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Es en los momentos más críticos, (guerras, crisis económicas, hambrunas, catástrofes medioambientales...) las leyes que rigen el sistema socio-económico hegemónico se oponen frontalmente a los intereses más inmediatos de la humanidad. Esto lo hemos visto recientemente con la pandemia de COVID-19, que ha supuesto uno de los últimos grandes mazazos que hemos sufrido a escala global. La pandemia ha paralizado, en gran medida, el comercio, la actividad económica, el modo de vida, ha agudizado las tensiones geopolíticas y, lo más importante, ha acabado con la vida de más de 3,5 millones de personas y ha infectado a más de 170 millones en todo el mundo.
Esta pandemia ha afectado de manera desigual a diferentes países dependiendo de unos u otros factores, pero una cosa es clara: los países en vías de desarrollo cuentan con peores medios materiales para hacer frente a este desafío. La carencia de medios sanitarios y logísticos en los países menos desarrollados han generado auténticos dramas humanitarios, como es el caso de la India que durante los meses de abril y mayo llegaron a tener entre 200.000 y 400.000 contagios diarios y más de 300.000 fallecidos. Esto ha abierto un debate internacional sobre la actitud de las corporaciones farmacéuticas a la hora de la fabricación y distribución de las vacunas.
Recordamos cómo a principios de año se dieron episodios vergonzosos, cargamentos de vacunas pagados y preparados para ser enviados un país eran sorpresivamente desviados porque otro país más rico había hecho, a última hora, una oferta más jugosa a la farmacéutica en cuestión. Las corporaciones farmacéuticas se justifican diciendo que tienen derecho a obtener beneficios de las vacunas que han desarrollado, pero... ¿Es factible y moral comercializar de esta manera un bien fundamental para la vida de millones de personas? ¿Es útil y eficiente fomentar la rivalidad y la competencia, la “ley del más fuerte”, en estos momentos tan difíciles?
Es por eso, que países tan diversos entre ellos como la India, Bolivia, Venezuela, Kenia, Marruecos, Sudáfrica, Afganistán, Indonesia, Laos o Filipinas han pedido en la Asamblea General de las Naciones Unidas la liberación de las patentes de las vacunas de covid-19 para proceder a su producción masiva. Frente a ellos, hasta hace poco, la inmensa mayoría de los países ricos, que a su vez son la sede de la mayoría de las multinacionales farmacéuticas, se han opuesto rotundamente. En diferentes votaciones, el Partido Popular, Vox, Ciudadanos y el PSOE se han opuesto también a la liberalización de las patentes, mostrando la confluencia de intereses de dichos partidos con los de las multinacionales.
Sin embargo, el sorpresivo anuncio del nuevo Presidente de los EEUU, Joe Biden, de apoyar la supresión de las patentes de las vacunas; previsiblemente como respuesta al anuncio de China de en el que iba a destinar ingentes recursos a la vacunación de los países más pobres, ha supuesto un giro de 180 grados. Pocas horas después del anuncio del líder de la principal potencia imperial, la Comisión Europea ha manifestado que estudiará la propuesta y el PSOE ha “cambiado” de parecer y votó en el Congreso y el Senado por la exención de las patentes junto con Unidas Podemos y los grupos nacionalistas, y los votos en contra del PP, Vox y Ciudadanos.
Desde Izquierda Unida Valdepeñas valoramos positivamente este cambio de actitud y propusimos al grupo municipal del PSOE sacar una moción conjunta en el pleno del Ayuntamiento pidiendo la liberación de las patentes farmacéuticas. La moción fue debatida por los portavoces de ambos grupos, pero una vez presentada en la comisión informativa para ser aprobada en el próximo pleno, fue vetada por el Alcalde socialista, Jesús Martín. No podemos entender esta actitud por parte del edil, si se debe a que no está de acuerdo con el giro de su partido a nivel nacional o si es debido al sectarismo de negarse a presentar una moción conjunta con un grupo de oposición como es el de Izquierda Unida Valdepeñas.
No obstante, desde el grupo municipal y la asamblea local de Izquierda Unida Valdepeñas, fieles a nuestros principios solidarios e internacionalistas, seguiremos defendiendo la total liberación de las patentes de las vacunas y de todos los medicamentos indispensables para la vida. Siempre hemos defendiendo la sanidad pública y universal en nuestro país y siempre apostaremos por la colaboración entre los pueblos del mundo. Seguimos el ejemplo de Viktor Zhadanov, virólogo y viceministro soviético de Sanidad, que propuso a la ONU llevar a cabo una campaña de vacunación contra la viruela, una enfermedad que causaba cientos de miles de muertes anuales. Gracias a la iniciativa de Zhadanov y a que la URSS y diversos países del campo socialista aportaron millones de vacunas sin patente, esta enfermedad se logró erradicar. Una muestra más de que la solidaridad es más efectiva que el mercado libre.
Es en los momentos más críticos, (guerras, crisis económicas, hambrunas, catástrofes medioambientales...) las leyes que rigen el sistema socio-económico hegemónico se oponen frontalmente a los intereses más inmediatos de la humanidad. Esto lo hemos visto recientemente con la pandemia de COVID-19, que ha supuesto uno de los últimos grandes mazazos que hemos sufrido a escala global. La pandemia ha paralizado, en gran medida, el comercio, la actividad económica, el modo de vida, ha agudizado las tensiones geopolíticas y, lo más importante, ha acabado con la vida de más de 3,5 millones de personas y ha infectado a más de 170 millones en todo el mundo.
Esta pandemia ha afectado de manera desigual a diferentes países dependiendo de unos u otros factores, pero una cosa es clara: los países en vías de desarrollo cuentan con peores medios materiales para hacer frente a este desafío. La carencia de medios sanitarios y logísticos en los países menos desarrollados han generado auténticos dramas humanitarios, como es el caso de la India que durante los meses de abril y mayo llegaron a tener entre 200.000 y 400.000 contagios diarios y más de 300.000 fallecidos. Esto ha abierto un debate internacional sobre la actitud de las corporaciones farmacéuticas a la hora de la fabricación y distribución de las vacunas.