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Todos tenemos nuestro lugar

Raquel Gabaldón Carrión - Trabajadora Social

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Desde muy pequeña quise estudiar Trabajo Social para darle forma a la vocación que mis padres ya me inculcaron con su impecable educación.

Y con el título en mano que daba el honor de serlo fui a aterrizar en AMIAB, asociación Nacional de personas con discapacidad, teniendo aún más la suerte de realizarme cómo profesional en el recurso de centro ocupacional... y ya van 14 años.

A lo largo de estos casi tres lustros he luchado para que la discapacidad intelectual tenga su sitio en esta sociedad, las puertas cerradas y la falta de oportunidades frente al desconocimiento de lo que la gente es capaz de hacer son la continua respuesta del mundo.

Pero si algo he aprendido de verdad son las continuas lecciones casi diarias que ellos, mis “chicos”, les llamo así desde el cariño más cercano y no desde la sobreprotección, me dan a mí... Yo no trabajo con capaces o discapaces, trabajo con seres humanos de corazón, personas que se pelean y al minuto piden perdón o perdonan de verdad, con sentimiento. Son leales, jamás faltan a la palabra que te dan.

La mayoría carecen de bienes materiales, pero te dan todo con su mirada, con sus palabras, con sus dibujos hechos a mano con pinceladas salidas del amor más puro de su alma.

He aprendido que querer es poder y que si se lo proponen pueden trabajar en un departamento de recursos humanos, en una planta de reciclaje y hasta llegar al campo base del Everest.

Sin duda hace años tuve que estudiar para formarme en lo que era mi vocación pero la mayor lección del trabajo social me la dan ellos día a día, me la da AMIAB generando empleo y oportunidades sin discriminación con el único requisito de que la persona encuentre su sitio, pues aunque no todos valemos para todo, todos valemos para algo y ese hoy por hoy es mi lema y mi trabajo, buscar el lugar en la sociedad para MIS chicos pues ellos ya me dieron a mí en su día un sitio.

Desde muy pequeña quise estudiar Trabajo Social para darle forma a la vocación que mis padres ya me inculcaron con su impecable educación.

Y con el título en mano que daba el honor de serlo fui a aterrizar en AMIAB, asociación Nacional de personas con discapacidad, teniendo aún más la suerte de realizarme cómo profesional en el recurso de centro ocupacional... y ya van 14 años.