Castilla-La Mancha Opinión y blogs

Sobre este blog

Montpellier camina por la dignidad

El programa de televisión “Españoles por el mundo” —emisión edulcorada y conformista donde las haya— lleva años repitiendo sin descanso, desde cualquier lugar del planeta, que los españoles sólo añoramos en el extranjero la familia, los amigos y el jamón. Yo no sé qué pensarán al respecto los miles de personas que, cada mes, se ven forzados a emigrar de nuestro país; pero en mi caso, y aun a riesgo de que dejen de considerarme español, puedo asegurarles que lo que yo echaba de menos cuando llegué, exiliado, a un pueblo perdido del sur de Francia, no eran precisamente las sobremesas dominicales con mis cuñados, ni las conversaciones sobre hipotecas con mis amigos, ni el pernil de Jabugo que nunca he degustado, sino el activismo social para mejorar mi entorno.

Podrán imaginar entonces mi alegría cuando, hace unas semanas, volvió a reunirse la asamblea de Marea Granate —la marea de los exiliados españoles, que toma su nombre del color de nuestro pasaporte, como ya existe la Marea Blanca de la Sanidad, o la Marea Verde de la Enseñanza Pública— de Montpellier, que es la ciudad más próxima a mi lugar de residencia. Lógicamente, me faltó tiempo para unirme a la quincena de personas que, en esta ciudad, junto a las Mareas Granates de otros exiliados españoles distribuidos por todo el mundo, protestan habitualmente contra el desastre moral y socioeconómico de nuestro país.

Resulta, además, que nuestra primera asamblea coincidió en el tiempo con el inicio de las “Marchas de la dignidad”, las cuales recorren durante estos días las carreteras españolas para exigir una renta básica mínima, el fin de la precariedad y de los recortes promulgados por la Troika, así como promoviendo el que España no pague la deuda externa, entre otros objetivos. Las “Marchas de la dignidad”, por si aún no lo saben, confluirán el próximo sábado 22 de marzo en una manifestación que se espera que sea multitudinaria, en Madrid.

La Marea Granate de Montpellier secunda las reivindicaciones de las “Marchas de la dignidad”. Algunos de sus miembros nos habríamos sumado a ellas de no habernos encontrado en el exilio. Pero en Francia no nos cruzamos de brazos, ni nos limitamos a mirar mientras otros hacen historia. Para manifestar este apoyo, la asamblea ha convocado una concentración pacífica el 22 de marzo, en la Plaza Jean Jaurès, a las 15:00, para, a continuación, realizar una marcha a pie que concluirá frente al Consulado General de España en la ciudad. Los exiliados en Montpellier queremos expresar así nuestra solidaridad con aquellos que se encuentran caminando. Porque gracias a ellos podremos regresar algún día a nuestro país. Pero con dignidad, claro.

M. Granate Montpellier: http://nonosvamosnosechanmontpellier.wordpress.com/videos/

El programa de televisión “Españoles por el mundo” —emisión edulcorada y conformista donde las haya— lleva años repitiendo sin descanso, desde cualquier lugar del planeta, que los españoles sólo añoramos en el extranjero la familia, los amigos y el jamón. Yo no sé qué pensarán al respecto los miles de personas que, cada mes, se ven forzados a emigrar de nuestro país; pero en mi caso, y aun a riesgo de que dejen de considerarme español, puedo asegurarles que lo que yo echaba de menos cuando llegué, exiliado, a un pueblo perdido del sur de Francia, no eran precisamente las sobremesas dominicales con mis cuñados, ni las conversaciones sobre hipotecas con mis amigos, ni el pernil de Jabugo que nunca he degustado, sino el activismo social para mejorar mi entorno.

Podrán imaginar entonces mi alegría cuando, hace unas semanas, volvió a reunirse la asamblea de Marea Granate —la marea de los exiliados españoles, que toma su nombre del color de nuestro pasaporte, como ya existe la Marea Blanca de la Sanidad, o la Marea Verde de la Enseñanza Pública— de Montpellier, que es la ciudad más próxima a mi lugar de residencia. Lógicamente, me faltó tiempo para unirme a la quincena de personas que, en esta ciudad, junto a las Mareas Granates de otros exiliados españoles distribuidos por todo el mundo, protestan habitualmente contra el desastre moral y socioeconómico de nuestro país.