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La loca política española del agua

24 de abril de 2023 10:06 h

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La gente que participamos de una u otra manera en la Fundación Nueva Cultura del Agua somos muy conscientes desde hace tiempo de que la política del agua de este país se ha limitado a cubrir la oferta sin hacer ningún tipo de gestión de la demanda y sin ninguna perspectiva ambiental. Así, desde la publicación de la Directiva Marco del Agua, a las distintas confederaciones hidrográficas no hacen más que “salpicarle” los problemas mientras al Estado español le “llueven” las multas. No obstante, hay días en que no sé si lo de loco aún se queda demasiado corto para definir lo absurdo de los planteamientos que pueden llegar a hacer algunos gobiernos.

Voy con algunos ejemplos de esta semana. Mientras Doñana sigue en el foco debido a la reciente aprobación, por parte del Gobierno andaluz, de un plan de regadíos que pueden afectar de manera irreversible a su biodiversidad y ecosistema poniendo en grave peligro, además, la sostenibilidad del sistema agrícola de la zona haciendo colapsar su principal activo económico sin tener un plan B; un informe del estado del clima del Servicio de Observación por Satélite europeo Copernicus, alerta de los impactos del cambio climático en 2022, que para España se han traducido en un incremento de las temperaturas y las olas de calor; la frecuencia de las sequías y las lluvias torrenciales; y una disminución de la cantidad de agua que llega a los ríos y acuíferos.

En Castilla-La Mancha, Page, inmune a enfrentar los problemas reales que se avecinan, aprovecha para hacer anuncios que bien podría estar diciendo Moreno Bonilla. “Castilla-La Mancha convocará la Mesa de la Sequía la próxima semana junto a las organizaciones agrarias”, seguido de… “Page promete un plan de regadíos si gana: ”Vamos a usar el agua para beber, pero también para regar“. Por supuesto la mesa de la sequía que se plantea no tiene nada que ver con coordinar y poner en marcha los planes de sequía a los que están obligadas tanto las comunidades de regantes o usuarios como las ciudades de más de 20.000 habitantes, porque en su mayor parte no están hechos; ni tampoco en priorizar o poner en marcha medidas de reducción de uso y consumo de agua en la región para capear el temporal.

Anuncios sin autocrítica

Y no tengo bola de cristal donde leer el futuro, pero vista la política de estos últimos años del consejero de Agricultura, nada apunta a que el “famoso” plan de regadío lleve aparejado algún diagnóstico sobre los recursos hídricos existentes y vaya en la línea de implementar un sistema agrícola sostenible y adecuadamente dimensionado para evitar, por ejemplo, que la superficie encharcada del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel caiga un 40% en solo dos meses y que el Patronato proponga un nuevo trasvase del Tajo. Por si alguien se lo pregunta, no, ninguno de los dos anuncios de Page hacía autocrítica sobre cómo las Tablas de Daimiel han podido llegar a este punto.

Pero lo más loco de todo en un contexto de sequía en el que se están produciendo algunos casos de cortes de suministro a poblaciones y los acuíferos están al límite; en el que volvemos al falso dilema sobre los caudales ecológicos y “tirar el agua al mar” o la industria agrícola; o en el que una mínima limitación al trasvase Tajo-Segura del PHT ha levantado en armas al campo de Cartagena, es oír al gobierno de la Comunidad de Murcia decirle a la Ministra que saque agua del acuífero del Campo de Cartagena porque REBOSA y contamina el Mar Menor.

Si llegados a este punto alguien no ve claro que eso de la “transición hídrica” es mucho más que urgente y tiene que ir de la mano de una “transición agrícola”, es que roza la locura.

La gente que participamos de una u otra manera en la Fundación Nueva Cultura del Agua somos muy conscientes desde hace tiempo de que la política del agua de este país se ha limitado a cubrir la oferta sin hacer ningún tipo de gestión de la demanda y sin ninguna perspectiva ambiental. Así, desde la publicación de la Directiva Marco del Agua, a las distintas confederaciones hidrográficas no hacen más que “salpicarle” los problemas mientras al Estado español le “llueven” las multas. No obstante, hay días en que no sé si lo de loco aún se queda demasiado corto para definir lo absurdo de los planteamientos que pueden llegar a hacer algunos gobiernos.

Voy con algunos ejemplos de esta semana. Mientras Doñana sigue en el foco debido a la reciente aprobación, por parte del Gobierno andaluz, de un plan de regadíos que pueden afectar de manera irreversible a su biodiversidad y ecosistema poniendo en grave peligro, además, la sostenibilidad del sistema agrícola de la zona haciendo colapsar su principal activo económico sin tener un plan B; un informe del estado del clima del Servicio de Observación por Satélite europeo Copernicus, alerta de los impactos del cambio climático en 2022, que para España se han traducido en un incremento de las temperaturas y las olas de calor; la frecuencia de las sequías y las lluvias torrenciales; y una disminución de la cantidad de agua que llega a los ríos y acuíferos.