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De merienda en las urgencias hospitalarias

Txema Fernández

Responsable de Acción Política de Izquierda Unida de Castilla-La Mancha —

Si hay algo de lo que debemos sacar una lectura positiva de estos tiempos en los que una mayoría social exigimos poner a nuestros políticos en el lugar que les corresponde, es que en las conversaciones cotidianas del café matutino y con nuestros vecinos y vecinas hablamos de nuestros administradores, hablamos de los políticos que sufrimos.

Y muchos de ellos no han querido o no han sabido, o ambas cosas, entender qué demanda la sociedad o cuáles son sus problemas y no han tenido la audacia de empatizar con ellos y ellas: de ponerse en su lugar.

El estado del bienestar del que habla la Constitución Española tiene un pilar imprescindible, y es el que nos debiera igualar a todos y todas: un sistema sanitario que no consienta que la brecha social del país de haga cada vez más grande e insalvable.

Esto no es negociable para Izquierda Unida de Castilla-La Mancha. Entendemos la Salud como derecho social fundamental que va más allá de la ausencia de enfermedad. Por este motivo creemos que el sistema sanitario debe garantizar la igualdad efectiva entre toda la ciudadanía en el acceso a los servicios y la protección de la salud, así como la equidad vertical, reduciendo las diferencias atribuibles a los distintos niveles de renta en la prestación de servicios en todo el territorio.

Y esta concepción de servicio público que debe igualarnos a todos en los peores momentos de nuestra vida, cuando padecemos una enfermedad o necesitamos asistencia sanitaria, es algo que una nueva mayoría social que está emergiendo analiza sin complejos. Y lo hace exigiendo a sus políticos que sean consecuentes con el programa que se han presentado, pero sobre todo lo hace exigiendo que sus gobernantes no los olviden.

El Consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha del gobierno regional que preside D. Emiliano García-Page; D. Jesús Fernández Sanz, nos cuenta todos los días cómo bajan las listas de espera quirúrgicas y diagnósticas, cuánto van a invertir en la salud mental en nuestra región, lo excelente de los muchos premios: merecidos, de los servicios médicos en el hospital, pero no son esas las conversaciones que mantiene la mayoría social que sigue “sufriendo” un sistema que no empieza a remontar tras el erial que dejó el Partido Popular.

Se han recortado plantillas en los centros sanitarios de atención primaria y hospitalaria que no se han repuesto, ni se va a reponer, tal y como se confirma en la resolución de la dirección del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) del Complejo Hospitalario de Toledo, prohibiendo “expresamente la contratación de personal, salvo en casos excepcionales”. Tampoco cuenta las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras que sufren mantener la excelencia del servicio con menos manos que atienden a pacientes; se lo olvida contarnos que los servicios privatizados por Cospedal de lavandería o catering para ingreso siguen estando privatizados y ni siquiera se habla de ello ni de las condiciones de esos trabajadores que ya no son públicos; se olvida decirnos que servicios esenciales para los pacientes, como los de radiología de algunos hospitales, siguen privatizados.

Entendemos que no cuente a la sociedad castellanomanchega estos déficits de excelencia y servicio que terminamos por “sufrir” los ciudadanos y ciudadanas con un servicio que solo él ve como nos dice, pero no podemos consentir que a la mayoría social para la que trabaja nos trate como idiotas.

Somos una sociedad formada, crítica y con sensibilidad suficiente para saber qué nos pasa cuando acudimos a los centros sanitarios.

A pesar de los anuncios de infinitos millones de inversión en instalaciones y servicios, seguimos esperando una media de cuatro horas, más si hay que realizar una prueba analítica. Seguimos contando delante de otros pacientes extraños qué nos pasa sin guardar la más mínima privacidad. Cuando llamamos a transporte sanitario acude dotado de una persona sin tener en cuenta qué se va a encontrar o si va a necesitar ayuda de otra persona u otro técnico para subirla en la ambulancia (la privatización de este servicio básico también se le olvida al señor Consejero). En las urgencias hospitalarias nos encontramos que las plantillas han disminuido, no se han reforzado, pero los ciudadanos seguimos enfermando teniendo los profesionales que asumir una carga insoportable de trabajo.

Dice el Consejero que “sin querer que lo tomen a mal, estoy satisfecho con que nos pasen cosas así porque, bien entendido, el ciudadano ha vuelto a confiar en el sistema sanitario público”, en relación al colapso por la masiva afluencia de enfermos a las urgencias del hospital de Toledo. Quizás quieren que los ciudadanos pensemos que acudir al hospital es una alternativa de ocio más en la capital manchega.

Allí no acudimos a merendar ni a hablar con los amigos de cómo nos están defraudando las políticas “socialistas” castellanomanchegas en materia social, a pesar de que la herencia del PP posibilitaba mucho campo de trabajo. Las Urgencias de los hospitales es parte de los cimientos que deben servir para hacer más pequeña la brecha social que el PP se encargó abrir y que este PSOE no quiere o no puede o no se atreva a cerrar.

Señor Consejero de Sanidad: no nos intente engañar porque no se lo vamos a permitir.

No hace falta que nos recuerde con un mantra para adormecernos las cifras de la macroeconomía sanitaria; acuda, si es que las conoce, a los datos de la microeconomía en la sanidad que sufrimos la mayoría social para no volver a repetir, siquiera insinuar, que la sanidad es tan buena que acudimos a ella como ocio. Creemos que debería dedicar sus energías y sapiencia en esta materia en encontrar porqué entre lo que usted dice y la realidad de los pacientes hay tanto abismo.

Si hay algo de lo que debemos sacar una lectura positiva de estos tiempos en los que una mayoría social exigimos poner a nuestros políticos en el lugar que les corresponde, es que en las conversaciones cotidianas del café matutino y con nuestros vecinos y vecinas hablamos de nuestros administradores, hablamos de los políticos que sufrimos.

Y muchos de ellos no han querido o no han sabido, o ambas cosas, entender qué demanda la sociedad o cuáles son sus problemas y no han tenido la audacia de empatizar con ellos y ellas: de ponerse en su lugar.