrollo político, social, económico y cultural. Sin embargo, a día de hoy y a pesar de los esfuerzos, Castilla-La Mancha continúa sin dar la oportunidad a sus jóvenes.
El Informe AROPE de 2021 sobre el estado de la pobreza en España lanzaba datos tan alarmantes como que la población joven (de 16 a 30 años) somos uno de los grupos más afectados por la exclusión y la pobreza, debido al desempleo y contratos de trabajo parcial. En el último año, los precios de alquiler han subido una media de 5,5% en Castilla-La Mancha, según el registro de idealista.com, y según el Observatorio de Emancipación del Consejo de Juventud de España (CJE), en el año 2022, en nuestra comunidad autónoma, menos del 15% de las personas de 16 a 29 años se pudieron emancipar. Sin embargo, la emancipación está estrechamente relacionada con los datos de temporalidad en los jóvenes, actualmente del 45,5%, un dato de por sí alarmante pero por suerte muy alejado del 78% que presentábamos en 2016. El gran descenso de la temporalidad de 2016 a la actualidad encuentra su respuesta en la reforma laboral llevada a cabo en 2021. Este es un ejemplo de las políticas con foco y perspectiva joven que necesitamos en Castilla-La Mancha.
Si algo evidencian estas estadísticas es que desde luego la temporalidad que tenemos la población joven en Castilla-La Mancha no es una temporalidad deseada, en cuanto las políticas implantadas nos han dado la oportunidad de avanzar hacia empleos más estables lo hemos hecho, y es que factores como la temporalidad laboral nos impide la solidez en nuestros proyectos de vida, el acceso a un alquiler o vivienda, y por ende nos empuja a salir de nuestra comunidad autónoma y a establecer nuestras vidas en otros sitios.
En estas Elecciones Generales necesitamos un país con futuro, pero también una región que no se muera. Muchos jóvenes quieren vivir en sus pueblos y ciudades, pero para eso se deberán dar las condiciones necesarias: aumentar el empleo, desarrollar el Estatuto del Becario para que no nos exploten gratuítamente como se está haciendo ahora, aumentar la financiación para la formación profesional, invertir en investigación y hacer accesibles las matrículas y tasas universitarias para que estudiar no dependa de una cuestión económica. Y claro que hay alternativa, Castilla-La Mancha tiene riqueza y capacidad para apostar por otro modelo distinto para la juventud. Depende de la voluntad política y es una de las cuestiones que nos jugamos este 23-J.
Es imperativo comprender por nuestra sociedad que la juventud participamos a través de canales diferentes, más inmediatos, y esto ha sido así históricamente, y no solo en esta cohorte. Y una vez se entienda esto, se habrá de comprender que, si queremos avanzar en democracia, los espacios de participación no deben ser lugares pasivos a los que llegar nosotras, sino a los que nuestras instituciones tienen que alentar y facilitarnos el acudir.
En las siguientes elecciones las personas jóvenes votaremos, y desde los espacios de participación en los que nos encontramos animaremos al ejercicio de este derecho fundamental, pero sobre todo, animamos a nuestras instituciones a que fomenten nuestra participación todos los días del año, todos los años, a través de espacios hechos por la juventud y para la juventud, y no solo cuando se acercan las elecciones.
Llevamos prácticamente un año de campañas electorales, inicialmente con las Elecciones Municipales y Autonómicas, y actualmente con las Elecciones Generales. La explosión de contenido en nuestras redes sociales animando al voto, y sobre todo, al voto por correo, ha sido la tónica general, y no es para menos, en las próximas elecciones que se celebrarán el 23 de julio nos jugamos mucho, especialmente la juventud y la creación y mantención de espacios de participación juvenil o, por el contrario, la prolongación de su abandono.
Mientras tanto, en el imaginario colectivo de la gente sigue existiendo la idea de que las personas jóvenes no mostramos interés en estos procesos, de que somos apáticas a la vida política y que nos desvinculamos de ella. Respecto a esto, las personas jóvenes volvemos a identificar la ausencia de una mirada empática y el desinterés en dialogar con nosotras. El problema no es la desafección de las jóvenes a la política, sino la desvinculación de la sociedad con su juventud y, en consecuencia, la dejadez de la importante tarea de salud democrática que se está quedando pendiente.