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“La pobreza energética causa 7.000 muertes en invierno en España”.
Esta es la noticia, que reformulada en términos etiológicos quedaría así: “7000 españoles mueren al año por la eficiencia competitiva de los mercados energéticos”.
“Los niños españoles, los más pobres de Europa, sólo por detrás de Rumania”.
Esta es otra de las negras noticias, que reformulada con orientación pronóstica y ánimo triste, sería:
“Los niños españoles ven limitadas sus expectativas de vida por una sobredosis de mercado anarquista”.
Por una vez y sin que sirva de precedente, nuestra pobreza y depresión social, nuestra miserable y triste “crisis” no flota en el limbo de de la soledad histórica, en los heroicos designios de la “raza”, ni en nuestro protagonismo superlativo y masoca como cruzados de Occidente.
A pesar de nuestro “hecho diferencial”, de nuestro connatural extravío estepario, y de nuestro empeño en sobresalir en todos los informes, registros y estadísticas como sufridores natos y peculiares, lo cierto es que nuestra “crisis” se enmarca esta vez, en otra más amplia y global, que al mismo tiempo es una ofensiva política e ideológica.
De ahí que lo que acontece ahora allende nuestras fronteras (o lo que aconteció en el pasado) no nos pille en místico solipsismo aunque sí con hambre de pan y justicia, y podamos entender mejor las crisis de los otros, sus rebeliones, su indignación, y sus luchas.
La última película de Ken Loach, de carácter documental (“El espíritu del 45”), intenta analizar las claves de la “aplastante” victoria laborista tras Mundial y el “espíritu” de aquellos tiempos. El espíritu del 45.
Indudablemente, Ken Loach, siempre comprometido con las causas de la solidaridad, la justicia y la democracia, persigue establecer un nexo de unión entre aquellos tiempos y los que nos ha tocado vivir, intentando trasmitir algo de aquel espíritu (que trasformó la sociedad británica en una sociedad del “bienestar”), a esta Europa asediada por unos demonios familiares que retornan desde sus tumbas: la injusticia, la desigualdad, la estafa económica, la pobreza, el racismo, el fascismo, la xenofobia y la violencia.
Ken intenta romper nuestro hechizo maléfico y despertarnos de la anestesia.
Los británicos acudieron a Mundial con la vivencia reciente de la “depresión” de entreguerras, con sus secuelas de desempleo masivo, miseria, desigualdad e injusticia, y volvieron victoriosos del fascismo.
Aquel desenlace feliz les llevo a cuestionarse la situación anterior y trajo a sus mentes nuevos planteamientos e ilusiones. Una nueva actitud social y política. Una actitud rebelde. Si ellos habían sido capaces de vencer al fascismo, ellos también podían vencer a la desigualdad y la pobreza, a la enfermedad y el desempleo. Ese no era el estado “natural” e inevitable de las cosas.
Si había sido posible organizarse colectivamente para ganar la guerra, era posible organizarse colectivamente (solidariamente) para ganar y disfrutar la paz. Y si había sido posible acabar con el desempleo para el oficio de matar y destruir, entonces era posible acabar con el desempleo para el oficio de construir y gozar la vida.
El “Estado del bienestar” se estaba gestando, y el Servicio Nacional de Salud (National Health Service) ocupaba un puesto central y preeminente como metáfora de ese Estado solidario.
Abotargados y anestesiados como estamos hoy por tanto catecismo neoliberal, y por tanto creyente talibán en la infalibilidad del dios Mercado, resulta entrañable comprobar con que facilidad y “naturalidad” se hablaba en aquel tiempo de monopolios “naturales”, y con que soltura y desparpajo se nacionalizaban sectores estratégicos, la sanidad, el transporte, la energía, desde la irrebatible lógica de que la satisfacción de las necesidades básicas de todos esta por encima del lucro y el lujo de unos pocos.
Hoy babeamos ante el cuento chino de la “eficiencia competitiva” que en vez de abaratar los productos, los encarece sin límites, condenándonos a la pobreza energética, a la miseria infantil, a la enfermedad desprotegida, y a la carencia de lo mas básico, en medio del lujo, la abundancia, y el compadreo de políticos y magnates (o mangantes).
En los momentos previos a la victoria laborista, Winston Churchill y los Tory imprimieron cientos de miles de copias de “Camino de servidumbre” de Friedrich A. Von Hayek, cuya tesis central es que la mas minima intervención del estado en la economía acaba derivando en totalitarismo. Milton Friedman y su escuela de Chicago, Thatcher y sus admiradores, están en esa línea “talibán” que la realidad contradice.
La desregulación económica y financiera, ha hecho piña con el delito y la mafia política (¿podía ser de otra forma?), y todo ello está acabando no solo con un estado de bienestar social, sino con la democracia. La plutocracia no es democracia, es totalitarismo. Hoy día nuestros políticos no tienen programas electorales, tienen “ordenes” de los poderes financieros. No nos representan.
En estos tiempos infames, para que los ladrones y chorizos anden desregulados y sueltos, los trabajadores tienen que estar sujetos y esclavizados, los pensionistas maltratados, los enfermos desprotegidos, y los niños hambrientos. Ese es el “camino de servidumbre”.
La historia de Loach nos resulta conocida y familiar. Vemos las “marchas por la dignidad” de aquel tiempo, con la manta liada al hombro y caminando sobre el duro asfalto, pero en esa ocasión la vieja cámara si enfocó y grabó para el archivo los pies heridos de los heroicos caminantes. La traición de los partidos socialdemócratas que varios de los entrevistados denuncian, tampoco nos resulta ajena o desconocida.
“El Espíritu del 45” se inicia con imágenes de archivo de aquella época en blanco y negro, y se desarrolla toda ella en esos tonos grises, incluso las que corresponden a tiempos posteriores o actuales. Sin embargo, al final de la película, las mismas escenas de archivo del principio, las del 45, que vimos grises, se colorean y parecen querer trasmitir su espíritu, su vida, su empuje y su rebelión, a los anestesiados, grises y mediocres tiempos actuales.
“La pobreza energética causa 7.000 muertes en invierno en España”.
Esta es la noticia, que reformulada en términos etiológicos quedaría así: “7000 españoles mueren al año por la eficiencia competitiva de los mercados energéticos”.